DINO SALUZZI EN VIVO EN CAFÉ VINILO. UN TALENTO INCLASIFICABLE.
A estas alturas suena como un lugar común presentar a Dino Saluzzi como uno de los grandes bandoneonistas, no solo de nuestro país, sino del mundo. Con una dilatada carrera que comenzó alrededor del folclore, pasó por el tango y los ritmos rioplatenses, terminó desembarcando en Europa, donde tocó con muchos de los principales músicos de jazz de ese continente, sin dejar de lado en su música una vertiente camarística ligada a la música contemporánea. La serie de conciertos que ofreció en Café Vinilo, reducto imprescindible para todo melómano que se precie, habían sido promovidos como una serie de recitales de Saluzzi en condición de solista, una variante a la que no recuerdo que recurriera en presentaciones anteriores del músico en Buenos Aires. Sin embargo, los conciertos terminaron realizándose con el bandoneonista al frente de un sexteto integrado por su hermano Félix en saxo tenor y clarinete, su hijo Matías en bajo, su sobrino José María en guitarra eléctrica y Jorge Savelón y Quintino Cinalli encargados de la batería y percusiones variadas, algo que –más allá de la indiscutibles dotes de Dino Saluzzi como instrumentista- enriqueció la propuesta. Si hay un rasgo característico dentro del estilo del instrumentista, es que no se lo puede asimilar ni encuadrar dentro de ninguna corriente precisa, tal el eclecticismo y variedad de su música. Esto se pudo apreciar acabadamente en la primera obra que interpretó, una suerte de suite de más de 20 minutos de duración, que recorrió todas las vertientes musicales señaladas más arriba. Así en esta obra pudieron apreciarse momentos en los que predominaban los aires folclóricos, otros tangueados, pasajes con ritmos de candombe y segmentos de tinte camarístico, todo ello dentro de un concepto general en el que la improvisación de neto cuño jazzístico tuvo un papel preponderante. El genio de Francisco De Caro apareció luego en una exquisita interpretación de Loca bohemia, una de sus obras seminales. A mi padre y a mi hijo mostró acabadamente ya desde su título, las dos raíces fundamentales en las que se entronca la música de Saluzzi: por una parte lo mejor de la tradición y por otra la mirada abierta hacia el futuro. Hubo también un excelente dúo con Félix, interpretando Soledad, de Carlos Gardel y otros temas propios, en los que el bandoneonista, sin dejar de lados nunca su condición de líder (notoria en las indicaciones que les hacía a sus compañeros) desarrolló notables solos, en los que se pudo apreciar su incomparable fraseo, pero también dejó lugar al lucimiento de sus compañeros (fue particularmente destacable el desempeño de Félix Saluzzi en el clarinete). Un notable concierto que culminó con una vieja zamba carpera, interpretada en bandoneón solo y una juguetona versión de Mejilla a mejilla, un clásico de la música popular norteamericana, como para dejar sentado que el músico estaba abierto a cualquier propuesta musical, siempre que ella estuviera emparentada con la calidad. Jorge García.
BEATA SODERBERG TRIO EN VIVO EN CLASICA Y MODERNA.
