Cannibalismos 2017 – 11

Por Jaime Pena

No se puede acusar de falta de coherencia a la sección oficial de este Festival de Cannes. La última película ha vuelto a incidir en ese catálogo de atrocidades y miserias que se ha convertido en el denominador común de la competición. Y eso que YOU WERE NEVER REALLY HERE de Lynne Ramsay podría haber sido otra cosa, simplemente un thriller centrado en un asesino a sueldo y muy influido por TAXI DRIVER. Pero Ramsay quiere convertir a este personaje que interpreta Joaquin Phoenix, Joe, en una víctima de las circunstancias: los abusos en la infancia, la guerra del Golfo, el servicio en el FBI… Toda la acción en presente está trufada de breves flash-backs, entre ellos alguna de las imágenes más abyectas vistas en este festival: Joe le regala una chocolatina a una chica afgana o iraquí a través de una alambrada; el hermano de la joven se la reclama y como no quiere dársela la mata de un disparo. En otros, las acciones se sostienen sobre estos insistentes recuerdos: en su última misión, Joe procura no hacer ruido y los flash-backs nos devuelven a la infancia, cuando su madre le pedía que guardase silencio para no alertar al padre maltratador. Es tanta la intensidad de la película, tan recargada está la imagen, tan virtuoso quiere ser el montaje, que YOU WERE NEVER REALLY HERE se acaba convirtiendo en un relato que adolece de una falta de claridad alarmante. La sensación es que la película mejoraría sin esos flash-backs y si Ramsay diese un paso atrás que le permitiese tener una mejor visión de conjunto. Como las propias tendencias suicidas de Joe, Ramsay también parece rodar con una bolsa de plástico en la cabeza y su agotadora película lo que necesita es respirar.

A su lado D’APRÈS UNE HISTOIRE VRAI de Roman Polanski es una ejercicio de contención y elegancia, un puro divertimento que, aunque basado en la autoficción homónima de Delphine de Vigan (con guión de Polanski y Olivier Assayas), tienen muchos puntos de contacto con la última gran película del director polaco, THE GHOST WRITER. Aquí también tenemos a una escritora, Elle (Eva Green) que trabaja para otros y que resulta ser una obsesiva fan de Delphine Dairieux (Emmanuelle Seigner), hasta el punto de pretender vampirizarla. La historia bascula entre una cierta contención realista y ciertos excesos e inverosimilitudes que Polanski no acaba de explotar (ya puestos, podría ser ELLE, de Paul Verhoeven, pero se queda a medio camino). Pero entre tantas miserias, una película como esta, presentada fuera de concurso, supone al menos un alivio, un descanso en la exhibición de atrocidades.

Entre los eventos del 70 aniversario que se desarrollaron a lo largo de todo el Festival de Cannes, y que por momentos se diría que eran más importantes que las propias películas, se proyectaron los dos primeros capítulos de la tercera temporada de TWIN PEAKS, una de las decisiones más extrañas de la historia del festival. No lo digo porque se trate de una serie de televisión, pues en Cannes ya pasaron en su momento series documentales de Ken Burns o Adam Curtis, además de la mismísima CARLOS de Assayas. Y este año también se proyectaron los seis capítulos de la segunda temporada de TOP OF THE LAKE de Jane Campion. Como Thierry Fremaux recordó el día de la presentación del programa de este año, a Cannes no le interesan tanto las series (que a partir de 2018 tendrán un festival exclusivo en Cannes, hacia el mes de abril) como los autores… y tanto Lynch como Campion son dos ganadores de la Palma de Oro. No, no me refiero a eso, sino a la sinrazón de proyectar TWIN PEAKS cuatro días después de su estreno en Estados Unidos y en muchos otro países. Por más que se contase con la presencia de Lynch, el efecto premiere se perdió por completo (eso sí, en Francia Canal+ comenzaba la emisión ese mismo día) y los dos pases de prensa dejaron muchas butacas vacías. Es más, para ese entonces en algunos países ya se habían emitido cuatro capítulos.

En cualquier caso siempre constituye una oportunidad irrenunciable poder ver un trabajo como este en pantalla grande, aunque solo sea para comprobar que las diferencias entre una imagen televisiva y una imagen cinematográficas no existen en el caso de Lynch. A la luz de estos dos episodios, la puesta en escena apenas difiere de la de sus últimas películas, MULLHOLLAND DRIVE (que hay que recordar que se trataba en 2/3 de un piloto televisivo rechazado por la cadena) e INLAND EMPIRE, y su narrativa se parece bien poco a la de ninguna otra serie televisiva, ni siquiera a la de la serie original, en todo caso al episodio final de la segunda temporada y, por supuesto, a la precuela cinematográfica, TWIN PEAKS: FIRE WALK WITH ME. Extenderse en consideraciones críticas de estos dos capítulos carece de sentido, pues ya Lynch se ha encargado de recalcar que su concepción de esta nueva temporada de TWIN PEAKS es la de un largometraje de 18 horas y qué se puede decir después de haber visto tan solo una novena parte de su metraje.

Sin embargo, de ahí deriva la consideración más fascinante que se puede realizar en torno a la presentación de estos dos episodios (en un montaje que los mostraba sin solución de continuidad, borrando la separación entre uno y otro) y por qué su proyección en Cannes fue tan importante. En realidad este fue el gran tema de Cannes 2017 y no el de las miserias humanas que sirven de solaz a tantos realizadores mediocres. Fue lo que sucedió también con todo el conflicto en torno a la selección a competición de dos producciones de Netflix, OKJA Y THE MEYEROWITZ STORIES, ninguna de las cuales evidenciaban en sus imágenes que su destino final estaba fuera de las grandes pantallas de los cines. Películas como las de Bong Joon-ho o Noah Baumbach, tan distintas, responden a una concepción cinematográfica tradicional, no son eso que antes conocíamos como “telefilmes” (tampoco Netflix es una televisión, sino una plataforma que produce series y películas). El affaire Netflix no responde a un debate estético, sino a un mero asunto de financiación y difusión y como tal debe ser tratado, como una nueva oportunidad que se les abre a muchos directores más o menos independientes que gracias al apoyo de este tipo de plataformas pueden rodar con más medios, libertad y, lo que es muy importante, sin preocuparse de la taquilla o las audiencias (Netflix, como Amazon, se sirve de su prestigio para atraer abonados).

Con TWIN PEAKS sucede lo mismo: Lynch se ha encontrado con la posibilidad de rodar gracias a una cadena de televisión una película de 18 horas, una película que a la luz de sus dos primeras horas es tan libre como cualquier otra de su filmografía. ¿Importa algo que haya anunciado que no volverá al cine si sigue haciendo “cine” para una televisión o una plataforma de VoD? Si algo hay que lamentar es que Cannes no se haya atrevido (o no haya podido) proyectar la totalidad de la serie o película o lo que sea. El festival hubiera sido otro y entonces sí que habríamos sido testigos de un verdadero cambio de paradigma que, no lo dudemos, se acabará estableciendo: las películas se valorarán por su valor intrínseco y no por el medio al que están destinadas.

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