La música de raíz folclórica en nuestro país ha tenido un escueto grupo de auténticos renovadores entre los que se puede mencionar a Waldo de los Ríos (en su primera etapa, antes que se dedicara a comercializar obras académicas), el notable pianista Eduardo Lagos, el Chango Farías Gómez, José Luis Castiñeira de Dios y el hoy olvidado Quique Strega. A ese selecto grupo perteneció Manolo Juárez, gran pianista, compositor, arreglador y docente que acaba de fallecer. Bastante se ha escrito en estos días sobre el músico por lo que no me centraré en su profusa y notable obra, con varios discos memorables, pero si señalaré que fue además de lo antedicho, fundador del Conservatorio Popular de Música de Avellaneda, de donde surgieron muchos de los mejores músicos de la nueva camada, que entre las renovaciones que propuso, está la de cuestionar el hábito de dividir a lis temas folclóricos e primera y segunda –que no era más que la repetición de la primera- para lo que compuso la formidable Chacarera sin segunda un obra de quince minutos en la que desarrollaba una extensa improvisación sobre el ritmo mencionado. Prefiero recordar las numerosas veces que lo vi, hace muuuchos años, en los desaparecidos Altos de San Telmo, donde tocaba frecuentemente con Jorge Cumbo, el Chango Farías Gómez y Marian, hermana de este último. Esos conciertos eran una verdadera fiesta de libertad creativa, donde los músicos desarrollaban a pleno su talento (vg, hacer una versión de la clásica zamba Criollita santiagueña de más de diez minutos). Muchos años después, habiendo comentado poco tiempo atrás su último disco, en el Torquato Tasso, estuvimos charlando un buen rato, recordando aquellos tiempos. Luego tuve oportunidad de verlo, con su último grupo, un cuarteto, en la Biblioteca Nacional y también estar en el homenaje que se le rindiera en el Centro Cultural Kirchner, ocasiones en las que demostró que su talento, más allá de sus problemas de salud, se mantenía intacto. Y también es bueno recordar su humor negro que se pudo apreciar en la nota que escribió cuando murió el gran pianista Michel Petrucciani, ya que refiriéndose a él, señaló que pocos habían llegado tan alto como él, cuando, Michel no medía más de un metro veinte. Manolo Juárez se autodefinía como un renovador popular en su trabajo con la música de raíz folclórica y como un compositor centro-europeo en sus obras académicas. Todos los amantes de la música y de lo intérpretes comprometidos y arriesgados en su labor lamentaremos mucho su partida. Jorge García.