Día 8 | Cannes 2016

Por Fernando E. Juan Lima

Publicada el 19/05/16

Captain fantastic, de Matt Ross, comedia de familia disfuncional llevada al límite funciona mejor cuando apuesta al máximo en la incorrección política. En realidad el chiste justamente tiene que ver con extremar tanto esa corrección de lo que debería pensar cualquier persona comprometida, ecologista, progresista que ese reflejo deforme termina siendo más crítico con esa posición que con el status quo reinante. El asunto viene por el lado de un padre que vive con sus hijos (la madre, muy enferma, está internada) en contacto con la naturaleza, educándolos en la cultura antisistema y el resultado no es otro que  la de chicos mucho más sanos e inteligentes. El padre es don Vigo Mortensen, toda la película tomando mate. La primera media hora se extiende en los detalles de la vida cercana al estado de naturaleza y el conflicto se dispara con la muerte de la madre y la decisión en torno habrá de ser su funeral y entierro (si a la manera tradicional o a la que el marido e hijos pretenden). Como suele suceder con estas apuestas (y estoy pensando en Shortbus, por ejemplo), sobre el final los tiempos se apuran, algunos cabos quedan sueltos y se llega al final conservadoramente tranquilizador.

Ma’Rosa de Brillante Mendoza. Qué duda cabe acerca de que el director filipino es efectivamente brillante en eso de seguir con la cámara a sus personajes, con la habilidad de hacernos entrar en esos mundos sucios y sórdidos en los que llevan sus vidas. El resultado es mejor cuando la denuncia no es tan subrayada o evidente (Taklub) o no incurre directamente en la explotación de alguna explosión de violencia (Kinatay). La protagonista, que en una noche debe juntar 50.000 pesos para pagar la coima que la policía le exige para liberar a ella y su marido de la prisión que les espera por vender drogas en su pequeño kiosko, es la que nos guía a través de las enrevesadas callejuelas, entre el barro y la lluvia. Hemos visto antes esta película.

Y lo mismo puede decirse de La fille inconue de Jean Pierre y Luc Dardenne. Nada nuevo bajo el sol, los hermanos tienen un sello propio respecto del cual los intentos de apartamiento no han sido satisfactorios. Los excesos psicologistas de El silencio de Lorna y ese mismo defecto (aunque no tan subrayado) y la impronta detectivesca de la película presentada en la Competencia Oficial, dan por resultado las dos obras más fallidas de los directores de Rosetta, El hijo y El niño. Una médica que deja de atender a quien toca la puerta de su consultorio por haber terminado su horario de consulta se hunde en un raíd culpógeno cuando se entera que la chica que había intentado encontrarla falleció asesinada unos minutos después, muy cerca de allí. Ni el hecho de que la mirada sea la de la protagonista justifica los excesos en los que la doctora actúa como policía, al tiempo de que uno a uno sus contradicotres van confesando sus crímenes ante ella.

Este año merece destacarse además la amplitud de la propuesta de Cannes Classics, que junto con obras indiscutibles del canon como Ugetsu monogatari, de Kenji Mizoguchi, se ha atrevido a programar películas que salen del lugar común del concepto de «clásico». Así la checa Ikarie XB1, de Jindrich Polák o Terrore nello Spazio, de Mario Bava pudieron verse en copias 4K que demuestran cuánto influyeron en el cine de ciencia ficción (con un toque de terror) que se hizo después. En la presentación de la película italiana, un poco en chiste pero utilizando expresamente el término «robo» Nicolas Winding Refn, refirió a cuánto ella se parece a Prometeo de Ridley Scott. La experiencia de ver en cine en copias perfectas peículas como estas es una fiesta que la digitalización permite al tiempo que desnuda los límites de ese proceso. Es que el poro y la imperfección del fílmico protege amorosamente todo lo que queda expuesto en el lustre y el brillo del 4k. Está claro que, de ser posible, la visión de copias en 35 mm es la manera perfecta de acceder a estas películas, pero -al mismo tiempo- no puede desconocerse que la digitalización pareciera ser la mejor vía para que estas películas pudieran llegar en condiciones aceptables a una mayor cantidad de público. Sería bueno que se aprovechara esta posibilidad para programar estos clásicos no sólo en festivales sino como «estrenos» o ciclos durante todo el año.

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