Con corridas de último momento, inconvenientes con acreditaciones y venta de entradas, algunos atrasos y ciertos consabidos problemas en las proyecciones (¿por qué no tienen en cuenta la opinión de alguien que vea efectivamente películas en las salas y piensan en poner los subtítulos en el Auditórium en un lugar donde puedan leerse o en proyectarlos en una intensidad que los haga entendibles en el Ambassador I?). Pero eso no sorprende. Es parte del desgraciado “folklore” que no entendemos por qué no terminamos de dejar de lado….
Esta no es una nota quejosa, sino gratamente sorprendida, agradecida y feliz. Cuando realizábamos el balance del 27° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata para estas páginas, hablábamos de un “renacimiento”, de un cambio de aire, de un abandono de cierto clima de decadencia y final inminente. Después de todo, los cambios en prensa y organización implican ineludiblemente la necesidad de un período para “aclimatarse”, y, en su caso, aprender de los errores. Sería bueno dar tiempo para que ese proceso efectivamente pueda cumplir su ciclo, como lo ha hecho sin dudas el que tiene que ver con el grupo de programadores de esta muestra. Alderete & Cía. han conformado una oferta diversa, rica, heterogénea, apta para recorridos para todos los gustos (evitando, justamente, las películas pensadas para gustar a todos).
De Hitchcock a Bong (lujazo en el Jurado), el festival invita al disfrute. Y lo que hay en Mar del Plata, en las salas y en los lugares tomados por la cinefilia, es una alegría que no se consigue con marketing u operaciones de último momento. La genuina sensación de pertenencia, el disfrute compartido, el debate enriquecedor, características que fueron propias del festival y que parecían haber entrado en decadencia, han vuelto con bríos renovados. Es difícil de hablar de algo tan inasible (que no por ello inexplicable). Pero somos muchos los que compartimos esta sensación de estar ante lo que promete ser, otra vez, un gran festival de cine.
¡Ya está! Lo quería decir… de ahora en más: películas, películas, películas.
Fernando E. Juan Lima