Like someone in love
Japón, 2012, 109′
Dirección: Abbas Kiarostami
La aventura japonesa de Kiarostami, también su última gran película, es la historia de un viejo profesor que contrata a una joven prostituta, una estudiante de sociología que paga sus estudios ejerciendo la antigua profesión. El hombre busca compañía, en realidad, y no sexo: ese primer movimiento es de una gran ternura y gracia. Al día siguiente, el ptofesor se lleva a la chica a que rinda exámenes, pero se encuentra -otra vez los autos, otra vez el azar, otra vez el viaje en círculos que en realidad es una espiral sutil de pequeñas variaciones- con el celoso novio de la joven. Que, al ver al hombre anciano, asume que es su abuelo y la pide en matrimonio. Pero allí, cuando la ficción nace como cura de una realidad triste, aparecen los problemas. La comedia de enredos crece -el novio de la chica convence al profesor de llevar el auto a arreglar a su taller, aparece otro estudiante, la mentira de la chica se pone en peligro- y llega un punto en el que deja de serlo. Para Kiarostami, la tensión entre la realidad y la ficción debe resolverse con la verdad que emana de ambas, de otra forma aparece la violencia. La última secuencia de la película es quizás la más violenta que haya filmado nunca el realizador, y el plano de la ventana rota y el profesor desfalleciendo, uno de los más terribles y tensos porque, a diferencia de la belleza que emana optimista del último fotograma de Detrás de los Olivos, o del epílogo sardónico de El sabor de la cereza, no sabemos, realmente, qué ha sucedido con ese hombre que ha sido bueno en todo momento. A veces da la impresión de que, en este último film, Kiarostami deseara haber optado por la pura invención como refugio y salida a las atrocidades del mundo. Pero quizás también que la probable muerte no es terrible si hemos hecho lo correcto en la tierra que nos tocó vivir. Después de todo, el viento nos llevará. Leonardo M. D’Espósito