Grandes heróes y Adiós al lenguaje

Grandes heroes
Big Hero 6
Estados Unidos, 2014, 102′
Dirigida por: Don Hall y Chris Williams

Adiós al lenguaje
Adieu au langage
Francia, 2014, 70′
Dirigida por: Jean-Luc Godard


Objetos

Por Leonardo M. D’Espósito
No termino de decidirme entre escribir una crítica de Grandes Héroes o una crítica de Adiós al lenguaje.

 

Rectifico.

 

No termino de decidirme entre no escribir una crítica de Grandes Héroes o una crítica de Adiós al lenguaje.

 

Y no puedo porque, incluso si ambas películas están en las antípodas entre sí, me generan una sensación común: la de entender perfectamente cómo y por qué son como son, qué me gusta de cada una de ellas, y que eso no sume ni reste nada a mis días.

 

El lector, que sigue esta revista en parte también como un folletín por entregas, sabe que suelo escribir sobre grandes blockbusters. En realidad es algo en lo que me metí en los últimos años, pero un poco por casualidad: ante lo escuálido que es el panorama de estrenos (al que desgraciadamente estoy abocado por mis otros trabajos), trato de ver si esas gigantomaquias esconden un corazón noble, una imagen nueva, un mundo por descubrir. Que siempre es, cuando ocurre, el mundo de su autor: allí hay un amigo nuestro (el director) que decide compartir con nosotros su propia mirada. Es lo que me gusta de las dos películas que encabezan mi lista de mejores estrenos del año, Guardianes de la Galaxia y Esto no es una película, otros dos films en las antípodas.

 

En el caso de Grandes Héroes y de Adiós al lenguaje, todo está perfecto. Las imágenes son las que deben ser, hay una idea detrás de cada una que las sostiene y potencia, etcétera. En el primer caso, Disney es ya una máquina de eficiencia tan aceitada que da la impresión de que las películas no requieren de un director, que se hacen solas. En el segundo, Godard se ha vuelto un autor tan profesional y seguro de su manejo del aparato cinematográfico que podemos perfectamente situar su película dentro del sistema que el hombre ha construido durante décadas (un sistema no menos efectivo que el que puso en pie Disney, ese Enemigo).

 

Los realizadores de Grandes Héroes -que se basa en una historieta de Marvel aunque no tiene nada que ver con las películas se superhéroes Marvel que la Disney está financiando- son profesionales del humor y del cuento de hadas, y también de la aventura. La mezcla hoy funciona automáticamente y el control de calidad es totalmente efectivo. Las secuencias emotivas de la película emocionan, las cómicas causan sonrisas; las de acción, excitan. Pero por una vez, algo que no sucedía en films como Ralph el Demoledor, Frozen o Maléfica, no pasa más allá de la exhibición de una posibilidad: “ey, podemos hacer casar a Disney con Stan Lee y que quede bien”. Sí, queda bien: son maestros en la técnica de depurar guiones y diseñar personajes. A lo sumo les saldrá una película más anodina que otra, pero es difícil que fallen. Esta no es anodina del todo, pero roza el término: por alguna falla de cálculo, la muerte de un personaje tiene mucho menos pathos del necesario y su impacto se disuelve demasiado rápidamente, al punto que nos suena disparatado que el protagonista se lance a la venganza mortal (cuando eso, dado que se trata de un nene de trece años, debería resultarnos movilizador, incluso escandaloso). Aquí es donde aparece el profesionalismo y atenta contra la película: la máquina obliga a los realizadores a no buscar el gesto justo, a no detenerse lo necesario, y acelerar el impacto de la trama. El film termina siendo, entonces, una exhibición de las posibilidades de cierto cine, pero no un mundo a compartir, porque nadie lo ha mirado lo suficiente.

 

El caso de Godard es el reverso de la moneda. Sabemos que no se rige por una narración convencional, sabemos que podemos esperar ciertas imágenes pour épater (lo que ya  no épate personne) y sabemos que toda su mirada es crítica porque hace mil millones de años explicó que había una continuidad entre sus films y sus textos, etcétera. Bingo: Yanluc no defrauda. Nada. Incluso su uso del 3D le permite mostrarnos que compone como nadie, que es capaz de llevar esa capacidad plástica a la tercera dimensión y generar momentos bellísimos. ¿Y qué? Porque sucede entonces lo mismo: la máquina Godard está tan aceitada que ni siquiera necesitaría a Godard para que este film exista. De hecho, basta leer la sinopsis y conocer su obra previa para que sepamos exactamente cómo es la película, y no nos vamos a equivocar (tampoco, queda claro, con Grandes Héroes, aunque en este caso queda bien decirlo y en el de Godard, no).

 

No es que alguna de las películas sea mala: en la medida en que nos permiten recorrerlas durante toda su duración sin que nuestra atención se desvíe de la pantalla, son “buenas”. Mejor dicho: son buenas como objetos, como es buena una silla que resiste que subamos a ella para cambiar una lamparita, o es bueno un vino si no nos produce acidez. Pero ¿en qué estos dos artefactos concebidos con un plan muy ordenado detrás y de intenciones opuestas-complementarias quedan en nuestra memoria? El profesionalismo de ambas películas es impersonal: en el caso de Godard, da la impresión de uno de esos ejercicios de ciertas carreras de cine, “haga una película 3D como la haría Godard”. Y en el caso de Grandes Héroes, lo mismo: “a ver, haga una máquina de vender emociones de más o menos 110′, cualquier cosa vea los últimos que hicimos y listo”.

 

Ahora que lo pienso, Grandes Héroes y Adiós al lenguaje comparten el hecho de tener títulos rimbombantes que en el film deben funcionar con cierto regusto irónico. En la primera, el héroe mayor es el inofensivo autómata inflable Baymax, y en la segunda el que mira es un perro (que obviamente no habla). Curiosidad, en ambas el título se confirma en el film. Hay una lógica de la construcción fabril que parece girara alrededor de ambas películas. Esa lógica tiene algo loable: permite ver que el cine, incluso cuando entre films muy alejados, es un campo casi continuo construido sobre un lenguaje común. Pero así como el lenguaje, ejecutado por personas, crea Las flores del mal, Casa desolada o El Aleph, así hacen falta personas para que la ejecución del cine cree films como Esto no es una película o Guardianes de la Galaxia. Grandes Héroes y Adiós al lenguaje son apenas dos buenos ejemplos de producción de dos sistemas, en cuanto a sistemas, no demasiado distintos. Uno es una gigantesca fábrica de consolas de juegos y la otra una pequeña usina de relojitos suizos. Y esta vez solo han producido un par de objetos a los que les falta, desgraciadamente, un sujeto.

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