El caso de Beata Söderberg es bastante peculiar. Nacida en Suecia, desde muy pequeña se dedicó a estudiar el violoncelo, un instrumento sobre el que adquirió un dominio técnico absoluto. En ocasión de un viaje a Nueva York para perfeccionar sus estudios tomó contacto con las distintas variantes del tango, aunque siempre permaneció cercana a sus vertientes más renovadoras. Ese acercamiento se transformó en auténtica pasión y así fue como en Buenos Aires formó un quinteto con destacados músicos locales con los que grabó varios discos que tienen como característica notoria el hecho de que el violoncelo sea el instrumento que lidera la formación. Otros elementos que sorprenden en esas placas, aparte de sus ya mencionadas virtudes como instrumentista, son el espíritu auténticamente tanguero que trasmiten y sus calidades como compositora. Si bien Beata vive en Suecia, donde sigue desarrollando una actividad ligada a nuestra música ciudadana (ahora está escribiendo una “ópera tanguera”), periódicamente retorna a nuestro país, donde existe siempre la posibilidad de escucharla en algún concierto. Esto fue lo que ocurrió en su presentación en Clásica y Moderna (la única que realizó en esta ocasión en Buenos Aires), en la que se presentó en una formación de trío, acompañada por dos representantes de las nuevas corrientes tangueras, Cristián Zarate en piano y Esteban Falabella en guitarra, una instrumentación infrecuente y decididamente camarística. Interpretando una mayoría de temas propios, mechados con algunas obras ya clásicas, Soderberg ratificó las virtudes antes mencionadas, donde si bien el rol de su instrumento fue siempre destacado, se integró adecuadamente con la labor de sus compañeros. Dentro de un programa muy variado, supo ser lírica y expresiva en Chelovuelo, Piachelo y la bella Milonga del ángel, de Astor Piazzolla, arrolladoramente dinámica en A fuego lento, de Horacio Salgán y el candombe Dos orillas, compuesto con Cristian Zárate y vibrante y vigorosa en el vals Bailata. Uno de los mejores momentos del concierto fue su interpretación de Escualo, otra obra de Astor, compuesta para el lucimiento del violín, pero en la que Beata logró una destacada interpretación en el cello. Cabe resaltar el gran trabajo de Zárate en el piano y la sobria y medida participación de Falabella en la guitarra. Un muy buen concierto que permitió confirmar las virtudes tangueras de Beata Soderberg, una instrumentista y compositora tal vez no conocida en nuestro país en la dimensión que se merecería.
NURIA MARTINEZ. Maestros de Humahuaca 1. Edición independiente.
Con una trayectoria que ya reconoce varios lustros, Nuria Martínez se ha consolidado como una de las grandes intérpretes de aerófonos en nuestro país. Dueña de una excelente técnica y una gran expresividad, muestra un perfecto dominio de los distintos instrumentos que interpreta, sean estos las quenas, flautas o sikus. En sus primeros discos, Nuria se había caracterizado por un acercamiento muy moderno a los distintos ritmos del altiplano, que incluían la incorporación de guitarras y charangos eléctricos y de algún instrumento tan poco convencional como el stick. Si en su trabajo anterior, Mensajes en el viento, un disco que contaba con la presencia de numerosos invitados, proponía una suerte de regreso a las fuentes, con la inclusión de varios temas tradicionales, en este disco rinde homenaje a dos figuras prominentes de la música andina, el aerofonista Uña Ramos y el charanguista Ricardo Vilca. Con una instrumentación más ascética que en su disco anterior (solo guitarra, bajo y percusión) y una propuesta menos arriesgada que en sus trabajos iniciales, Martínez desarrolla un programa que alterna composiciones de los dos músicos citados en las que muestra su capacidad en los diferentes instrumentos que interpreta. Dentro de un disco muy agradable de escuchar mis highlights son, entre los temas de Vilca, Chaupi rodeo, donde Nuria alterna con fluidez la flauta traversa con el sicus, Nuevo día, donde interpreta sicus y quena y Taxta, en los que toca flauta y quenacho. De las obras de Uña Ramos, me quedo con la lírica zamba Mercedes, expuesta solo con quena, Bolivianita, en la que la quena se intercala con la flauta y Reflejos del sol, con un excelente uso del sikus. Un CD que ofrece una propuesta más conservadora que otros discos suyos, pero que ratifica a Nuria Martínez como una de las mejores intérpretes de aerófonosdel país. Jorge García.
LAURA HATTON. Moños. Edición independiente.
