Entrevista con Jorge Carnevale

Murió Jorge Carnevale, un crítico de la vieja guardia que discutió en su momento muy duramente con El Amante. Hace cuatro años nos encontramos con él y charlamos plácidamente sobre cine y crítica. Estos viejos adversarios despiden a un amigo.

Por Gustavo Noriega y Javier Porta Fouz

 

1.

GN: ¿Cómo andás?

JC: Con algunos problemas de motricidad, propios de la edad. Por suerte existe Internet, que te conecta con el mundo sin tener que levantarte de tu casa.

GN: ¿Y qué estás haciendo ahora?

JC: Bueno, sigo con Ñ, con una colaboración que hago para El País de Montevideo, y con la página de DVD en Noticias.

GN: ¿Por qué dejaste la página de cine de Noticias?

JC: Primero porque se me complicaban las privadas a la mañana. Segundo, lo esencial, porque me cansaba tener que ver todos los estrenos de la semana por su calidad.

GN: La gente no sabe lo que se sufre con eso.

JC: Realmente. Mirá, a mí me pasa esto con el cine de Hollywood actual. A veces con mi mujer compro en algún mantero alguna película de acción o thriller de Hollywood y tengo que pedirle a ella que me las explique, y no porque sean herméticas, sino porque están mal contadas. Digo, vos ves El escritor oculto de Polanski o La isla siniestra de Scorsese y entendés todo el argumento porque están hechas por gente que sabe cómo contar una historia. Pero vos ves alguna película hecha por cineastas que no tienen tanto oficio y las historias son un quilombo. Vos fijate que Hollywood hoy, además, está desesperado por encontrar historias originales. Ahora, por ejemplo, se la pasan haciendo remakes; un caso es el de Carancho, que ahora la están negociando. Por otro lado, lo que me asombra es que hoy a las historias interesantes en Estados Unidos las encontrás más por el lado de las series. Yo digo, ¿por qué la gente de Hollywood no lleva a las personas de las series a trabajar ahí?

JPF: Bueno, Aaron Sorkin es guionista de series y también trabajó en cine. Por ejemplo en Red social.

JC: Sí. A mí igual lo que me llama mucho la atención de Hollywood es que se la pasan haciendo remakes de películas europeas, o adaptaciones de series, y yo digo: estos tipos tienen toda la guita del mundo, ¿no pueden gastarse en tener una idea propia?

GN: ¿Y ves series?

JC: Sí, veo algunas. Dr. House, La ley y el orden. Empecé a ver Lie to Me pero no me entusiasmó mucho. ¿Hay alguna cosa que vale la pena?

GN: Yo estoy muy entusiasmado con Mad Men, no sé si escuchaste hablar…

JC: ¿Por dónde la dan?

GN: HBO. Él (por JPF) está muy ajeno a eso, pero a mí lo que me llama la atención es que hoy la tele está construyendo un lugar mucho más interesante que el cine en algunas cosas. Por lo menos en el mainstream. Es más fácil que te guste una cosa de la tele que un tanque de Hollywood.

JC: En general me pasa eso.

GN: Y además hay una producción de películas para televisión, normalmente biografías, que son muy buenas. Nada que ver con los telefilms de antes.

 

2.

GN: Vos me decías antes que te quedaste con la columna de Ñ, que es muy divertida…

JC: Sí, me trajo algunos problemas.

GN: Podía irritarme muchísimo, pero era lo único de Ñ que leía con interés, porque era el único lugar de esa revista con una opinión fuerte.

