El rincón del Viejo Canalla

NUÑEZ CUARTETO. Vértigo seguro. Edición independiente.


El jazz nacional sigue ofreciendo –afortunadamente, y de manera continua- el surgimiento de diferentes instrumentistas que, ya sea a través de sus actuaciones en vivo, o de la grabación de sus trabajos, enriquecen ese género. En este caso, es el pianista Rodrigo Núñez el que presenta su primer y muy atractivo trabajo. Núñez comenzó estudiando música clásica, pero luego se volcó al jazz, de la mano de una de las figuras señeras de la vanguardia local, el cornetista y tecladista Enrique Norris. Instrumentista muy dotado, en sus interpretaciones los oídos habituados pueden percibir influencias varias (principalmente de Thelonious Monk y Don Pullen) que, sin embargo, se decantan en un estilo personal y original en el que confluyen desde el stride hasta el free jazz más avanzado. Acompañado de Ada Rave, una notable saxofonista dueña de un fraseo vibrante y poderoso y una gran capacidad para la improvisación, y la muy sólida sección rítmica que integran Ivan Viaggio en contrabajo y Pablo Díaz en batería, el pianista desarrolla aquí un programa integrado en su totalidad por obras suyas, que también lo muestran como un muy competente compositor. El disco comienza con una potente versión de Liberación, con un intenso solo de Rave, pletórico de ideas, y otro de  Núñez en el que se pueden escuchar desde macizos acordes hasta floridos arpegios. Rengo y feliz empieza con una notable introducción del pianista, quien luego desarrollará un notable solo. Domingo y Buen día son enérgicos blues, con lucimiento de todos los músicos, mientras que en Caminata lunar se puede apreciar una excelente interacción entre el saxo y el piano. Sacate la mochila ofrece un vigoroso solo de Ada y un gran trabajo de la batería, en tanto que el tema que da título al disco es el más complejo y elaborado, con bruscos cambios de tono y un notable pasaje en el que se lucen el contrabajo, tocado con arco, y el saxo. El CD finaliza con una chispeante versión de ¿Vamos? Un excelente disco debut, que muestra a Rodrigo Núñez como una más que promisoria figura dentro de la escena jazzística local, junto a un grupo al que vale la pena no perderse en alguna de sus actuaciones en vivo. Jorge García.

 

 

 

VALE TANGO. Las huellas en el mar. Winter & Winter 910193.

Con una ya prolongada trayectoria de trece años, el sexteto Vale Tango, dirigido por el pianista Andrés Linetzky, ha logrado no solo destacarse en el plano local, sino también trascender al internacional. Prueba de ello es que este, su noveno trabajo, ha sido editado por el prestigioso  sello alemán Winter & Winter. Conjunto muy afiatado en su sonido, que abreva en las tradiciones más nobles del tango (tiene un muy buen disco dedicado a la obra de Agustín Bardi), a pesar de estar alejado de las orientaciones vanguardistas, muestra –en particular en los temas instrumentales- frescura y originalidad en los arreglos, a cargo de su director y pianista, Andrés Linetzky. En este caso, el CD está integrado casi en su totalidad por obras del mencionado Linestzky (hay dos excepciones), en las que se muestra como un muy atractivo compositor. Esto se puede apreciar, vg., en los dos primeros temas, Madera de roble, dedicado al gran bandoneonista Rodolfo Mederos y la milonga lenta que da título al disco. Aiumanu es un tanguito compadre, mientras que Ilusiones perdidas muestra un definido aire “puglieseano”. Son también atractivas las versiones de El gallo que canta, dedicado al violinista Ramiro Gallo y Todas las mañanas con mis reinas. Hay también temas interpretados en piano solo por Linetzky, como el lírico Roto antes de armado y el bonito vals Cuando jugaba. Los temas no pertenecientes a Linetzky son Fuimos, el hermoso tema de José Dames, vertido en una expresiva interpretación en piano solo y la versión tangueada de Donna Lee, el clásico de Charlie Paker. Menos satisfactorios son los temas cantados, con letras del pianista y de Matías Linetzky, a cargo de Marcelo Costa -un vocalista correcto, aunque sin rasgos distintivos- con la excepción de Soy un ángel (para Becky), con el que finaliza el disco, interpretado en un poético dúo de voz y piano. Jorge García.

 

 

 

ROXANA FONTAN CANTA A PIAZZOLLA. Angel porteño. Epsa 1273.

