La película elegida para la apertura (Selección Oficial, fuera de competencia) es El gran Gatsby, dirigida por Baz Luhrmann. Una vez más, el festival es la plataforma para el lanzamiento de un film industrial del mainstream hollywoodense. De todos modos, no hay aquí (solamente) matrimonio por conveniencia. Luhrmann es un director que ha demostrado tener una mirada propia, apoyándose en clásicos (Romeo + Julieta) o releyendo la historia (Autralia), con el suficiente desparpajo como para, con una sola película, demostrar lo que la actualización de un género debía implicar (Moulin Rouge). Se le ha criticado la grandilocuencia, el perderse en diversos meandros durante la narración, en quedarse en la superficie de algunos temas, jugando con los actores más como superficies o iconos que generando una actuación convincente. Más allá de que tengo dudas de que esto último pueda predicarse de este Leonardo Dicaprio (demoledoramente entrador y metido en el personaje, aunque el tono excesivo reclamado por el realizador pueda parecer en algún momento demasiado), lo expuesto es casi una marca de fábrica de Luhrmann. Que todo parece demasiado coreografiado y artificial? Claro, pero aun en ese contexto la película nos emociona y podemos creer que los protagonistas imaginados Francis Scott Fitzgerald existieron y tienen su correlato en el presente. La historia del parvenu que se crea a sí mismo para conquistar a su amada posee el desenfado y la épica necesarias para que toda la artillería de música (como siempre, perfectamente anacrónica), vestuario y fuegos artificiales varios nos hagan perdonar algunos minutos de más y entregarnos de lleno al disfrute.
El día de la apertura el festival prevé la proyección de sólo dos películas: la citada el Gran Gatsby, y Heli, a la que me refiero sobre el final. Así que, cómo no aprovechar la oportunidad de acercarse al Mercado que tiene lugar al mismo tiempo que la muestra y ver algo de aquello que no llega más a nuestras australes tierras (y que aquí solo accede a la categoría de “festivable” muy a cuentagotas). Algo de artes marciales: Judge Archer, de Haofeng Xu (guionista de la última película de Wong Kar Wai, The Grandmaster, estrenada en la Belinale de este año), que sin ser gran cosa permite disfrutar de la clásica historia del paria que sólo puede ganarse un lugar (y reconciliarse con el pasado) a través del Kung Fu, ejerciendo como juez en la materia (si, ya sabemos, el asunto viene por otro lado). Y un buen thriller coreano: New world, de Hoon-jung Park (guionista de la poderosísima I saw the devil, de Kim Jee-woon). Historia de infiltrados que remite a Infernal affaires con una explicitud en la violencia que no resulta extraña si se recuerda el guion indicado. Una película con la factura perfecta de un cine industrial en serio que nada tiene que envidiar (muy por el contrario) a Hollywood. Muestra de ello es la incursión de tanto director surcoreano en EE.UU. en los últimos tiempos, de El último desafío a Lazos perversos)
.
La primera película de la competencia oficial ha sido la película mexicana Heli, dirigida por Amat Escalante. El mismo que a muchos sorprendió y encandiló en 2005 y 2008, con Sangre y Los bastardos, respectivamente. Desde esa distancia que plantea la pretendida observación, Escalante nos acerca su mirada acerca del estado actual de México, atravesado por la violencia. De este modo, las tres películas señaladas conforman una especie de trilogía sobre este tema, aun cuando el realizador niegue haber tenido la voluntad de que así fuera (al menos, “conscientemente”, según sus propios dichos) . En las dos películas anteriores, esa observación parsimoniosa, se diría que hasta morosa, era quebrada por un momento de shock, de extrema violencia. El valor de shock que tanto parece seducir a los programadores de festivales está aquí también presente, en la historia de una chica de 12 años que se enamora de un cadete de policía y termina envolviendo a su familia en un problema con el narcotráfico. Tal como sucedía con alguna escena de sexo explícito en Batalla en el cielo (de Carlos Reygadas, productor de Heli), con la muy sádica Después de Lucia, presentada en Un certain regard el año pasado) y con Miss Bala (Gerardo Naranjo, 2011, con la que Heli tiene más de un punto de contacto), los momentos extremos son los que puntúan la narración. El asunto es que aquí se multiplican y resultan en ocasiones difíciles de tolerar, incluso para el espectador entrenado. Además, el devenir de la trama resulta particularmente caprichoso, como si hubiera sido pensada para que las situaciones de shock (que incluyen una larga escena de tortura de una explicitud pocas veces vista) “encajasen”. No termino de creer en esa excusa de que “la violencia está en la sociedad y el cine sólo la refleja”. Lo sigo pensando y cada vez tengo menos dudas: aquí hay lisa y llana exploitation.
Fernando E. Juan Lima