Por Jaime Pena
Una película como Sicario, la primera aparición de Dennis Villeneuve en la competición de Cannes, creo que sintetiza muy bien el giro que estaría llevando a cabo el festival. Se trata de una película de género protagonizada por Emily Blunt, Josh Brolin y Benicio del Toro, pero no es la peor película de género que haya participado en Cannes ni este ni en años anteriores. Fuera del festival y en el curso de la temporada sería incluso una película recomendable. Pero no parece una de esas películas como Carol destinada a un lanzamiento con el objetivo puesto en los Oscar (aunque, la verdad, nunca se sabe). La película está ambientada en la frontera entre Estados Unidos y México (El Paso y Ciudad Juárez, básicamente) y narra las infiltraciones de un comando de la DEA y el FBI en territorio mexicano para desarticular a los cabecillas de un cartel, con todas las implicaciones éticas y legales que ello comporta. La conciencia crítica del espectador la representa el personaje de Blunt, claramente inspirado en los de Jessica Chastain en Zero Dark Thirty y Claire Danes en Homeland, solo que el suyo se trata de un mero personaje pasivo, recayendo el verdadero protagonismo en sus partenaires masculinos, Brolin y, a medida que avanza la película, Del Toro. Desde esta perspectiva Sicario, titulo vulgar donde los haya, puede verse como un mero sucedáneo, un producto competente (fotografía de Roger Deakins) y con cierta conciencia social, pero que corre el riesgo de pasar desapercibido de no mediar algún golpe de fortuna (y no creo que ese vaya a ser la Palma de Oro). La competición de este año está llena de películas así: tan correctas como impersonales, obras más de productor que de director. Aquí puede radicar el cambio de paradigma.
Por suerte Jia Zhang-ke escapa a esa valoración. Uno podía temerse lo peor de Mountains May Depart, película dividida en tres partes, con un segmento final ambientado en 2025. Sin embargo Jia recupera buena parte de la esencia inicial de su cine, un cine que en los últimos años parecía apuntar hacia una mayor ambición presupuestaria y formal, también a una cierta despersonalización. Por el contrario, Mountains May Depart es una película mucho más modesta de lo que su llamativa estructura parecía apuntar, también una de esas raras películas de cineasta de prestigio que no nacen con la vocación de ser más grandes que la inmediatamente anterior en su filmografía. Si acaso, su única veleidad es su formato, con el capítulo de 1999 en formato cuadrado, el de 2014 en panorámico y el de 2015 en scope (el formato dominante en este Cannes). El segmento inicial es realmente fascinante, al incluir escenas de archivo documental que se engarzan con naturalidad en la ficción en torno a un triángulo amoroso, el de Tao (Zhao Tao), Jinsheng (Zhang Yi) y Liang (Liang Jingdong). Jia parece volver aquí a sus inicios, a la época de Xiao Wu (1997) y Platform (2000), también a su natal Fenyang. Por primera vez en mucho tiempo también parece más preocupado de los personajes que del paisaje, de las transformaciones que este sufre en el rápido proceso de conversión al capitalismo de China. La occidentalización del país está muy presente, algo que Jia deja muy claro desde la primera secuencia, un número musical a los sones del Go West de los Pet Shop Boys. De esta occidentalización deriva una pérdida de las raíces que perseguirá a los personajes (el hijo de Tao y Jinsheng llevará el nombre de Dollar) y que los conducirá a la diáspora, primero en el interior de China, luego en Australia. El segundo segmento (2014, el presente) es probablemente el más discursivo, el que quiere decir más cosas; el tercero puede ser el más inconsistente, pero es también el más libre, el que deja un poso de frescura y la promesa de un Jia que, gracias a unos nuevos escenarios (Australia) y a un nuevo idioma (el inglés), parece haber rejuvenecido de repente.
Songs My Brothers Taught Me es la primera película de Chloé Zhao, el retrato de una comunidad en la reserva india de Pine Ridge (Dakota del Sur) que se mueve a medio camino entre el documental y la ficción, una de esas películas tan fáciles de ver como de olvidar. Zhao nos proporciona algunas bellas imágenes, también unos jóvenes personajes que buscan huir de la reserva y buscar nuevos horizontes. Pero en su película también anida una fastidiosa tendencia a reducir las secuencias a su mínima expresión, desdramatizándolas, volviéndolas caprichosamente elípticas, como si estuviese buscando con desesperación la belleza de un efecto fugaz, normalmente logrado a través del montaje. Viendo Songs My Brother Taught Me uno puede tener la sensación que a la cineasta le sobraban planos y que finalmente quiso integrarlos todos en el montaje; también que la influencia de Terrence Malick puede ser muy perniciosa (y Malick está muy presente en esta película filmada en el entorno del Badlands National Park).
También forma parte de la selección de la Quincena Les Cowboys, el debut en la dirección de Thomas Bidegain, guionista habitual de Jacques Audiard. La primera escena parece transportarnos a una comunidad de la América profunda, todo un festival country. Estamos sin embargo en Francia y el country no será más que una anécdota cuando la hija de una familia que asiste al festival desaparece misteriosamente. Estamos a mediados de los noventa y pronto sabremos que no estamos ante una intriga criminal con asesinos en serie, pues la adolescente, Kelly, ha abandonado su familia para huir con su novio, Ahmed, y convertirse al Islam. Primero el padre de Kelly, luego su hermano, Kid, iniciarán una búsqueda por medio mundo que se prolongará a lo largo de unos quince años, con el trasfondo del terrorismo yihadista (el 11S, Madrid, Londres). Ellos son los verdaderos cowboys, “the searchers”, buscando a una hija y hermana que, en realidad, nunca reencontrarán. Mountains May Depart se servía de Go West para anticipar su discurso; Les cowboys termina con una peculiar versión de Smalltown Boy de Bronski Beat, aquella canción sobre un joven homosexual que debía dejar su pequeña ciudad para poder vivir su vida. Mientras las películas francesas vistas hasta el momento en la sección oficial adolecían de un gran conservadurismo, de jugar en terreno seguro y con las cartas marcadas, esta tan irregular como ambiciosa Les cowboys viene a representar una cierta aunque moderada esperanza en el resto de la selección gala.
Publicada el 20/05/15