JC: La cosa fue así. Cuando salió Ñ, hablamos con Juan Bedoian y él me dijo que iba a haber una sección más o menos tradicional en la que se iba a comentar un video o una película. Y yo la verdad que ya había hecho eso en Noticias. Así que se me ocurrió hacer una columna polémica de opinión. Porque lo que yo veía era que en el ámbito de la cultura y en el de la crítica todo el mundo se cuida, nadie discute con el vecino, todo el mundo es muy educado. Y yo vengo de la generación del 60, en la que se discutía todo. Igual, ¿sabés en lo que yo me equivoqué? En creer que el argentino sabe discutir. Y el argentino no sabe discutir, sabe pelear; no le interesa la confrontación en la que uno esté dispuesto a cambiar de opinión. Al argentino le interesa ganar. Yo tuve una cantidad enorme de gente ofendida por esa columna… Bueno, algunos de ellos fueron ustedes en ese número clásico de El Amante en el que yo, al leerlo, estaba entre el asombro, la sonrisa y el estupor, porque no podía creer que me dedicaran todo esto para hablar de mí como el enemigo público número uno. La verdad, creo que nos fuimos todos de mambo. Yo en la columna mandé cosas que capaz no tendría que haber puesto, y la reacción fue feroz. ¿Y sabés qué? Ni me acuerdo del origen de esa polémica.

GN: Yo sí me acuerdo. Era una columna de opinión que para mí estaba equivocada. Pero el problema no era ése; el problema es que vos hacías una columna de opinión hablando en contra de El Amante pero no nos nombrabas en ningún momento. Decías “una revista”, “los cinéfilos”, pero no nos nombrabas. O sea, éramos lo suficientemente importantes como para que nos dediques una nota, pero no como para que nos nombres.

JC: Ahora me acuerdo, era por una lista de las mejores películas de la historia del cine según los redactores de El Amante en la que me parecía que faltaban algunos nombres importantes. Pero sí, sí hice una nota en contra de eso, y no quise nombrarlos. La verdad que estuve mal.

JPF: ¿Y tuviste peleas por otros lados?

JC: Bueno, a mí la gente de Clarín no me saluda. Lerer y Scholz no me saludan. Y yo, la verdad, no sé por qué. Muy loco. Una vez lo tuve a Lerer comiendo en una mesa en frente mío, por ejemplo, y no me saludaba. Y también me acuerdo de una nota que se llamaba “Matemos a Jorge Carnevale”, con mi foto y todo. Y empieza diciendo: “Jorge Carnevale es un viejo pelotudo”. Y a mí la verdad que me daban ganas de decirle: “Viejo, bajá un poco el tono de la nota para después subir, no podés empezar una nota en contra así”. Y otra cosa que me molestaba mucho de esa nota es que ahí sobrevolaba la idea de que yo era un crítico reaccionario. ¿Pero yo soy un reaccionario porque me gusta el cine de los 60? ¡Si fue el cine más creativo que hubo! Películas como Sin aliento o Pierrot el loco son todavía hoy películas modernísimas que no han envejecido nada. Yo incluso me acuerdo de que, con respecto a este gusto mío por el cine de los sesenta, había hecho una columna en la Ñ que se llamaba “Que vivan las cavernas”.

GN: ¿Y nunca se te pasó por la cabeza que podía o puede haber un cine que sea realmente nuevo pero que no es para vos?

JC: Sí, por supuesto que se me pasa por la cabeza. Eso me pasa mucho con el cine asiático, del que no entiendo los códigos. A mí, salvo por alguna cosa de Wong Kar-wai o Kitano, si me llevas al cine de Corea o al de China estoy perdido. No puedo disfrutar de una película asiática como puedo disfrutar de una europea, por ejemplo. Ahí tengo un bache grande.

GN: ¿Y no creés que eso te puede estar pasando con cierto cine argentino, del cual en tus columnas no decías que “no era para vos”, sino que directamente destrozabas?

JC: Bueno, vamos a ver primero qué tipo de cine argentino no me gusta. A mí, por ejemplo, me interesó muchísimo Carancho; me pareció formidable. También me gusta mucho La sangre brota, de Pablo Fendrik. Lo que no me gusta es ese cine moroso, con gente que no actúa, con el cual tenés que pensar que en ese no actuar hay algo importante. Como pasa con este pibe…

GN: ¿Alonso?

JC: Sí, ése, Alonso. Me irrita bastante.

JPF: ¿Qué viste de él?

JC: Las tres primeras. No vi Liverpool.

