Entrevista con Milagros Mumenthaler, directora de Abrir puertas y ventanas

Intimidades, rutas, motores y misterios

por Lilian Laura Ivachow

 

Atención: se revelan detalles argumentales.

 

¿Cómo surgió Abrir puertas y ventanas?

Hay dos temas que venía trabajando en mis cortos que me interesaban y me movilizaban, las relaciones fraternales y la representación de la ausencia. De las relaciones fraternales me interesaba cómo influye un hermano mientras que uno crece y cómo influye en la persona que uno termina siendo. Cuál es el rol que cada uno cumple en la familia; a veces no hay el mismo lugar para ambos y a veces uno necesita distanciarse del otro como para tener un lugar más propio. Eso me parece que también influye en lo que uno hace como persona, o en lo que uno termina siendo a medida que va creciendo.

En primera instancia me interesaba esto, y además, la complejidad de las relaciones familiares. Son relaciones complejas e impuestas, que uno no eligió ni decidió tener. Por eso en la familia siempre se crean situaciones de conflicto, de amor y de odio. En general, por lo que más se sufre es por las relaciones familiares. Después, cuando uno arma su propia familia, surgen otras cuestiones. Pero siempre hay un peso familiar que a veces es como una carga y otras veces como una bendición. Este es el tema que me parecía importante y sobre lo que quería indagar. Y, también, en la representación de la ausencia. Me interesaba la representación de lo íntimo, tratar de representar lo que sienten los personajes a través de las situaciones en las que están inmersos. Me parece que por el momento es sobre lo único que puedo hablar. No puedo hablar de verdades objetivas. Creo que lo íntimo es nuestra única verdad.

 

¿Y cómo lo representaste en la puesta en escena?

El motor fue la película Ruta uno de Robert Kramer. Siempre me sorprendió cómo Kramer logra, a través de un documental, que el personaje central con el que recorre toda una ruta de norte a sur de los Estados Unidos de repente un día diga “yo ya me cansé y me voy”. Para mí ver esa cámara que no sabía adónde ir en un documental fue como una revelación. Fue una revelación ver cómo lograba, a través de la cámara, ese sentimiento de falta de algo. Ese fue un motor. Antes yo había indagado sobre esto mismo en un corto que se llama Amancay. El largo también es una forma de indagar en eso que de alguna manera uno fue buscando e trabajando a través de los cortos. Siento que el corto es un lugar para probar cosas.

 

En cada una de las canciones (que tienen mucha presencia) planificaste también una puesta cuidadosa…

La puesta en las canciones tiene relación con el contenido de la escena misma. Por ejemplo, en la primera de las canciones (“Back To Stay”, de Bridget St. John) es como si de repente estos tres personajes que no se encuentran y que tienen muchos problemas de comunicación pudieran unirse en ese momento. La música tiene el poder de traer cosas de un pasado a un presente. Ahí el espectador entiende que en otro momento ellas tuvieron otro tipo de relación y que también están sufriendo, cada una a su manera, por lo mismo. Para mí era importante mostrarlas juntas. En la escena del final ocurre lo mismo. En esa canción, si bien Violeta no está, está a través de la música. De repente se recompone un nuevo equilibrio.

 

A propósito de la “ida” de Violeta (se va de repente y me parece bien que no se nos expliquen las causas). ¿Por qué elegiste que sea Violeta la que no está?

Porque es quien menos encuentra su lugar. Tiene una hermana, que es un poco la hermana modelo, que se siente muy bien en la casa, a quien le va bárbaro en los estudios. La otra hermana es la rebelde, la que todo lo cuestiona, la que siempre busca cizaña. Violeta se pregunta “qué hago yo acá”, “cuál es mi lugar en esta casa”. Ella es un misterio en la película y un misterio para sus hermanas. Y si para las hermanas es un misterio, me parece que para el espectador también tiene que serlo. Creo que además es una necesidad real del personaje. Tiene la necesidad de irse para encontrarse. En esa casa no lo puede hacer.

 

La casa es funcional. ¿Cómo la elegiste?

Me interesaba que fuera una casa grande, pero que evitara el cliché de las casas grandes de gente con dinero. Que parezca una casa heredada, pero más bien de clase media y sin el estigma social de las de zona norte. Hubo un trabajo de arte muy grande para “bajar” la casa original, que era bastante imponente. Se la achicó, se tapó la pileta y usábamos como entrada principal la entrada de servicio.

 

Realmente, a veces los hermanos no se parecen. (Tengo una hermana mayor y no nos parecemos mucho en el plano físico) ¿Por qué elegiste que no se parecieran?

En un momento durante el casting tenía la idea de que se tenían que parecer. Después empecé a buscar más la personalidad y la actriz adecuada para cada personaje. Además, estaba de por medio la cuestión de la adopción. Después me di cuenta de que no, de que el vínculo va más allá de cualquier parecido físico.

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