Festival de Mar del Plata 2013 Nota 2


Blind Detective

No pude ver la película de Campusano porque llegué después. Dicen quienes la vieron que se recontrabanca esas tres horas y pico de proyección, así que veré; por las dudas, pregunté a conocidos si era la versión salvaje de Historias Extraordinarias y, cosa curiosa, uno me dijo que sí, que por qué no, que incluso había algunos puntos de contacto. Acá con esa están todos contentos. Buenas, mi nombre es Leonardo D’Espósito: escribo sobre cine. Arranqué con aquel párrafo porque da la impresión de que Fantasmas de la ruta es lo imperdible. Pero ya vengo viendo unas siete películas en día y medio, casi dos. Mi pregunta -me pregunto- es si escribo de lo que me gusta o de lo que no me gusta. ¿No se supone que festival es fiesta? ¿No debo ser festivo?

 

Bueno, por eso: mi primera fiesta fue Blind Detective, de Johnny To, de la que tenía malas referencias. La elegí no por ser fanático de To sino porque recién podía ver un film el domingo en trasnoche, y como iban amigos, bueno, ahí estaba toda la justificación necesaria. Pues bien, no me pareció floja. Como dice acá el señor Panozzo, el film tiene una idea genial: hacer que Andy Lau haga de ciego que no parece ciego. It works, créase o no: el modo en que este hombre todo el tiempo parece ser normal hasta que se pega la crisma con una lámpara (pongamos por caso) es de una efectividad notable: justamente por eso le creemos que es ciego (mientras que a Pacino en Perfume de mujer no le creemos ni que use gomina, nosésimesplico). Pero es mucho más que eso: tomando como esquema matriz a Sherlock Holmes (el carácter de Johnston, nombre disparatado de este chino que es el dios de los detectives y lo demuestra, se parece mucho a los arrebatos de Johnny Lee-Miller en la serie Elementary y a las antipatías de Benedict Cumberbatch en Sherlock, aunque en clave slapstick) y cruzando la búsqueda de resolver tres casos simultáneamente con una trama de comedia romántica (el “Watson” es una mujer detective que al mismo tiempo está enamorada de Johnston y desea resolver la desaparición de una amiga de la adolescencia), estamos en presencia de un film sobre los cinco sentidos, cosa rarísima.

 

Porque es claro que muchas veces hemos leído eso de que el cine es “el arte de saber mirar” y es cierto, y también es claro que las películas nos dan imágenes y sonidos, pero no texturas, olores ni sabores. La operación técnica de To aquí es notable: comprendemos qué y cómo huelen, gustan y tocan los protagonistas, a veces con placer y a veces con asco. Me decían a la salida que era poco soportable el nivel de gritos de los personajes, pero si uno asume que el punto de vista (pun not intended) es de alguien que tiene exacerbados todos los sentidos al carecer de la visión, vemos la sabiduría del realizador: nos sumerge en su mundo, nos hace insoportable hasta el sonido de la yema de un dedo golpeando un almohadón, nos refriega dos o tres escenas de vómito (pocas cosas evocan más el sentido del olfato y el tacto como el vómito) y hasta se da el lujo de resolver cuestiones sensuales -sic- con (el) tacto: aquella en la que Johnston finalmente baila tango con el amor de su vida -uno “siente” cómo sus manos tocan la seda del vestido de la mujer- y la otra, cuando finalmente se atreve a conocer el rostro de la mujer que lo ama.

Pero además de todo esto, la película es un notable bastidor social donde la mujer es objeto de uso, abuso y descarte, donde la sabiduría “de la yeca” muchas veces supera el conocimiento técnico, donde la gente trata de sobrevivir al margen de cualquier tipo de organización. Es la China de hoy, donde fungen personajes desesperados, locos, asesinos, obsesos, melodramáticos hasta el peligro. Me doy cuenta -pero prometo la próxima- que Johnny To llega, por el absurdo del humor y el amor y el juego policial, a la misma conclusión a la que Jia Zhang-ke llega por vía del drama implacable de la sangre: la exitosa China es el lugar de los monstruos, un país que es metáfora de todos los países. Por cierto, incluso en estos terrenos, To resulta más optimista y tierno que Jia. Algo que queda clarísimo al compara el último plano de Blind Detective con el último plano de A Touch of Sin. Por ahora, mantengamos el suspenso y hagamos una declaración estentórea: Blind Detective es una película muy buena, tanto que incluso nos quiere mucho.

Leonardo M. D’Espósito

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