Jersey Boys

Los reyes del falsete
Por Nazareno Brega

¿Clint Eastwood dirige un musical de Broadway? Por más disparatada que suene esa premisa, por primera vez nadie podía sentirse culpable si no sucumbía a la curiosidad y, salvo alguna obligación laboral, dejaba pasar de largo lo nuevo de Clint Eastwood en medio de esta fiebre mundialista. Pero Eastwood no filmaba desde hacía un tiempo ya y los casi tres años que pasaron desde J. Edgar se convirtieron en su período de inactividad más largo desde fines de los 70.

¿Cómo puede ser que el máximo símbolo del macho en el cine haya decidido adaptar una obra de Broadway? Apenas empieza Jersey Boys, Eastwood deja bien claro que la película no tiene nada que ver con Chicago, Rent, Hairspray, Los Miserables, Mamma Mía! o cualquiera de esas porquerías predigeridas por el teatro que mancharon el cine en la última década y pico. Ninguno de esos estúpidos pasos de baile puede verse a lo largo de las dos horas de Jersey Boys. Recién sobre los créditos finales, como última gran humorada de la película, vemos la coreografía de un número musical teatral para demostrar un tema central de Jersey Boys: todo eso que uno pudo haber sido y no quiso ser por haber elegido otro camino. O tal vez, Christopher Walken, con su imperturbable calma cargada de violencia latente, solo dijo “Clint, mirá que a mí me gusta tirar un paso en todas mis películas” y fue suficiente.

Jersey Boys es un musical, pero es un musical distinto a los que suelen estrenarse. Uno de los ejemplos máximos puede verse en uno de los grandes momentos de la carrera de los Four Seasons y de la película: la banda se presenta en el show de Ed Sullivan y Nick, el bajista de voz grave, interrumpe el canto para otro de los numerosos monólogos a cámara de la película y ahí mismo uno imagina la voz parca de Eastwood diciendo “basta de musiquita que llegó la hora de contar una historia”. La película repite el recurso del musical original de Broadway de narrar “las cuatro estaciones” a partir de las cuatro voces de los miembros de la banda, algo que en los orígenes de la obra musical –cuando House of Cards ni siquiera estaba deambulando por los testículos de David Fincher y Kevin Spacey– ya parecía un guiño al Marty Scorsese de Buenos muchachos http://youtu.be/JG3mhtojm8Y (tal vez la hermana mayor de Jersey Boys), que a su vez estaba llena de referencias a la historia de Frankie Valli & the Four Seasons. Eastwood aprovecha ese juego de espejos y referencias para aclararnos que esta historia, que ya sirvió para contar otra, todavía puede contar alguna más.

Jersey Boys empieza como una película de gánsteres y toma del género su estructura de ascenso y caída que adapta a la primavera, verano, otoño e invierno de las que hablaban en Broadway para narrar la historia de los Four Seasons. Después de un comienzo oscuro, pero matizado por algunos gags afiladísimos (que incluye el mejor asalto musical desde la inolvidable Hudson Hawk http://youtu.be/D8KvM3vZo0w), la película adquiere un tono luminoso que acompaña al éxito profesional y económico de la banda, para cerrar con un tercer acto tan melancólico y doloroso como Eastwood y muy pocos cineastas pueden conseguir, pero esta vez salpicado por grandes canciones. Hay pocos momentos musicales que (con)tienen la emoción y la fuerza cinematográfica de la apertura de telón mientras Frankie canta “Can’t Take My Eyes Off You”.

¿De dónde salió esa sensibilidad del vaquero Clint para los musicales? Eastwood ya había dirigido (y actuado y cantado y tocado la guitarra en http://youtu.be/tWdZhGKsgDY) el melodramático musical country Honkytonk Man, la biografía de Charlie Parker Bird y Piano Blues, documental de la serie The Blues de Scorsese. Eastwood reveló hace poco que su padre, un obrero metalúrgico, cantaba con un grupo en pequeños bares y fiestas durante la Depresión y, por eso, el pequeño Clint aprendió a tocar el piano desde joven e inició una muy modesta carrera como músico antes de volcarse a la actuación. Clint también cantó en el western musical La leyenda de la ciudad sin nombre, donde interpreta una imperdible I Talk to Trees http://youtu.be/nn8YubD01sk, y en la serie de fines de los 50 Rawhide, tal vez el primer éxito de su carrera, también pudo lucir sus dotes como pianista y cantante http://youtu.be/Kgtv15O6MO0 e incluso llegó a grabar un pequeñísimo hit inspirado en el nombre de su personaje en la serie http://youtu.be/z2wvo7gqdAA.

“Rowdy” fue lanzada el mismo año que los Four Seasons la clavaron al ángulo con “Sherry”, por eso no es casual que un fragmento de Rawhide pueda verse en una tele durante Jersey Boys. La película no solo sigue el atribulado recorrido de cuatro jóvenes cuyas vidas están marcadas por la música, sino que Jersey Boys parece otra de esas películas-balance-de-vida que están marcando esta esplendorosa última etapa de la vida y la carrera de Clint Eastwood. El falsete es un recurso típico para cantar con otra voz, como si uno se convirtiera en una persona distinta, y Clint Eastwood aprovecha la historia de Frankie Valli y su voz angelical para hablar también, una vez más, de esa carrera que comenzó cantando en bares de mala muerte, la pegó como vaquero en una serie de televisión y lo llevó, con momentos de más y menos brillo, hasta lugares impensados.

Jersey Boys es una película compleja, que jamás ningunea su levedad (Christopher Walken tal vez sea el comic relief del año), y se vuelve hipnótica a medida que avanza el relato y la emoción desborda esa enorme pantalla en cinemascope. Eastwood consigue que desde la butaca se sienta como dice esa irrepetible estrofa que resuena en el mejor momento de Jersey Boys: “perdón por la forma en que me quedo mirando / no se compara con nada más / atisbarte me deja débil / no me quedan palabras para hablar / pero si te sentís como yo me siento / por favor haceme saber que es real / esto es demasiado bueno para ser real / no puedo sacarte los ojos de encima”.

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