Cannibalismos 07 – (Jaime Pena)

¿Alguien esperaba a Leos Carax, el enfant terrible del cine francés que durante unos años fue también su gran esperanza, al menos hasta que el fracaso de Les amants du Pont Neuf lo condenó al ostracismo? Ciertamente, ya nadie lo esperaba. Carax se había convertido en un caso perdido y la selección de Holy Motors se entendía como un acto de caridad o como el anuncio de un desastre garantizado. Es más fácil describir Holy Motors que definirla. Baste decir que Denis Lavant interpreta once personajes. No, en realidad se supone que sólo interpreta a uno, un viejo millonario que circula por París en una limusina que lo va dejando en distintos puntos de la ciudad para las “citas” que tiene concertadas. Para cada una de esas “citas” el millonario se caracteriza de un personaje distinto, empieza por una vieja, sigue con un extraño luchador virtual, luego un clochard… Y lo que parecía un mero punto de partida acaba siendo la película completa, una sucesión de episodios que provocan primero desconcierto, luego repulsa, desesperación y, siempre, mucho humor. Hay dos episodios en concreto absolutamente geniales, los que Lavant protagoniza junto a Eva Mendes (raptada por una especie de Quasimodo, el más provocador de todos) y Kylie Minogue (cuyo personaje anticipa la existencia de otras muchas limusinas que surcan la noche parisina). Pero estaría pecando de una gran injusticia si no reconociese el riesgo absoluto que ha tomado Carax con esta película que no se parece a ninguna otra, que no deja de sorprender y que en un cine como el contemporáneo, tan acomodaticio y previsible, no digo ya en Cannes, es de los pocos ejemplos que no teme caer en el ridículo y que, por lo tanto, confía plenamente en su apuesta.  Cada episodio supone un salto en el vacío, quizás la mejor metáfora de esas dos décadas que Carax estuvo deambulando por el mundo buscando quien lo acogiera. Holy Motors es el fruto de todos esos años y la espera ha merecido la pena.

Las frases finales de Killing Them Softly van a hacer historia. Fue pronunciarlas Brad Pitt y una mujer que estaba en la butaca de al lado sacó su libreta y apuntó: “this is not a country, it’s a fucking business”. Otros, más adaptados a las nuevas tecnologías, la tuitearon de inmediato y debió de convertirse en trending topic. No sé si la dichosa frase ya estaba en la novela de George V. Higgins que Andrew Dominik ha adaptado. No es una frase gratuita, en cualquier caso. Resume muy bien el espíritu de este thriller ambientado en la última campaña presidencial norteamericana. Mientras unos asesinos a sueldo tan cínicos como perezosos hacen de las suyas, las televisiones no dejan de emitir imágenes de Bush, McBain y Obama. Precisamente, la frase del personaje de Pitt es la respuesta al discurso de un triunfante Obama. No hay esperanza para estos miembros del hampa que también sufren los efectos de la recesión y que se ven en la necesidad de renegociar sus tarifas. Ellos son también unos criminales atípicos y pulcros, a quienes les gusta dejar para mañana sus encargos o que prefieren cometerlos a distancia, pues no llevan muy bien eso de oír las súplicas de sus víctimas. De ahí el título de una película cuya principal virtud es su concisión y el equilibrio justo entre la obligada violencia y la retórica de sus diálogos. Es por ello inevitable no verla como un Tarantino de segunda, un competente sucedáneo que también inunda arbitrariamente sus imágenes con canciones pop (lo que provoca algún que otro subrayado obsceno: un personaje se inyecta heroína y qué suena: Lou Reed cantando Heroin, por supuesto)

Journal de France viene firmada por Raymond Depardon y su sonidista de los últimos años, Claudine Nougaret. En realidad se trata de una película Nougaret que sigue a Depardon por toda Francia mientras realiza un reportaje fotográfico. El viaje es una mera disculpa para recorrer la biografía del fotógrafo y cineasta a través de las imágenes que fue filmando desde los años sesenta, cuando fue uno de los fundadores de la agencia Gamma (África, Praga), hasta sus últimas películas, las de la serie sobre la Francia campesina, Profils paysans. Si consideramos que tres cuartas partes de esta película han sido filmadas por Depardon, podemos aceptar su coautoría sin problemas, pero Journal de France es poco más que una introducción a la vida y la obra del autor de La captive du désert.

Una de las apuestas de las distintas secciones del festival es el cine hindú, que, aparentemente, ha presentado por vez primera en Cannes hasta tres películas. La más ambiciosa es Gangs of Wasseypur, de Anurag Kashyap, una historia épica de más de cinco horas de duración que exhibe la Quincena en dos partes. A la luz de la primera parte, la única que he podido ver, se trata de la típica propuesta eminentemente popular del cine hindú (o de los cines hindús, pues la India no vive solo de Bollywood), una saga que se desarrolla a lo largo de varias décadas y que narra el enfrentamiento entre dos familias. Hay mucha violencia, humor, canciones (aunque no números musicales), algunas pinceladas de romance, que el equipo de la película y sus invitados, que ocupan las butacas centrales de la sala, disfrutan de un modo que al resto de espectadores les resulta un tanto incomprensible. Hay demasiadas claves que no entendemos, por no es solo una cuestión de barreras culturales: es la propia concepción de cine la que eleva esa barrera, como si el cine en la India aún no hubiese sido suplantado por los folletines televisivos como la principal fuente de consumo audiovisual popular. Algunos festivales occidentales llevan años intentando incorporar a Bollywood a sus programas. Hay algo muy contradictorio en esta obsesión que intenta congeniar dos fenómenos opuestos de raíz. La hindú de la Semana de la Crítica es Peddlers, opera prima de Vasan Bala, un producto quizá más asimilable a los gustos occidentales por tratarse de un policial sin derivaciones a otros géneros. Eso sí, su protagonista resulta demasiado desconcertante, pues todo su comportamiento profesional y afectivo parece condicionado por un hecho creo que inédito en el cine europeo o americano: su disfunción eréctil.

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