Por Jaime Pena

Publicada el 14/05/16.

Una pequeña película de la Semana de la Crítica, Diamond Island, de Davy Chou, ilustra muchos de los males del cine contemporáneo, al menos de ese cine que se ve prioritariamente en festivales. De factura irreprochable, Diamond Island parece construida a partir de situaciones y planos que evocan el mejor cine asiático de las últimas décadas (Jia Zhang-ke, Hou Hsiao-hsien, Tsai Ming-liang, Apichatpong Weerasethakul), como si Chou hubiese puesto en práctica una operación meramente caligráfica, algo así como “la película asiática” por excelencia que todos los festivales demandan.

Hace unos años una película como The Handmaiden, de Park Chan-wook, sería una firme candidata a la Palma de Oro (no descarto que este no lo sea): gran nivel de producción, ambientación de época, trama criminal, contenido erótico y lésbico… Cineastas como Chen Kaige o Ang Lee recibieron múltiples premios por películas en esta línea. Sorprende por eso mismo esta tardía reincidencia de Park en un modelo que se ha quedado viejo y que en su propia forma de filmar el sexo resulta extraordinariamente conservador (hace no tanto tiempo que La vida de Adele se llevó la Palma de Oro). En realidad, The Handmaiden no es más que una reactualización de las intrigas criminales de Boileau-Narcejac, con (atención, spoiler) Las diabólicas planeando sobre toda la trama.

American Honey opera de una forma parecida con las road-movies, también con cierto cine indie, en particular el más influenciado por Terrence Malick. Andrea Arnold retrata a un grupo de jóvenes que, viviendo en comuna y viajando por el Medio Oeste norteamericano, se dedica a vender puerta a puerta suscripciones de revistas. Reconozco mi escasa empatía por su protagonista, Star (Sasha Lane), pero creo que es evidente el problema que Arnold tiene con el metraje (¡162 minutos!) y con una dinámica que solo parece sostenerse sobre la banda sonora (por otro lado, extraordinaria), hasta el punto de que la película concluye con dos escenas consecutivas que están al servicio de las canciones que suenan en la furgoneta. Esta es la tercera película de Arnold que compite en Cannes. El largometraje que resta de su filmografía, Wuthering Heights, del que se rumorea que fue rechazado por Cannes antes de recalar en Venecia, me sigue pareciendo su mejor película.