Cannes, día 5. FJL

Lo bueno que tienen estas crónicas (al menos para quien las escribe) es esa sensación de escritura casi automática, la que tiene que ver con salir de la sala y garabatear unas líneas, sin demasiado tiempo para dudar. Esa primera impresión es la que queda reflejada, y a veces pasa que, con el tiempo, las películas crecen o se caen, se desinflan. Debo decir que he sido mezquino, y me refiero a L’inconnu du lac, de Alain Guiraudie, que si bien la he recomendado fervientemente, en los puntajes que recoge diariamente Todas las críticas (www.todaslascriticas.com.ar/cannes) le  puse sólo un 8, y creo que la película esta más cerca del 10 que de esa nota. Antes de ayer (dia 3) escribí una crítica laudatoria y mantengo lo dicho. Me pregunto por que he sido, sin embargo, amarrete con la nota concedida. Prejuicios, quizás, en razón del sexo explícito presente en varias escenas del film. En ese momento, cuando puse la nota, además, la mía era la calificación más alta de las muchas que había. También, por ahí, tiene que ver el hecho de que se trata de una comedia. Nadie esta exento de estas debilidades, y acá simplemente, como corresponde a la película, me desnudo ante Uds. Nada de lo que digo me parece realmente defendible, pero bueno, somos humanos después de todo.

Lo dicho, L’inconnu du lac no sólo está buena. Está buenisima.

Y arrancamos con el dia de la fecha, muy temprano, pero por suerte, ya sin lluvia (aunque llovera un poco mas tarde). Y con Borgman de Alex van Warmerdam (el  de El pequeño Tony y Grimm). El tono seco de la observación, como en aquellas películas, otorga a la propia asepsia del entorno holandés una apariencia fantástica. Y fantástico es lo que sucede con un grupo de vagabundos que se apodera de la vida de una familia burguesa. Cine fantástico, pero también cine político. La necesidad de mantener un cierto orden, la  de sobreactuar la corrección política, esconden la profunda raíz violenta, autoritaria y xenófoba de este pueblo. Y, sin discursos, planteando simplemente un componente mágico que permite a los desclasados hacerse de alguna manera del poder, ello queda en evidencia. Humor y magia en la obra de un director al que resulta interesante acercarse.

Finalmente pude ver Salvo, de Fabio Grassadonia y Antonio Piazza, en la Semana de la crítica. No se por qué se me había metido en la cabeza que debía estar buena esta película. Pero tenia razón. Un mafioso se defiende de un intento de asesinato, matando a los sicarios y al cerebro de la operación, pero deja viva a la hermana de este último, ciega, escondiendola de su propio grupo en una fábrica abandonada. Esto es lo que sucede en la superficie, pero el acercamiento de los directores, desde lo formal, da cuenta de que también están hablando de otra cosa, en particular, de las maneras y los límites de la percepción. La primera media hora de película es impactante. Sin el componente de abstracción, la belleza de las imágenes remite a los primeros minutos de L’amico di famiglia, de Paolo Sorrentino. La primera persecución, las muertes, la entrada en la casa donde se encuentra con Rita, la ciega, ponen el acento en el ritmo, la respiración, la música, los silencios, los detalles. Una mano que se acomoda una zapatilla, un tema musical que se repite, un rayo de luz que permite divisar una figura. El encuentro entre el mafioso y su «víctima» es un choque de planetas que cambia la percepción de ambos. De hecho Rita experimentará una metamorfosis que permite dudar de su ceguera. Un descubrimiento de este festival.

En Un certain regard, vemos también Death March, de Adolfo Alix Jr. 1942, los japoneses imponen una marcha forzada a estadounidenses y filipinos tomados prisioneros en Bataan, lo que es retratado por el realizador a través de imágenes de estudio, en blanco y negro, en una escenografía de cartón pintado que pretende acentuar el clima entre onírico y fantástico. Los 110 minutos se tornan interminables con los devaneos entre un soldado filipino y uno americano; lo metafórico resulta algo grueso y ese ir y venir entre la vida y la muerte, la convivencia entre vivos y muertos agota. Si esta era la idea, Apichatpong Weerasethakul parece tener un know how que se ha intentado mucho copiar, pero nunca se ha logrado. Los toques pretendidamente poéticos o políticos parecen ir por caminos ya recorridos por Raya Martin y Koji Wakamatsu (verdadero experto en retratar la crueldad del pueblo japonés), quienes marcaron el rumbo, antes, dejando una marca de su personalidad . Este pasticho abreva en todas estas aguas pero el resultado es decepcionante.

Fuera de competencia se presenta Blood Ties, la película norteamericana de Guillaume Canet. En esta historia de lazos familiares, de dos hermanos, uno policia el otro criminal, se nota la mano en el guión de James Gray (sobre todo, aquel de La traición y Los dueños de la noche). Clive Owen, Billy Crudup, Marion Cotillard, Mila Kunis, James Caan, dan lugar a uno de esas familias a las que Gray nos viene acostumbrando (incluso en Mis dos amores). La tensión entre el deber y los lazos de sangre generan  otra vez un conflicto que excede a la historia de mafia  y se relaciona con los vínculos mas íntimos al interior de la familia. La accion sucede en 1974 y desde la luz y los colores a la forma de mostrar la accion, todo refiere a un momento en que el cine, como la vida, estaba menos incidida por la omnipresencia de los medios de comunicacion. Es interesante ver como se desarrollan los conflictos en una vida sin teléfonos celulares, sin esa especie de «edición en vivo» a la que cada vez nos vamos acostumbrando mas (insisto: en el cine y en la vida). Puede ser que la película se extienda unos minutos más que lo necesario y que sobre el final incorpore demasiadas lineas narrativas, pero basta ese momento en que el familiar más callado y parco canta una canción mientras cocina y su hermano lo descubre en esa situacion para entender a donde apunta la película de Canet. Y lo cierto es que da en el blanco.

Para el final, mi debut en la Quincena de los realizadores, con Tip Top, comedia francesa dirigida por Serge Bozon. La muestra de que el Festival sirve también para el lanzamiento de productos estrictamente comerciales de la industria local. Dos policías, mujeres, de asuntos internos, investigando el asesinato de un informante en el marco de algo que tendría que ver con la comunidad argelina. Solo para destacar que esas policías, además, son, una, sadomasoquista y la otra vouyeuse. Y que una esta interpretada por Isabelle Huppert y la otra por Sandrine Kiberlain. El timing de las dos es lo que levanta algo la puntería de una comedia de formato televisivo con unos cuanto chistes tremendamente groseros y berretas.

Para el final iba a escribir sobre la ultima película de Johnnie To. La anterior, Drug War, que pude ver en el Festival de Roma, era una obra maestra. Que pasará con Blind Detective? Les cuento mañana, porque acá son las 23:40 y salgo para la función de las 00:30. O sea, ahora me doy cuenta, ya estaré en el dia 6. Ahora si, hasta mañana. Fernando E. Juan Lima

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