Por Fernando E. Juan Lima
El día gris acompaña la sensación de que todo ha terminado. Esta mañana se percibe más interés en los pronósticos acerca de cuáles han de ser los premios de la Competencia Oficial (a Un certain regard se presta menos atención) que en las películas que todavía pueden verse. De repetirse los atinados criterios revelados al otorgar los premios mayores para La patota, de Santiago Mitre, en La Semana de la Crítica y Trois souvenirs de ma jeneusse, de Arnaud Desplechin, en la Quincena de los Realizadores, en la Competencia debería reconcerse a The Assassin, de Hou Hsiao Hsien. Pero ya sabemos que eso de los jurados y los premios tiene menos que ver con criterios artísticos y estéticos que con cuestiones que van del juego de intereses al mero azar. Veremos (y comentaremos) qué pasa.
La última película en competencia es Macbeth, dirigida por Justin Kurzel, con Marion Cotillard. Demasiado para las 8:30 del último día del festival (mañana, domingo, sólo podrán recuperarse algunas películas de la selección oficial); a esta altura para ver una versión australiana de Macbeth tendría que ser musical y estar dirigida por Baz Luhrmann. Así que allá vamos rumbo a la Quincena de los realizadores, cuyos premios se conocieron ayer y hoy repite las películas laureadas. Comenzamos con Les cowboys, de Thomas Bidegain, habitual guionista de Jacques Audiard, tal es el caso -incluso- de Dheepan, que comentamos ayer. Y mucho del cine del realizador, al menos en cuanto a la temática y a la manera de sumar vueltas de tuerca que podrían resultar inverosímiles, lo encontramos en esta opera prima. El inicio ya propone la entrada a un mundo algo desconocido, el de los cowboys franceses. Todo comienza en un rodeo poblado de banderas estadounidenses y texanas y luego pasa a un saloon, donde el protagonista canta -en inglés- un tema country (sí, estamos en Francia). Y allí estalla el conflicto, con la desaparición de su hija, de 16 años. El padre desesperado (junto con su hijo menor) la buscará durante varios años, aunque eso le cueste el matrimonio y, eventualmente, la vida. La relación con el extremismo islámico, los viajes por el mundo buscando a la ahora ya mujer, la muerte del padre y la continuación de la pesquisa por parte del hijo rozan ya el disparate con la llegada de este a Paquistán cuando el relato propone una vuelta de tuerca que elegimos no contar para no arruinar la posible visión a quien sí le interese este filme.
Seguimos en la Quincena de los Realizadores, con la ganadora del premio Label Europa Cinemas, la película turca Mustang, de Deniz Gamze Ergüven. Cinco hermanas, entre niñas y adolescentes que viven con sus abuelos a raíz de la muerte de sus padres. Las cinco son bellas, divertidas, lanzadas, encantadoras, y la cámara se enamora de ellas, las encuadra juntas, amontonadas, una encima de la otra jugando, disfrutando, descubriendo. Mustang es divertida y empática con sus criaturas y puede dar muestra de la tensión entre los deseos de libertad de estas jóvenes y las imposiciones de la familia, los vecinos, de una sociedad represiva. Cuando llegan a cierta edad, las mujeres deben prepararse para lo único que sirven: casarse y parir. Sin la gravedad sobreactuada de tantas películas que se han visto por acá (las dos indias presentadas en Un certain regard, Masaan y The fourth direction, por ejemplo), con una solidez que sorprende para una opera prima, el filme deja en claro su posición sin ser discursivo. Hay solo un momento en el que se cae en lo que puede interpretarse como un golpe bajo (aunque ocurra fuera de campo), pero no llega a arruinar una película luminosa pese a que muestra cómo esa hermosa casa donde habitaban las 5 chicas se va transformando en una verdadera cárcel. Así y todo, será ese carácter casi de prisión lo que terminará salvando a las dos menores (todavía a salvo de los matrimonios impuestos), más allá de que queda claro para la realizadora que la posibilidad de mejorar el futuro pasa por la educación.
En la misma sección, la ganadora del premio Art Cinema Award, la colombiana El abrazo de la serpiente (dirigida por Ciro Guerra) aprovecha la pantalla panorámica y el blanco y negro para acercarse a la historia mítica que vincula a un chaman con un etnógrafo extranjero (alemán primero, estadounidense después porque la película está contada en dos tiempos). La búsqueda de una planta milagrosa, la yakruna, es el macguffin para una bajada de línea entre new age y ecologista que molesta un poco. Las imágenes de la selva y la misión religiosa establecida en ella, lo mejor del filme.
Van 6 años seguidos que vengo al Festival de Cannes. Y creo que en todos los casos las películas de clausura fueron entre horribles y prescindibles (con predominancia de las primeras). Este año fue el turno de La glace et le ciel, de Luc Jacquet (La marcha de los pingüinos), que narra la vida de aventuras de Claude Lorius, que comenzó a estudiar el territorio de la Antártida en 1957, pronosticando desd entonces el calentamiento global. Al comenzar el film el protagonista, de 82 años al momento de la filmación, aparece caminando en cámara lenta con una campera celeste muy brillante sobre un fondo de territorio de hielos inmaculados, cual Lee Kang-Sheng en Walker o Journey to the West, pero sin el timming, concepción de puesta o utilización de los espacios de Tsai, claro está. Como el señor camina lento, los cortes y planos detalle de las manos, los ojos, el horizonte, intentan subrayar, explicar y decirnos a dónde mirar. Ese rol lo cumplirá después una redundante y melosa voz en off que logra arruinar una historia realmente interesante y unas imágenes que efectivamente llaman la atención cuando no se acude a la intrusión digital. Una lástima porque el material de archivo es realmente fantástico.
Comienza la entrega de los premios. La seguimos mañana en la despedida.
Publicada el 23/05/15