Estas son algunas de las cosas que se pueden leer en El Amante #243. Si te suscribís, tenés disponible este número y todos los anteriores.
Leonardo M. D’Espósito sobre 360:
“La novela de Arthur Schnitzler La ronda ha sido la excusa para más de una película, más allá de las adaptaciones (dos importantes: Max Ophuls y Roger Vadim) directas. Lo que suele copiarse es el procedimiento A conoce a B, B se cruza con C, C a N, N a Z y Z finalmente a A, con lo cual el principio enlaza con el final. Pueden interpretarse muchas cosas solo desde la mera estructura; se puede utilizar como afirmación del rol del azar en nuestras vidas o para decir que no hay nada al azar en nuestras vidas. Para el cine es, además, muy económica: uno puede disponer de una cantidad de estrellas por poco tiempo de rodaje para cada una. Y como gran parte de la trama sucede en dormitorios, tampoco es necesario un gran diseño de producción. Por último, el “ingenio” de enlazar lo primero con lo último puede hacer aparecer al realizador como un inteligente e irónico observador de la vida humana.”
Marcos Rodríguez sobre Salvajes
“Sí, hay sexo, una pareja joven y esbelta, mucho sol, muchas ventanas abiertas y piletas de distintos tipos, pero no llegamos ni a sentarnos en el cómodo sillón de la casa cuando ya está sonando (con música del Chavo del Ocho) la amenaza que viene a destruir esta Arcadia surfera: los narcos. El paraíso que estamos dejando atrás no es un recuerdo para el espectador, es un dato que nos dio la voz en off.”
Diego Trerotola sobre Marea roja
“Scott le pone la frutilla escarlata a su glorioso y salvaje primer lustro de los noventa con la reafirmación de un axioma cinéfilo: las películas de submarinos son todas buenas. Pero este ejemplar está un grado arriba de sus camaradas del subgénero porque se adelanta a Scream en su idea de película de submarinos con gente que sabe de películas de submarinos, un metasubgénero que no llega a tener el nivel de ostentación demagógica de la saga de Craven-Williamson.”
Marcos Vieytes en la nota “Todo es western / El western es una mierda”:
“Según la Biblia, una de las pocas veces que Dios habló en público, lo hizo para decir “Este es mi hijo, el amado, a quien he aprobado”. Reconocimiento, afecto y aprobación es prácticamente todo lo que un hijo puede esperar de su padre. En ese cielo viril del patriarcado afectuoso transcurre la relación Gabin-Delon que, como todo cielo, solo existe precariamente y se ve interrumpido por la pasión punitiva del Estado (no es casual que en una película que gira, sobre todo, alrededor de la relación padre-hijo, la justicia institucional tenga un papel preponderante). Giovanni manifiesta el mismo árido, distante escepticismo hacia la religión, el sistema judicial o las protestas estudiantiles.”
Guido Segal sobre El último Boy Scout:
“Todo hijo pródigo de la industria del entretenimiento sabe que lo que se espera de él no es necesariamente la innovación temática y formal, sino la apropiación de un legado.”
Jaime Pena sobre el Festival de Venecia:
“Pude escuchárselo a varios programadores a lo largo de la temporada: estamos ante un mal año, no hay películas. Fue patente en Cannes y la situación se volvió a repetir en Venecia (aunque no parece haber sido el caso de Berlín o Locarno). Se lo podríamos achacar por lo tanto a una mala cosecha si no fuese porque en el caso concreto de la Mostra de Venecia se dieron otros síntomas preocupantes que anunciaban un rotundo cambio de paradigma con respecto a los años Marco Müller. Como ya fui comentando a lo largo de las tres crónicas que se publicaron en elamante.com algunos de estos cambios, los estructurales, pudieron ser para bien; los estrictamente cinematográficos, los que avanzan, quizás, lo que pueda ser una nueva línea marcada por la dirección artística de Alberto Barbera son sin duda mucho más preocupantes y bien pudieran representar una involución.”