GN: No es la película que te va a hacer cambiar de opinión (risas).

JC: Sí, ese tipo de cine a mí no me gusta, no sé a dónde conduce.

GN: Y el ejercicio de ver a Antonioni, ¿no te sirve para ver a Alonso? Con esto no quiero decir que su cine sea el mismo, pero los dos hacen un cine poco accesible.

JC: No sé. Yo lo que sé es que a Blow Up la puedo ver mil veces y siempre le encuentro algo nuevo. No sé si me pasa lo mismo con su trilogía de la incomunicación (La aventura, La noche, El eclipse). Hoy capaz veo esas películas y no las banco.

JPF: Sí, bueno, igual Blow Up es una película en la que pasan muchas cosas en comparación con las de Alonso.

JC: ¿Sabés qué pasa? Y esto podés llegar a calificarlo de muy arbitrario. Pero lo que yo veo ahora es que con el digital las filmaciones se han vuelto tan fáciles que hay una especie de “viva la pepa” a la hora de filmar. Como que los jóvenes ven que ahora es mucho más fácil hacer películas que antes, y ven incluso que hoy en día es más fácil que una película llegue a un festival y hasta gane algún premio. Antes no era así. Filmar era mucho más difícil, había que luchar contra la censura que todos padecimos. Ir a festivales no era tan fácil, entonces los directores se esforzaban más. Yo, por ejemplo, hace años que dejé de ir al Bafici, porque me parecía que la gente que asistía a un festival de cine independiente estaba segura de que iba a ver películas que debían ser obras maestras porque no eran del circuito comercial habitual. Y la verdad es que esto no es así. ¿Cuántas películas hay en el Bafici?

JPF: Más de 400.

JC: OK. Entre esas más de 400 películas debe haber algunas muy interesantes; digo, porque hace mucho que no voy. Pero debe haber una cantidad importante de porquerías, porque, bueno, el cine independiente da para eso. Entonces hay algo consumista en ese público que ve cuarenta o cincuenta películas porque tiene que ver esa cantidad de obras maestras o esa supuesta perla que le va a cambiar la vida. Y la verdad es que no es así; tratar de ver una cantidad tremenda de películas por día, sólo porque son independientes, no es bueno. Hay algo de tilingo en eso. Esa actitud me produce un feroz rechazo, aunque quizás me equivoco.

GN: ¿Viste algo en algún Bafici que te haya parecido bueno?

JC: Bueno, las películas de los hermanos Dardenne me interesan. O una de Cronenberg que no se había estrenado acá. ¿Cuál era?

JPF: Spider.

JC: Sí, que no es lo mejor de él, pero bueno… También terminaba en el Bafici viendo películas de Bellocchio. O sea, terminaba viendo todas películas de cineastas viejos. Yo me doy cuenta de que mi concepción del cine es eminentemente europea. Y también valoro cosas del Hollywood clásico. Pero si hay algo de Hollywood que valorizo mucho más que a los directores son sus productores. Es esa gente la que construyó Hollywood, no lo realizadores. Estos últimos eran empleados de buen nivel de los estudios. Pero a las mejores películas de Hollywood la hicieron los productores. Esa gente que ponía plata para las películas quería realmente al cine, no como ahora, que las producen las multinacionales. Hoy son ejecutivos que no pertenecen genuinamente al cine. En cambio, por ejemplo, a Cumbres borrascosas no la hizo William Wyler, sino Goldwyn, que era un tipo muy bruto. O Lo que el viento se llevó: esa película no es de Fleming, es de Selznick. Lo mismo con los grandes musicales. En la mayoría de los casos, el que estaba detrás de esas grandes películas no era Minelli o Donen, sino Arthur Freed. Y era gente que tenía la atención puesta en el cine, y no en otra cosa, como ahora. A mí me da esa impresión.

GN: Ahora, vos sos una persona que vio y vivió los 60. Es más, estuviste en Mayo del 68.

JC: Sí, estuve, de pedo pero estuve.

