MAR DEL PLATA, CAMPO DE BATALLA
La batalla de Solferino (La bataille de Solférino – Age of panic/Francia/2013/94’).
Dirección: Justine Triet.
El día en que se decide quién será el presidente de Francia (Hollande o Sarkozy) es una jornada de mucho trabajo para Laetitia (Laetitia Dosch) ya que, como periodista de televisión que es, debe cubrir los acontecimientos frente al “bunker” del Partido Socialista. Claro que esa no es su única preocupación, pues su ex marido, Vincent (Vincent Macaigne, premiado en el festival con el Astor de Plata al mejor actor) aparece tardíamente reclamando ver a sus hijas, lo que dispara el drama familiar en torno al derecho o posibilidad de llevar adelante ese encuentro. Lo público y lo privado se enlazan, ya que el conflicto familiar se instala en el paisaje documental de lo que efectivamente sucede en ese día tan importante para la república francesa. Los llantos casi constantes de las niñas dialogan mediante el montaje paralelo con las expectativas de los simpatizantes socialistas que aguardan el resultado de las elecciones, Vincent persigue de manera obsesiva la posibilidad de ver ese día a sus hijas mientras Laetitia trata de impedirlo, basada en un pretendido temor que esconde también algo de crueldad o venganza por historias del pasado que percibimos a través de la explosiva química de la pareja.
La ficción dentro de un registro de la realidad y el diálogo entre estos dos elementos se conjugan en una película potente, de indudable fuerza política, que se resiste a las respuestas demagógicas y tranquilizadoras. Además, teniendo en consideración el dispositivo de La Batalla de Solferino, su diálogo con la realidad circundante parece haber excedido la finalidad perseguida por su realizadora en razón de su proyección por estas tierras coetáneamente con la publicación en la revista Ñ del ácido brulote de Jorge Carnevale, reclamando por el cierre del festival. Así es, las polémicas no han sido ajenas al 28° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Y estimo que este es otro de sus rasgos positivos. Primero fueron las repercusiones de la “mesa de la crítica joven” (acá puede leerse algo http://ojosabiertos.otroscines.com/28-festival-internacional-de-cine-de-mar-del-plata-18-de-twitters-papers-y-borders/) y, ahora, lo que parece una boutade del aludido crítico, levanta olas de indignación y desprecio.
En fin, que puede parecer mentira, pero evidentemente la discusión acerca de si el Estado debe apoyar a la cultura para muchos no es un debate antiguo o fenecido. Lo vimos con el programa de Lanata sobre los subsidios al cine, lo encontramos también en esta nota que insta a finalizar con el dispendio de fondos en una muestra que no sirve para nada. No es cuestión de indignarse o responder con agravios. Incluso podría pensarse en despejar lo que se deriva de la mala leche del periodista e investigar los aspectos que podrían mejorarse del festival. Lo que sí no puede dejar de decirse en este primer “cierre”, urgente, cuando aún quedan algunas películas por verse este domingo 24 de noviembre es que la aludida nota fue realizada por alguien que no estuvo presente en esta vigésimo octava edición del festival marplatense. Eso se nota y habla de la credibilidad y de la seriedad de algunos planteos. Así, es difícil de ignorar la diversidad, calidad y potencia de la programación de este año. La heterogeneidad es la regla y ello se advierte desde los propios debates que se han suscitado hasta si se pone el ojo en la premiación que ha decidido tener entre las películas más galardonadas una obra tan discutible y políticamente jugada en un sentido determinado como Pelo malo.
En fin, que a esta altura no puede seriamente ignorarse el rol que ha cumplido y cumple el Festival de Mar del Plata en la cultura nacional. No puede volverse atrás en el impacto que ha tenido en generaciones de cineastas y cinéfilos. La solución que insta a la quita de todo apoyo frente a una pretendida corruptela da cuenta de una matriz ideológica que, afortunadamente, no parece ser la de la mayoría. Lo mismo podría decirse de la afirmación de que el festival no sirve porque “faltan estrellas” y nada se dice de la participación, la inclusión, el espacio común y el disfrute y la alegría compartidos. Poner como modelo a una muestra que tiende a que el público no pueda participar y se quede espiando detrás del personal de seguridad como algunas personas caminan por la alfombra roja nos deja en claro una determinada postura. Pero no es el momento (ni la intención) de responder cada una de las afirmaciones de la nota aludida. Estas palabras urgentes tienen que ver con la necesidad de reafirmar lo dicho en la Nota 0 de esta cobertura del festival para El Amante (http://www.elamante.com/noticias/festival-de-mar-del-plata-2013-nota-0/). Los términos, los contenidos y los valores implícitos en el ataque en cuestión no hacen sino demostrar que lo que en ese momento era una sensación se condice con la realidad de los hechos. Hechos que, evidentemente, molestan a algunos.
Así que, a escuchar las disidencias, meditar acerca de qué puede haber de verdad en esos dichos y mejorar para el futuro, para no dar pasto a las fieras; que no hay guerras ganadas sino batallas que se están llevando adelante. Y lo que tiene que ver con lo público y lo privado sólo en la mentirosa presentación de algún interesado puede separarse de manera tan clara y prolija. Como en La batalla de Solferino, la vida bulle, mezcla, complica, grita y a veces nos confunde. Pero eventos como este 28° Festival Internacional de Mar del Plata dan cuenta de que con trabajo, inteligencia y compromiso puede hacerse mucho por el cine y la cultura. Puede hacerse mucho para que esa vida sea un poco más feliz.
Fernando E. Juan Lima