Por Jaime Pena

Publicada el 14/05/16.

Aunque a Cannes se lo acusa de priorizar los nombres establecidos, todos los años se presentan en sociedad un buen número de cineastas de los que es muy difícil poder hablar con anterioridad al propio festival; algunos permanecerán en el olvido, otros quizás se conviertan en uno de esos nombres que Cannes mima de manera recurrente. Saltándose a Ken Loach y dejando a Marco Bellocchio para más adelante, en el primer día efectivo del festival uno podía encontrarse con tres películas de jóvenes cineastas que, vistas una tras otra, deparaban un panorama poco esperanzador. Sin duda, la egipcia Clash, película inaugural de Un Certain Regard, va a llamar la atención. Segundo largometraje de Mohamed Diab, su espectacular dispositivo puede ser la comidilla de los primeros días del festival (todo es demasiado efímero en Cannes). Clash está íntegramente ambientada dentro de un furgón policial en el que encierran a distintos personajes que por una razón u otra participan de los disturbios del 2013 en El Cairo, tras la caída del gobierno de los Hermanos Musulmanes. El planteamiento, ese punto de vista que se mantiene inalterable, es sin duda inteligente. Más discutible resulta su efectismo, sus golpes dramáticos y su voluntad de convertir ese furgón en una alegoría de la sociedad egipcia. El dispositivo formal de Album de famille es más discreto, pero también parece responder a una inequívoca voluntad de estilo que, desde las primeras imágenes (planos fijos, detalles de humor absurdo), sabemos que tiene algo de impostado, como si el turco Mehmet Can Mertoglu hubiese adoptado una fórmula muy poco original y mil veces vista en los últimos años para así posicionarse de inmediato en el circuito de festivales. Personal Affairs, de la también debutante cineasta israelí Maha Haj, no puede presumir ni de eso: su película parece vanagloriarse de su falta de estilo, de una puesta en escena tan impersonal que se diría al servicio, a lo sumo, de un piloto televisivo.