GN: Y, al mismo tiempo, esto que estás diciendo va muy en contra de las concepciones de Cahiers

JC: Sí, ya sé. El cine de autor, y eso.

GN: O sea, hoy estás en contra no sólo del Bafici, sino también de tu propia herencia cultural.

JC: Es que los productores de esa época en Hollywood fueron clave. Está bien, le dieron lugar a un montón de directores talentosos, pero no hay que olvidarse de ellos. A la gente le interesaba el cine de esa época porque los géneros eran sólidos, nobles. Había malas películas, pero todas tenían una producción aceptable. Y es curioso que esa época haya sido tan buena, porque uno puede presumir que en esos tiempos el público era menos exigente, que iba más por los actores que por los directores. Era una época en la que no se conocía la cinefilia. Pero creo que había un sentido del relato cinematográfico que ahora veo perdido y que no se reemplaza ni con efectos especiales ni con 3D, que son cosas que no creo que vayan a mejorar mucho la calidad del cine. No creo que vaya a quedar mucho de este cine en la memoria. Digo, ¿cuáles fueron las películas clave de esta década? Ésas que vos podés decir que ya son clásicos.

JPF: Bueno, de 2000 es difícil, pero de los noventa ya se pueden nombrar muchas y está más claro. Digo, porque hay más distancia temporal para que se puedan ver las influencias que estas películas tuvieron en otras. Hechizo del tiempo con Bill Murray o Fuego contra fuego de Mann probaron ser muy influyentes con los años, por ejemplo. Me parece que esto de ver cuáles son los clásicos es algo que se va a establecer con el correr del tiempo.

JC: Bueno, ahora que nombraste a Mann, ese director es interesante. A mí me gustó mucho ésa que hizo con Cruise…

JPF: Colateral.

 

3.

JPF: ¿Y qué opinás de lo que vos llamás la nouvelle critique? O sea, la crítica joven.

JC: Mirá, hace mucho que no leo El Amante porque no me llega, así que no tengo una opinión muy sólida de eso. Yo no estoy leyendo mucha crítica especializada. Ni siquiera leo la de los diarios. Yo recuerdo que Claudio España decía, con toda maldad, como siempre: “Yo no leo más las críticas de los diarios, si yo ya sé lo que va a poner cada uno”. Y si bien exageraba (y hasta debía mentir, porque las debía leer todas), no estaba tan equivocado, porque si yo agarro, por ejemplo, La Nación, ya sé de qué película van a opinar López, Batlle o Martínez. Con ese tipo de crítica ya no hay sorpresas. Yo me acuerdo de que antes en El Amante había tipos como Tarruella o como Pagés, que tenían una mirada, una marca. Una forma de encarar el cine de manera diferente. Yo esto no lo veo en la crítica actual. Los críticos de Clarín o La Nación no son malos, pero no encuentro en ellos nada que me asombre. No son ni muy brillantes ni muy imaginativos, y no parecen descubrir muchas cosas más allá del cine. Porque el cine para mí te hace descubrir cosas más allá del cine. Es capaz de hacer que percibas la realidad de otra manera. Y yo no veo que los críticos logren transmitirme esta sensación de que el crítico está tomando la película para mirar la realidad de otra manera.

JPF: Hay una columna tuya que nos sorprendió gratamente, y que tenía que ver con los 15 años de El Amante. No estábamos acostumbrados a leer algo así, porque las últimas menciones que habías hecho de la revista habían sido muy desfavorables hacia nosotros.

JC: Pero no es que me haya dado vuelta ni nada. Yo siempre reconocí que la tarea que llevó la revista El Amante en los últimos quince años es muy importante. Fijate que los grandecitos siempre hablamos de la influencia de Tiempo de Cine. ¿Pero cuántos números tuvo Tiempo de Cine?

JPF: Creo que trece.

JC: Claro. Una revista de cine no se sostiene por quince años…

GN: Diecinueve, ahora.

JC: Claro, por algo es que la revista se mantiene. Yo no sé la tirada que tienen, pero la revista está circulando y se sigue hablando de EA.

