Cannibalismos 2017 – 9

Por Jaime Pena

Unas vistas aéreas de Nueva York, una fotografía granulosa en 16mm, una música electrónica que se diría de Vangelis o Tangerine Dream circa finales de los 70 o principios de los 80. En realidad estamos con las imágenes iniciales de GOOD TIME de Josh y Benny Safdie, una película que quiere recalcar su conexión sentimental y estética con el cine de aquellos tiempos, pese a ser una obra plenamente contemporánea. En ella, son los hermanos Nikas, Connie (Robert Pattinson) y Nick (Benny Safdie), dos atracadores tan ingeniosos como torpes, sobre todo Nick, al que su hermano intenta proteger todo lo que puede. La historia de GOOD TIME es la de un atraco fallido, el ingreso en prisión de Nick y luego, tras una pelea en la que resulta malherido, su traslado a un hospital del que lo rescatará Connie. Lo cierto es que tampoco es así exactamente. La acción, que se desarrolla en menos de 24 horas y prioritariamente de noche, implica varias confusiones de identidad y alguna que otra suplantación de personalidad. Que nadie piense que estamos ante el típico juego de máscaras o una caja de sorpresas. Al contrario, esos cambios de identidad son improvisados, más cómicos (y torpes, de nuevo) que premeditados y no constituyen ningún plan maestro. Para rematarlo, GOOD TIME concluye en un parque de atracciones, Adventure Land, como demostración que estos pequeños atracadores tienen un componente infantil que parece insuperable. Por el contrario, el paso adelante que GOOD TIME constituye para los Safdie los sitúa en la madurez, posiblemente a punto de dar el salto desde el indie neoyorquino a aventuras mucho más ambiciosas.

La película argelina EN ATTENDANT LES HIRONDELLES, de Karim Moussaoui, narra tres historias conectadas entre ellas por algún personaje, pero sobre todo por un tema común, el de la culpa, mucho más claro en la primera y la tercera que en la central, la mejor de las tres. En esta, Djalil, un empleado del protagonista de la primera historia, le pide unos días libres porque lo han contratado para llevar a una novia, su hermana y su padre a varios cientos de kilómetros de Argel, donde tendrá lugar la boda. La novia, Aïcha, se siente incómoda durante todo el viaje y poco a poco percibimos que ella y el conductor mantuvieron una relación anterior, aparentemente rota por la falta de compromiso de él. Una infección gástrica provoca que el padre y la hermana tengan que pasar la noche en el hospital. Djalil y Aïcha alquilan dos habitaciones en un hotel, pero están condenados a pasar la tarde juntos. Apenas se dicen nada, como si todo estuviese dicho entre ellos desde tiempo atrás; ella parece estar todavía enfadada, él busca tímidamente su perdón. Sin embargo la situación despierta sus recuerdos. En el hotel está tocando una banda y Aïcha se pone a bailar. Al poco rato él la acompaña. Moussaoui superpone un aria de Bach al “Zina” de Raïna Raï, en un gesto que rompe la dinámica naturalista y nos lleva hasta el pasillo que da a sus habitaciones. Hay un momento de duda, pero por fin Aïcha agarra la mano de Djalil y lo introduce en su habitación.

Pero la vida continúa y las normas sociales no son fáciles de romper. Llegados a su destino, Djalil emprende el viaje de vuelta, pero se las ingenia para concertar una última cita a la que Aïcha acude en taxi. Estamos en medio de una carretera perdida. Un hombre que está allí sentado le pregunta si va a reunirse con el hombre que la espera. Ella asiente y él alerta: “Es una situación difícil”. Caminando hacia su antiguo amante se cruza con una banda de música (sí, en medio de ninguna parte) y la cámara se queda con los músicos, como si estos estuviesen reanudando la música que en el hotel había sido cortada por la de Bach. La interpretación implica una elipsis y cuando volvemos a retomar a Aïcha ella está regresando en taxi, sin que sepamos qué ha ocurrido exactamente. El taxista atiende a un conductor que no puede arrancar su coche y la historia salta a este nuevo personaje, un neurocirujano con un polémico pasado durante la guerra civil argelina de los noventa. El cambio de una historia a otra puede parecer un mero artificio, pero Moussaoui se sirve en otras ocasiones de estos movimientos en falso, abriendo su película a nuevos personajes que no acaban por ser desarrollados. Ese es el caso de paseo al atardecer de Djalil y Aïcha. En medio de una plantación de granadas, ella recoge dos de un árbol. Él se lo reprocha, pero unos campesinos la autorizan. Siguen paseando pero la cámara se quedan con estos campesinos, que comienzan a discutir mientras abandonan el lugar. Inicialmente ese parece el inicio de una nueva historia, como si nos estuviese sugiriendo que estas posibilidades son infinitas, pero Moussaoui retoma a la pareja inicial. Claramente su historia aún nos deparará muchas sorpresas.

EN ATTENDANT LES HIRONDELLES es la opera prima de su director y uno de los grandes (y pocos) descubrimientos de Un Certain Regard. El otro sería la rusa CLOSENESS de Kantemir Balagov, con un personaje femenino que en cierto modo recuerda a Aïcha y a tantas otras mujeres; también se trata de una opera prima. Estamos en el norte del Caucaso en 1998 en una comunidad en la que conviven judíos y cabardinos y cuya estructura social aún guarda reminiscencias tribales. Una joven pareja judía que acababa de prometerse es secuestrada y así como los padres de ella pueden asumir el rescate, los de él tienen serias dificultades para poder reunir la cantidad reclamada. En esa época este tipo de secuestros era muy habitual en la zona, a la que por otro lado llegaban los ecos de la guerra ruso-chechena. Uno de los momentos más impactantes de la película es una fiesta juvenil en la que en la televisión están reproduciendo vídeos VHS en la que los rebeldes chechenos degollan a sus prisioneros rusos y arrojan sus cadáveres a los perros (no tengo claro que se trate de un fake). Es de este clima de violencia del que quiere escapar Ilana, también de la estricta moral judía y, sobre todo, de las jerarquías familiares que anteponen siempre al hermano varón. Y cuando su hermano es secuestrado, Ilana será la moneda de cambio, no para los secuestradores, sino para que otra familia preste el dinero del rescate a cambio de un matrimonio pactado. Ilana lo resuelve por las bravas: pierde la virginidad y pone la prueba sobre la mesa donde se acuerda el matrimonio. CLOSENESS está filmada en 1:1,37 para acentuar la opresión que sufren los personajes, particularmente Ilana (el título original ruso, TESNOTA, significa precisamente eso: estrechez, opresión). Su gesto condenará a su familia, pero en cierto sentido también la liberará.

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