Por Jaime Pena

Publicado el 15/05/16

Qualité francesa para la mañana del domingo. Casi es una tradición en Cannes lo de la película francesa en competición del domingo, a medio camino entre los compromisos del festival con la industria francesa y con el público local, proponer para esta jornada una película francesa concebida para el gran público y apoyada por el star-system nacional. Esta vez ha sido Mal de pierres, de Nicole Garcia y protagonizada por Marion Cotillard, Louis Garrel y el español Alex Brendemühl, película que ha cumplido sobradamente con este ritual dominical: será difícil que nos encontremos con una película más vieja en toda la competición (crucemos los dedos, pues nunca se sabe). Como mandan los cánones de la qualité, Mal de pierres está ambientada en el pasado, a lo largo de unos quince años entre las décadas de 1950 y 1960, por más que eso no sea perceptible en unos actores que aparentan casi todo el tiempo la misma edad (la joven Cotillard entra de lleno en el terreno de lo inverosímil). Pero su romanticismo, esos apuntes que por momentos parecen rozar con el fantástico o una historia de amores imposibles que remite tanto a Cumbres borrascosas como a La montaña mágica, merecían otro director, alguien capaz de tomarse algo más a broma el argumento y, sobre todo, voluntad de subvertirlo. Lamentablemente Garcia no es ni el Truffaut de Adele H. ni mucho menos Manoel de Oliveira o Raúl Ruiz. Por esa razón Mal de pierres es poco más que un telefilm (o una película merecedora de la sesión dominical de Cannes, sí).