En los últimos tiempos varios cantantes se han dedicado a interpretar los temas que compusiera Astor Piazzolla con letras de diferentes poetas, en los que predominan los no siempre satisfactorios versos de Horacio Ferrer. En este caso es Roxana Fontán, una cantante de adecuada afinación y convincente expresividad, la que aborda ese repertorio. Con los muy buenos arreglos de Nicolás Gershberg, quien además interpreta el piano y la presencia de excelentes músicos, tal el caso de Horacio Romo en bandoneón, Pablo Agri en violín, Martín Keledjian en contrabajo y Daniel  “Pipi” Piazzolla en percusión, más la presencia de algunos invitados, la vocalista desgrana diversas piezas, algunas muy transitadas, otras no tanto. Hay varias obras del mencionado Ferrer, algunas convincentes, como la poco conocida Bocha y Yo soy María, la versión de Oblivion, en la que la bella melodía de Astor está claramente por encima de los versos del poeta y dos temas que muestran la vertiente más enfática y grandilocuente de Ferrer, el  solemne Preludio para el año 3001 y la, a estas alturas, casi insoportable Balada para un loco. Son muy buenas las interpretaciones de la cantante de Siempre se vuelve a Buenos Aires, con letra de Eladia Blázquez y la milonga Jacinto Chiclana, debida a la pluma de Jorge Luis Borges, con un innecesario recitado a cargo de Víctor Hugo Morales y también resultan satisfactorias las versiones de Los pájaros perdido (letra de Mario Trejo) y Vuelvo al Sur, con versos de Pino Solanas. Dos temas, La partida, versificada por E. Parula y Campo, camino y amor, con letra del gran Atahulapa Yupanqui muestran una casi desconocida faceta folclórica de Piazzolla en un disco con desniveles, pero con algunos muy buenos momentos. Jorge García.

 

 

 

AMORES TANGOS. Altamar. STM 098.

Constituido en el año 2008 por músicos provenientes de diversas agrupaciones, Amores Tangos ha conseguido instalarse como un grupo, que si bien tiene como fuente principal el tango, abreva en diferentes vertientes musicales, tales como la música latinoamericana (cumbia, bossa nova) los ritmos de los Balcanes y el jazz. Dirigido por el guitarrista José Teixido, autor de casi todos los temas propios del grupo y de muchos de los arreglos,  y con una propuesta lúdica y vital, en la que la improvisación se da de la mano con el divertimento, el grupo ha logrado consolidarse y trascender al escenario porteño. Estas características están presentes en este, su segundo trabajo, en el que a los habituales integrantes del conjunto se unen varios invitados de fuste y la presencia en algunos temas de la Orquesta de Cuerdas Elvino Vardaro. El disco comienza y termina con la vivaz milonga Sanata, hay también otros buenos temas instrumentales, como Tango de altamar, el melancólico Lo que dejó la marea, otra chispeante milonga, Parararaira, y una lírica versión del vals discepoliano Sueño de juventud. El tango tradicional está representado por Los cosos de al lao, cantado por el veterano Osvaldo Peredo y la música ríoplatense por los candombes Tormentosa, interpretado por Limón García y Deshojando la margarita, con la presencia de la voz de Cucuza Castiello. El momento más juguetón del disco es la versión de Bésame mucho, cantado por Peredo y con un arreglo que remite al que hiciera el gran guitarrista Oscar Alemán hace varias décadas. Jorge García.

 

 

 

EDGARDO CARDOZO. 6 de copas. Edición independiente.

Con una dilatada carrera que incluye no solo la música, sino también el teatro, el compositor guitarrista y cantante Edgardo Cardozo es una figura difícilmente clasificable. Integrante desde hace muchos años del grupo de culto Puente celeste, también ha desarrollado una carrera como solista y en dúo con Juan Quinteros. Si como guitarrista aparece como un intérprete rico en matices, es su faz de letrista la que le otorga aquel carácter de inclasificable. Poema etéreos, en lo que lo cotidiano se ve enriquecido por imágenes de alto vuelo poético y de un notable lirismo, en este CD, en el que canta solo acompañado de su guitarra, suma a sus temas la musicalización de algunos versos de otra figura de culto, el gran poeta de Juan L. Ortiz, y el resultado en un disco que consigue una sorprendente unidad musical y temática. Una placa de tono marcadamente intimista, que requiere de varias escuchas para ser apreciada en su cabal dimensión. Jorge García.

 

 

 

BETTINA BOBROWICKY. Mayu. Epsa 1517.

Hija de padre judío y madre árabe, psicóloga de profesión, este debut de la tucumana Bettina Bobrowicki como compositora, guitarrista y ocasional cantante es una sorpresa. Es que su música, inspirada principalmente en aires folclóricos, pero también deudora de los ritmos ciudadanos, ofrece delicadas texturas y muestra a una autora talentosa, no solo de músicas, sino también de letras, a una competente arregladora y a una instrumentista a la que habrá que tener, de aquí en más, muy en cuenta. En su disco debut, Bobrowick, con la dirección musical de Lilian Saba, ha convocado a varios de los más importantes músicos de la escena local para interpretar su obra. Así en el Preludio inicial, se destaca Irene Cadario en violín, en la guarania Arrullo, aparece la personal voz de Liliana Herrero y en Una mujer es la zamba el convocado es el gran guitarrista Juan Falú, quien también la canta. Otra bonita zamba, En sombras, está interpretada, cantada y arreglada por Nora Sarmoria, mientras que en la vidala El amor y la pena es la vocalista Ana Luisa Molteni la que se luce  y la bella milonga Retazos es interpretada con gran sentimiento por Patricia Andrade.  Las virtudes de Bobrowicki como guitarrista se pueden apreciar en la chacarera trunca La mal llamada y el tango Otra vez en tanto que se la puede escuchar como cantante en la milonga El espejo. Un muy atractivo disco que muestra a Bettina Bobrowicki como un secreto hasta ahora muy bien guardado dentro de nuestra música popular. Jorge García.

