It Follows (EAC)

It Follows
Estados Unidos, 2014, 94′

Dirección: David Robert Mitchell

Por Emiliano Andrés Cappiello

Uno de los encantos de los festivales de cine es entrar a una sala sin saber nada más que el título del film por ver. En el cine comercial eso ya es casi imposible, con trailers que más que adelantos son versiones intensas en 3 minutos de toda la trama, y con la presencia de los films por toda internet. Entré a ver It Follows, así, a ciegas. La película abre en un suburbio americano.  Suena una música alienante, con sintetizadores. Una chica sale de su casa, desesperada. Da unas vueltas extrañas, incomprensibles, y vuelve a entrar. Finalmente escapa en auto. En la playa, manda un mensaje a sus padres, despidiéndose. Sabe que no va a sobrevivir. Nosotros no sabemos ni qué le pasa, no vimos ningún indicio de peligro excepto la reacción de la chica. En el plano siguiente ya está muerta.

Suburbio americano. Chica adolescente. Terror. Sintetizadores. Imposible no pensar en Carpenter. It Follows es una película que aprendió de los mejores, que sabe lo que hace. Pasados los títulos, conocemos a nuestra protagonista y su entorno. Va en una cita, pero algo está mal, el chico se comporta extrañamente. Tienen sexo en el auto, y ella se despierta atada a una silla en un edificio abandonado. Y recién ahí entendemos todo. Una de las razones porque el film funciona tan bien es el respeto que tiene por su historia y sus climas. It Follows no se apura pero tampoco se arrastra. La información, como Gandalf, llega en el preciso momento en que necesita llegar. La introducción del film, como aquella de Halloween (1978), nos planta la intriga y predispone para el relato por venir. El primer acto nos introduce a sus personajes, pero toda acción está contaminada por la amenaza planteada en la introducción.

Algo básico que David Robert Mitchell sabe pero parte del terror contemporáneo ignora es que no importa el peligro al que los someta si no nos importan primero los sujetos. Mitchell comprende su generación y logra humanizarlos al captar la sensibilidad de los millennials. Los adolescentes de It Follows pasan sus días mirando televisión y fumando en el porche, atrapados en los suburbios de una Detroit gris y derruida, sin planes en el horizonte. Todo el film posee un clima de incertidumbre, casi de ensueño, de futuro incierto.

Este clima potencia la efectividad de su criatura. It Follows es una de esas joyitas que aparecen ocasionalmente en el cine de terror, que no se limitan a la acumulacion de golpes de efecto fáciles o gore exagerado, sino que construyen el terror con paciencia y hacen de la escasez de recursos una virtud. La criatura titular, un ente que simplemente te sigue hasta alcanzarte y sólo vos ves, es de una genialidad absoluta. Súbitamente, conociendo el peligro, cualquier individuo se vuelve una amenaza. Una figura que camina hacia los personajes mientras estos charlan en el patio de la escuela, eso y nada más, un tipo acercándose en el fondo, se vuelve el origen de un miedo absoluto. Puede ser una persona normal, puede ser la criatura. Los chicos charlan y no lo ven, pero la cámara sí. Y uno cagado hasta las patas. Por un extra que camina.

Solo queda correr, o pasarle la maldición a otro. El sexo es central en It Follows. Como en el terror clásico, donde la turra es boleta pero la virgen sobrevive, el sexo es condena: la criatura persigue al que tuvo sexo con quien poseía antes la maldición. Pero Mitchell evita el simbolismo moralizador. Esta postura frente al sexo, ambivalente, es una señal de la madurez de su realizador. La analogía sobre las enfermedades de transmisión sexual es ineludible, pero Mitchell evita convertirla en aleccionadora y opta por explorar el despertar sexual adolescente en sus distintas facetas. El sexo es descubrimiento para los personajes de It Follows, pero también salvación, forma de evitar la condena, y contención, forma de comunicarse y apoyarse emocionalmente.

Como su monstruo, It Follows avanza con paciencia y determinación mientras los jóvenes intentan comprender, escapar y eventualmente enfrentar a su enemigo. La tensión es constante durante el film hasta el último minuto, y uno se descubre alternando su atención entre los personajes y el fondo, sabiendo que en cualquier momento alguien puede aparecer, en la distancia, al acecho. El inquietante plano final le da un cierre perfecto al relato, y no admito ni niego haber mirado hacia atrás una o dos veces al salir de la sala. Por las dudas.

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