En ocasión de comentar en este mismo espacio una presentación en vivo de Laura Hatton, la caracterizaba como el secreto mejor guardado del jazz argentino. Es que no son muchas las ocasiones de escuchar a esta cantante y tampoco sus discos son fáciles de conseguir. Moños es su tercer trabajo como solista y es un CD que permite ratificar sus virtudes como intérprete de una excelente afinación y un fraseo muy personal. Con los muy atractivos arreglos del guitarrista Rodolfo Gorosito y la presencia de diferentes instrumentistas, Hatton ofrece un programa que incluye obras de grandes figuras de la escena jazzística, tal el caso de Duke Ellington, Charles Mingus y Thelonious Monk, un par de hermosas baladas de la dupla Marylin Bergman/Michel Legrand, algunos standards no demasiado transitados, un par de piezas del argentino Sergio Mihanovich y un inesperado bonus track. Alternando las baladas en las que muestra su mejor vertiente intimista, con temas en los que predomina el swing, la vocalista ofrece una acabada muestra de sus virtudes como intérprete. Así se pueden escuchar una excelente versión de Good Bye Pork Pie Hat, el clásico de Mingus, con un muy buen solo de piano de Mariano Díaz, Ruby, my Dear y Ask me Now, de Monk, la primera solo acompañada de la guitarra de Gorosito y en la segunda con el único soporte del bajo de Alfredo Remus. Moody´s Mood for Love y Caught a Touch for my Love, muestran la variante más swinguera de Hatton, mientras que en The Peacocks, solo acompañada por el piano de Díaz, consigue trasmitir la intensa melancolía del tema. Grandes momentos del disco son el arreglo en tiempo rápido de Prelude to a Kiss, de Duke Ellington y las versiones de dos hermosas baladas de la dupla Bergman/Legrand, What Are you Doing the Rest of your Life, con muy buena participación de Bernardo Baraj en saxo tenor y You Must Believe in Spring, con un gran diálogo de la voz con la guitarra. Como muestra de su gran ductilidad, la cantante ofrece como bonus track, la bonita zamba Estampa de río crecido, de Carlos Aguirre, con participación de Gustavo Liamgot en piano. Un excelente disco que ratifica a Laura Hatton como una de las mejores cantantes de jazz de estas pampas.
CRISTIAN ZARATE/LEONARDO SANCHEZ. El día que nos quieran. Tango Contempo 001.
La formación en dúo de piano y guitarra para interpretar tangos no es demasiado frecuente aunque reconoce un ilustre antecedente en la dupla del gran Horacio Salgán con el peculiar sonido que le otorgaba la guitarra eléctrica de Ubaldo D´Elío y más recientemente con la pareja de Gustavo Beytelman y César Angeleri. En este caso dos músicos de innegable talento, el pianista Cristián Zárate –un instrumentista siempre ligado a las variantes renovadoras del tango- y Leonardo Sánchez, guitarrista principalmente reconocido por su actuación en el quinteto de Juan José Mosalini se unen para ofrecer un muy atractivo disco, integrado por varios clásicos de muestra música ciudadana y algunas composiciones propias. Logrando una excelente simbiosis, en la que ninguno de los dos músicos intenta destacarse por sobre el otro, consiguen que la aparentemente limitada combinación de dos instrumentos armónicos se convierta en una inagotable fuente de creatividad. Entre las obras clásicas se pueden escuchar muy buenas recreaciones de A Don Agustín Bardi, de Horacio Salgán, además de frescas y renovadas versiones de temas tan transitados como Los mareados y el vals Desde el alma. La expresiva melancolía de Afiches está captada en plenitud, mientras que la milonga La puñalada está expuesta de manera rítmica y dinámica y en cuanto a Vida mía,de los hermanos Fresedo, que cierra el disco, está vertida con gran lirismo. De los temas propios destacan la milonga lenta Una ventana, de Sánchez, la zamba La niña del alba, de Zárate y el tema que da título al disco, compuesto por ambos. Un CD de dos grandes músicos, que, además, demuestra que también se puede interpretar muy buen tango, aun estando ausente un instrumento tan emblemático como el bandoneón. Jorge García.
BANDONEON SUB 23. Los que vendrán. Tango Contempo s/n.
