Festival de Mar del Plata 2013 Nota 4

No abras nunca esa puerta (Argentina/1952/85’).

Dirección: Carlos Hugo Christensen.

 

Blind Detective (Hong Kong/2013/129’).

Dirección: Johnnie To.

 

Gabor (España/2013/68’).

Dirección: Sebastián Alfie.

 

Con los cuatro sentidos.

En una zona algo más escondida, pero no por ello menos transitada (las proyecciones suelen ser a sala llena), el Festival de Mar del Plata permite acercarse a 18 películas de la colección Turner, restauradas a su formato original de 35 milímetros. Ese trabajo fue coordinado por el gran Fernando Peña y ejemplo del gran logro (¡qué difícil es ver y sobre todo oír en buenas condiciones el cine de la época recorrida: 1936-1958!) es la perfecta copia de No abras nunca esa puerta. En el segundo mediometraje que conforma la película, Christensen advierte que para la narración necesitaría sólo del olfato y el oído, pero bueno, tratándose de un film, traicionará un poco la historia y la mostrará en imágenes. El regreso del hijo pródigo a la oscura casa de la madre ciega, las tinieblas en que ambos se ven inmersos, la posibilidad de mirar, ver y reconocer son tratados con sutileza, profundidad y elegancia. Así, incluso el tono de las actuaciones (que por momentos generó alguna sonrisa en la platea, confío más como fruto de un cariñoso reconocimiento del paso de los tiempos que de una impertinente ironía) no lleva a que tales indagaciones resulten superficiales o los hallazgos indebidamente subrayados. Una obra moderna, perfecta, que reclama su calidad de clásico al poder ser vista en el presente sin necesidad de ponerla “en contexto”.

La modernidad de la obra de Christensen se confirma con el encuentro de Gabor, de Sebastian Alfie, improbable documental sobre un director de fotografía ciego. Del encuentro del protagonista (de origen húngaro, viviendo en Barcelona, como el director del film) a su contratación para realizar un corto en Bolivia, el magnetismo y el trabajo de Gabor ponen en dudas carencia y necesidad, capacidad y percepción. Mágicamente, el director de fotografía confirma a Christensen en sus intuiciones y decisiones estéticas. ¿Cómo verá el que no puede ver? ¿Cómo actúan los otros sentidos? En definitiva, ¿qué es ver?

Estas preguntas también están en el centro de Blind detective, de Johnnie To. Su detective ciego, que reconstruye en su cabeza distintos caminos posibles para la solución de los casos es menos Sherlock Holmes que el Detective Dee de Tsui Hark. El inicio, prometedor en su indagación sensorial, deriva en una aceleración, una hiperkinesis, un exceso en la velocidad y en los decibeles con que son dichos los diálogos que agota y marca una pérdida del rumbo. La historia romántica entre “el rey de los detectives” (más allá de su ceguera) y la policía que se transforma en su compañera de ruta pesa menos que el amor perdido y los casos investigados no son fruto sino del deseo del director de jugar con nuestra percepción y doblar la apuesta en ritmo, en gritos, en disparate. Lograr que hasta Andy Lau pierda algo de su elegancia es una extraña búsqueda de To, que, esta vez, nos deja con sabor a poco.

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Fernando E. Juan Lima

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