 

 

 

MARINA LUPPI. Instante. Epsa 1520.

Intérprete que ha circulado por diversos escenarios en los últimos años, Marina Luppi hace su debut en este disco, en el que desarrolla un repertorio integrado por algunas obras no demasiado transitadas de grandes compositores de nuestra música folclórica, algunos clásicos de grandes figuras de la música latinoamericana y un par de temas propias. Cantante dotada de una voz afinada y bien timbrada y un apreciable caudal expresivo, es posible que le falte todavía ese plus personal que distingue a las grandes intérpretes. Con el acompañamiento básico de Leonardo Andersen en guitarra, Aníbal Domínguez en flauta y Pablo Quiñones en percusión a los que se agregan algunos invitados de lujo, Luppi ofrece interesantes arreglos de los temas que interpreta. Dentro de un disco en líneas generales atractivo caben destacar sus versiones de tres temas de la dupla Pepe Núñez/Juan Falú, la chaya Rosario Pastrana, el Gato panza arriba y la chacarera Zonko querido. Son muy buenas sus versiones del rasguido doble Garzas viajeras, de Aníbal Sampayo, la Zamba del lino, de  Manauta y Oscar Matus y el Run Run del Angelito, de Violeta Parra. Pero los picos más altos del disco se encuentran en la bella tonada Tristeza, de los Hermanos Núñez, en la que está acompañada por Juan Falú, Negrita Martina, de Daniel Viglietti, con muy buena participación de Daniel Toledo Gavilán en saxo alto y Pluma de guacamayo, en dúo con la percusión de Quiñones. Jorge García.

BOSPHORUS DUO. Edición independiente.

No son muchos los artistas de calidad que se dedican en Buenos Aires a interpretar lo que podríamos llamar -tal vez simplificando el término- música étnica. Pues bien, en esa línea está el dúo integrado por el guitarrista Serkan Yilmaz y el percusionista Horacio Cacoliris. Nacido en Turqía, pero radicado en la Argentina desde hace muchos años, Yilmaz es un gran intérprete de la guitarra de siete cuerdas, y también compositor y arreglador, algo que ya había demostrado en su anterior trabajo, Descalzo, comentado en su oportunidad en este mismo espacio. En cuanto a Cacoliris es un notable percusionista de ancestros griegos, que ha tocado con los mejores intérpretes de nuestra música folclórica. La fusión de ambos instrumentistas da como resultado este muy atractivo disco en el que desarrollan una serie de temas de Yilmaz que si bien remiten a los ritmos de su país natal, también incorporan elementos de la música latinoamericana y el jazz, con ecos de los compositores clásicos contemporáneos, en los que la improvisación es el elemento fundamental, a partir del virtuosismo del guitarrista y del muy personal uso de la percusión de Cacoliris, a lo que se suma en algunos temas la utilización de la voz como un instrumento más. Si bien ambos músicos declaran que su fuente de inspiración principal es el dúo que en su momento integraron los brasileños Egberto Gismonti y Naná Vasconcelos, su sonido difiere bastante del de aquella notable pareja. Un disco para escuchar con atención y disfrutar los ricos entramados sonoros que proponen Yilmaz y Cacoliris en cada uno de los temas. Jorge García.

 

 

 

SERGIO POLI ENSAMBLE ELECTRICO. Canícula Metrópolis. Edición independiente.

Hay músicos que en un determinado momento de su carrera deciden dar un brusco giro a la misma, bien sea por convicción o porque consideran que ese giro les puede ser redituable en términos de venta de sus materiales discográficos. No estoy en condiciones de determinar en el caso de Sergio Poli cuales fueron las razones de ese cambio, pero lo cierto es que este interesante violinista de formación clásica y que ha integrado distintas orquestas y formaciones de cámara, pero también grupos de jazz y de tango aquí incursiona en una variante de fusión que está mucho más cercana a variantes del rock, el funk y la música pop en sus vertientes más electrónicas, incluidas batería de esa característica y computadoras, con arreglos del guitarrista del grupo Luis Aceto. Poli es un muy buen instrumentista (sus solos son lo mejor del disco) y es autor de varios de los temas, aunque los hay también de figuras prominentes, como Maceo Parker y Jaco Pastorius, pero el conjunto suena bastante derivativo de lo que hizo en su momento Jean-Luc Ponty cuando decidió abandonar el jazz y más allá de que temas como Apuntes de otoño y Birds in the Kitchen suenan bien, el resultado final es bastante híbrido y no (me) resulta convincente; tengo un recuerdo más satisfactorio de cuando escuché de Poli en su vertiente jazzística. Habrá que ver si el violinista toma este disco como un camino de transición y de búsqueda o decide quedarse definitivamente en estos rumbos. Jorge García.

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