Y la vida continúa
Zendegi va digar hich
Irán, 1991, 92′
Dirección: Abbas Kiarostami
Uno cuenta de qué va esta película y teme, no hay alternativa. Un cineasta regresa a la zona donde filmó su última película, pero allí ha ocurrido un terremoto monstruoso que lo destruyó casi todo. El paisaje es pura desolación y tristeza pero también hay vida. Temblemos de pensar qué haría un realizador argentino de los ochenta con esto.
Kiarostami no era tonto; este cuento es de esos que, para que podamos creerlo e involucrarnos con sus criaturas, requiere eliminar todo artificio, lo que se adapta perfectamente a su estilo. El personaje central viaja con su hijo pequeño; cuando llega al pueblo (que es donde se realizó ¿Dónde está la casa de mi amigo?) todo es difícil, la mayoría de la gente que ha quedado sin casas vive en carpas, etcétera. Pero como siempre, lo importante del cine de Kiarostami es la pequeña variación que ocurre con los elementos más sutiles. El cine de don Abbas recuerda un poco la literatura de Gertrude Stein -sobre todo The Making of Americans- en el sentido de tomar una situación e ir incorporando pequeños cambios a medida que la repite, como quien se dedica a las variaciones musicales (y digamos que el cine de Kiarostami es bastante musical en cuanto a forma de composición). Así lo que nos interesa es que las personas comen, se mueven, trabajan, sobreviven, sonríen. El terremoto y sus consecuencias van transformándose en una especie de leyenda que se disuelve en cada momento. El hijo del protagonista, antes del final de la película, no quiere acompañarlo en un movimiento más porque prefiere ver la final del Mundial con otros chicos en las carpas. Es la final del Mundial, caramba, y no hay tristeza que lo impida. En la última, el cineasta y el hombre entablan un diálogo de acciones que son pura solidaridad. Es cierto que el hombre de la camioneta tarda un poquito en darse cuenta de que puede llevar al otro, pero esa distracción habla de que no hay sufrimiento ni pena a esa altura de los acontecimientos. Como Ford, Kiarostami cree que el tiempo es más que un instante y la vida, más que una desgracia. Leonardo M. D’Espósito