Dentro del muy fértil y prolífico panorama del tango actual cabe destacar el surgimiento de numerosos instrumentistas que garantizan la continuidad y vigencia de nuestra música ciudadana. En este caso es un grupo de jovencísimos bandoneonistas que desarrollan un excelente trabajo interpretando solos sin acompañamiento (salvo en los dos temas grupales del disco). No era fácil la tarea, ya que si hay dentro del tango un instrumento que cuenta a lo largo de su historia con una enorme cantidad de excelentes ejecutantes, ese es el bandoneón. Sin embargo estos muchachos demuestran que –cuando existe talento- siempre hay espacio para nuevos aportes. Son siete los jóvenes sub 23 y cada uno de ellos interpreta una pieza como solista, con las excepciones antes mencionadas y un inesperado bonus track. Así, Marco Antonio Fernández ofrece el arreglo de Víctor Lavallén para Danzarín, de Julián Plaza, Santiago Segret el de Astor Piazzolla en Loca bohemia, una de las grandes muestras del genio de Francisco De Caro y Federico Santisteban, el de Máximo Mori para Shusheta, de Juan Carlos Cobián. Lo que vendrá, de Piazzolla está expuesto en el arreglo de Néstor Marconi y en las que son tal vez las interpretaciones más elaboradas aparecen las versiones de Renato Venturini de Tiempo esperado, de Marconi y la de Nicolás Ehrlich en De profesión tango, de Julio Pane. Santiago Polimeni se muestra además como interesante compositor en Milonga para tu ausencia y Dos retratos, en este caso una obra para cuarteto de bandoneones, con la participación de Daniel Binelli. Y de otro talentoso joven compositor, Agustín Guerrero, es A Pedro Laurenz, para cinco bandoneones, en la que toca Juan José Mosalini, cuya participación, como la de Binelli, ratifica la conexión existente entre las diferentes generaciones de músicos. Como bonus track, Fernández ofrece una bonita versión del chamamé La calandria, de Isaco Abitbol. Inútil es intentar establecer comparaciones, que quedarán a criterio del gusto y sensibilidad de cada oyente; lo que sí es seguro es que todos aquellos que construyeron la historia del tango pueden quedarse tranquilos ya que, con la aparición de jóvenes músicos como estos, sus espaldas están bien resguardadas. Jorge García.
JUAN CARLOS CIRIGLIANO. Erase una vez un poeta. Acqua 321.
Cuando, a mediados de la década del 20 apareció en escena el sexteto de Julio De Caro, un paso gigantesco se dio en la evolución musical del tango. Es que aquella formación, liderada por el gran violinista y notable compositor, fue un auténtico hito dentro de la historia de nuestra música ciudadana. Uno de los pilares del grupo fue su hermano Francisco quien, a cargo del piano, incorporó variantes melódicas y armónicas hasta ese momento desconocidas. Con una solida base musical, Francisco De Caro propuso desde su instrumento un estilo depurado y plagado de romanticismo que luego tendría decisiva influencia sobre músicos de la talla de Lucio Demare y Horacio Salgán. Si como pianista fue importante, no lo fue menos en el rol de compositor. No tan prolífico como su hermano Julio pero enormemente talentoso, algunas de sus páginas más conocidas (Flores negras, Loca bohemia, Sueño azul) son referencias indiscutidas al señalar hitos dentro de la composición tanguística. Sin embargo hay otros títulos menos difundidos que muestran calidades similares y Juan Carlos Cirigliano se dio a la tarea de difundirlos a través de exquisitas interpretaciones pianísticas sin acompañamiento. Músico de una dilatada y versátil carrera, que incluye participaciones tanto en grupos de jazz como de tango, Cirigliano reconoce como sus principales influencias nada menos que a Bill Evans y Astor Piazzolla, de cuyo quinteto fue pianista durante un tiempo. Esa doble vertiente puede apreciarse en este disco, en el que recorre once piezas de la autoría de Francisco De Caro en las que el espíritu tanguero de sus melodías se fusiona con improvisaciones de neto cuño jazzístico, con resultados que bien lejos están de la hibridez. Si aquel espíritu prevalece en las obras más conocidas antes mencionadas y en otras como El bajel y Mi diosa, en títulos como Bibelot (con muchas similitudes a Just a gigoló), Ideal o Páginas muertas es la segunda premisa la predominante. Otras piezas, como Colombina, Poema de amor o Esquelas muestran un perfecto equilibrio entre ambas variables. Un disco excelente, a cargo de un inspirado intérprete, que permite apreciar en plenitud la inalterable modernidad de la obra de ese gran pianista y compositor que fue Francisco de Caro. Jorge García.