Se reestrena Victoria, de Juan Villegas, en el cine Gaumont. Acá pueden leer un fragmento de la crítica de Josefina García Pullés, publicada en El Amante #278.

Una de superhéroes
Por Josefina García Pullés

Sabemos que los superhéroes están entre nosotros, claro que lo sabemos, ya lo aprendimos. Sin embargo, en este documental, Juan Villegas intenta (y  logra) recordárnoslo. Entonces nos presenta a Victoria, una cantante de tango que –carpeta en mano– viaja en tren y luego en colectivo para llegar a un estudio de grabación donde llama por teléfono para avisar que está en la puerta. Una vez adentro, parada y dando vueltas, espera, suponemos, a repetir alguna grabación.

Victoria (que en esta película tiene a Natalia Jaime –su verdadero nombre– como identidad secreta) forma parte de ese universo de personajes heroicos conformado por quienes se dedican a lo que les apasiona sin rendirse ante el trajín que implique o al poco valor de cambio que el sistema socioeconómico vigente le otorgue al fruto de ese trabajo.

Aquel trajín, el de quien lucha por pulir un mundo que para muchos vale poco, es el que quiere mostrar Villegas en esta película. Por eso a él no le interesa la Victoria cantora (bueno, claro que le interesa, y también la recorre, pero no es el foco de su relato), tampoco los problemas de la autogestión (que están, son muchos y se denuncian) o las sesiones de grabación en estudio. De hecho, hasta casi el final de la película sabemos muy poco sobre su carrera. Lo que a Villegas lo conmueve (¿hay otra mejor razón para contar una historia?) es el vértice en donde se une todo eso con la vida cotidiana. Lo conmueve Victoria cocinando, tocando un timbre, comiendo lo que acaba de cocinar para su familia. Lo conmueve Victoria viajando en tren con la enorme carga de un secreto que sacará a la luz, más tarde, en un estudio o en una clase de canto. Por eso acá Villegas prácticamente esconde a Victoria (pero no a Natalia Jaime, aunque no la nombre), porque él no quiere al Batman trajeado pero tampoco quiere al Batman desvestido (o vestido de Bruce Wayne). Este director prefiere, y lo sabe y lo trabaja con mucha precisión, al Batman desvistiéndose. Y en esa piedra, que es básicamente un gerundio, el director de Sábado y Los suicidas apoya el primer documental de su carrera.

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