Tentacle porn, parodia porno y otras fijaciones

Por Maia Debowicz
Publicado originalmente en El Amante #265

Quizás suene raro lo que voy a declarar pero a mí me calientan mucho más las películas de ciencia ficción que las películas porno. Y no lo digo porque piense que el porno no está diseñada para chicas, de hecho, detesto el cine XXX dividido por género, como si todos los hombres tuvieran una erección por la misma razón y todas las mujeres se mojaran a causa de la misma imagen. Si bien existen fantasías colectivas, estamos obesos de fantasías individuales, producto de la historia personal de cada uno. El cine porno convencional no es mi tipo de hombre porque, en la mayoría de los casos, la creatividad de los directores es nula, reduciendo a los relatos a preservativos gigantes contra los orgasmos. Si el campo del sexo es tierra fértil para explotar la imaginación, para expandir la creatividad hasta la playa nudista más lejana, ¿por qué las películas XXX tienen que ser narrativamente tan chatas?

El cine de ciencia ficción es mucho más cercano a la esencia del sexo que el cine porno porque, en ese universo narrativo, la tranquilidad y la rutina es amenazada por eventos desconocidos que harán mutar la vida de los personajes. La realidad dejará de ser virgen cuando estalle la curiosidad por aquellos seres extraños, sean pulpos mutantes, extraterrestres u hormigas gigantes, como cuando éramos niños y nos preguntábamos por qué el ser humano del sexo opuesto tenía un cuerpo diferente al de uno. El espejo es la pantalla de cine, donde son las diferencias las que encienden el clítoris cerebral. En las películas XXX no existen los personajes, por lo tanto, no hay posibilidad de generar empatía con los actores, no hay oportunidad de excitarse a la par de ellos ya que están fuera de nuestra cabeza y de nuestro cuerpo. El cine porno es tan monótono como el ritmo del segundero, coito crónico que anestesia los genitales de la mente. La falta de trama nos expulsa de la pantalla chica, grande, tridimensional o plana. Sin embargo, hay un subgénero que, a pesar de tener alergia a la construcción argumental, destruye los preconceptos convencionales del porno acercándose bastante a ese cine de género que recomiendo como sustituto del Viagra. El Tentacle porn es ferozmente estimulante porque opta por poner en foco la virilidad sexual de los monstruos: tentáculos que funcionan como pijas pero, también, como sogas para atar a la mujer oriental mientras la penetra por todos sus agujeros. Una de las particularidades que más me gustan del Tentacle porn reside en que es lo más parecido a ver una película de Cronenberg XXX: La Mosca, La Cosa, Videodromo y EXitenZ fusionadas en una licuadora que hace de la suma de ellas un jugo artificial de semen extraterrestre. Todas las fantasías provocadas por el cine de ciencia ficción desembocan por un tobogán de lubricante en esos videos que hacen bailar a los esqueletos de los fundadores de las monsters-movies, todos danzando alrededor de

las mejores creaciones de Dick Smith y Rob Bottin.

 

El segundo subgénero del cine XXX que encuentro valioso es el cine porno paródico ya que hace de sus limitaciones todo un arte pero, por sobre todas las cosas, logra un clima festivo muy distinto al del cine común y corriente. Lo que más le deprime a mis genitales del cine porno convencional es el exceso de solemnidad, defecto del sexo en la ficción pero, también, del sexo en la vida real, dentro y fuera de la pantalla, como si el humor no fuera una torta hipercalórica que alimenta las fantasías sexuales de las personas. El sexo será divertido o no será. El Pornorror es, por lejos, la mejor rama del cine paródico; películas que se animan a chupar la sangre de importantes obras clave del terror para filmar la versión ardiente, el mismo argumento pero con menos ropa. Mi director favorito del Pornorror es Doug Sakmann, un joven neoyorquino fanático del cine de terror que fundó el subgénero con un gran cortometraje llamado Re-Penetrator (2004), parodia de la increíble película Re-Animator (1985), dirigida por Stuart Gordon y producida por el cerebro depravado de Brian Yuzna. Su segundo trabajo fílmico -su opera prima es Punk Rock Holocaust- nació en el sitio web porno punk BurningAngel.com como un encargo para palpitar la llegada de Halloween. Dos años después pisó la alfombra roja de los AVN Awards (fue nominada a dos premios: «Mejores efectos especiales» y «Escena de sexo más extravagante»), provocando el interés de productores hambrientos pero, más que nada, de un público que sufre deshidratación genital. A pesar del bajo presupuesto que tiene Re-Penetrator (en eso se asemeja bastante a la película original), el director intenta reflejar los recursos que utilizaba Gordon. La idea más preciosa y acertada es que los protagonistas fornican bajo una luz verde flúo como si estuvieran flotando dentro del líquido resucitador. El falso Herbert West revive a la chica, interpretada por su actriz fetiche Joanna Angel, con la misma inyección que aplicaba el maravilloso galán freak Jeffrey Combs solo que, en la versión XXX, se la aplica por la vagina y el ano como si fuera un falo que tose semen. El fanatismo que provocó Re-Penetrator lo llevó a filmar en 2006 The XXXorcist -como su nombre lo indica, es la parodia de la película más aterradora de William Friedkin-, duplicando su metraje y los recursos de producción. El resultado es glorioso: la falsa Linda Blair, con un gran trabajo de maquillaje, le hace una felación al cura mientras vomita chorros de líquido verde, mezclando los colores de los fluidos: el semen hace pie en el océano de vómito como si fuera una película de los hermanos Farrelly. La cabeza de la poseída gira como una calesita mientras el cura la penetra y, en un casting de consoladores en forma de cruces, la cama levita, flota por todo el cuarto. Las películas de Doug Sakmann son divertidas pero, a diferencia de otras películas porno paródicas, no necesariamente son graciosas porque tiene como objetivo primordial recrear los códigos del género a parodiar. También filmó Evil Head (2012), excelente parodia de la película de Sam Raimi, donde una chica es penetrada sin cesar por un conjunto de ramas homenajeando lo mejor del Tentacle porn. Se han hecho parodias de una infinidad de películas, como, por ejemplo: A Clockwork Orgy, The Texas Vibrator Massacre, Edward Penishands, Bitanic, Forrest Hump, Jurassic Pork, hasta existe una versión XXX de El gran Lebowski donde el director se ha esforzado mucho en lograr los parecidos con los actores de los hermanos Coen, pero, por lo general, son todas películas fallidas ya que la parodia solo se reduce al título picante como una obra de teatro de Gerardo Sofovich. Uno de mis sueños más pervertidos es que algún director, ojalá Doug Sakmann, se anime a filmar El hombre del planeta XXX, recreando lo mejor de la película de Edgar G. Ulmer pero mostrando los dotes de ese extraterrestre que enamoró mi corazón a primera vista, con esa cabeza gigante y la misma mirada nostálgica de Alf cuando recordaba a su novia Ronda. Si nadie se atreve a realizar la versión XXX de una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia del cine tendré que hacerla yo, con fondos pintados a mano, como tenía, por falta de presupuesto, la película original porque, lo digo y lo firmo, el extraterrestre de El hombre del Planeta X es mucho mejor chongo que el «semental italiano» Rocco Siffredi. Hoy y siempre.

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