JPF: Vos escribiste un libro que se llama Así se mira el cine hoy. El libro es de los noventa.

JC: Sí, principios del 95, más o menos.

JPF: ¿Y cómo creés que se mira el cine ahora, ya no en el 95?

JC: Bueno, desde el momento en que se editó, en muchos rubros quedó desactualizado, porque cambió el cine por completo. Vos fijate que cuando yo escribí eso estaban liquidando los cines de barrio y recién empezaba el furor de los shoppings. Ahora los shoppings están entrando en decadencia, fijate que en Recoleta cerraron un montón de salas, así que ahora no sé bien qué va a pasar. A mí lo que me preocupa hoy con el cine es que, al menos el popular, se está convirtiendo más en un campo de diversiones para ver 3D que en un lugar en el que uno encuentra historias interesantes. Y por otro lado, el cine con otras ambiciones artísticas parece relegarse sólo a un público cinéfilo. Antes la gente disfrutaba de productos bien hechos, pero ahora o tenés al público mayoritario que va a ver una pavada suntuosa o tenés a un grupo minoritario de gente que va a ver un cine muy hermético al que sólo pueden acceder ciertos entendidos. O sea, entre esos dos vértices hay un campo a explorar que tiene que ver con las historias populares y bien contadas.

GN: Y vos cuando te entusiasmás con Carancho te entusiasmás con eso.

JC: Y claro. Esa película habla de cosas actuales y al mismo tiempo es un thriller, una historia de amor condenada, un policial bien narrado y una película con pasión. Las películas populares de hoy no son apasionadas. Al contrario, te aturden, pero no te apasionan; termina la película y te olvidás.

JPF: ¿Y Toy Story 3 no te gustó?

JC: Sí, me gustó, menos que las otras pero me gustó.

JPF: Ésa es 3D, pero no es el punto más importante de la película. Digamos, no está vendida esencialmente porque es 3D, pero está en ese formato.

JC: Sí, ahora todas las películas son en 3D.

JPF: Es que es la única forma de llevar mucha gente a las salas, parece. Vos ves las cifras de las películas más masivas y la mayoría están en 3D.

JC: Sí, igual esto también pasaba en los cincuenta, cuando también hubo una época de furor del 3D en la que te daban los anteojitos…

JPF: Sí, pero tenías una base de público mucho mayor que iba a ver películas sin 3D. En los cincuenta el 3D era algo que se le ofrecía a un público que ya existía, que ya iba al cine; ahora se tuvo que utilizar el 3D para darle algo nuevo a un público al que el cine ya no le estaba interesando.

JC: Pero si los mainstream se van a convertir sólo en 3D, no va a ser más que una pompa de jabón, se va a extinguir rápido.

JPF: Sí, igual no hay que circunscribir todo al 3D; vos pensá en las Harry Potter. No son 3D, hay 35 o hay digital, pero tienen su propia marca: Harry Potter. Yo lo que veo es que cada película tiene que tener un conceptito de marketing detrás; cuando no es el 3D, es una marca previa que le asegure seguidores.

JC: Pero todo ha cambiado tanto que a través de la web se tiene acceso a una cantidad enorme de películas a las que antes no se podía acceder. Mirá, ¿vos sabés por qué creo yo que antes las narraciones eran más claras? Porque antes la gente iba al cine y no podía volver atrás con la película. Si no estaban hechas para que las entiendas de movida, a la gente no le gustaban. Difícilmente la gente iba a pagar la entrada para ver una película de nuevo, a ver si la entendía. Yo me acuerdo de algo que me decía Carlos Alvear, cuando yo trabajaba en la revista Escorpio como guionista de historietas. Carlos era un guionista de historietas con mucha experiencia, y él me desasnaba en muchas cosas. Una vez me dijo que en las historietas hay muchas reglas, pero sólo hay que acordarse de una esencial: el lector de historieta no vuelve atrás para volver a leer. El espectador de los años 70 era igual. No iba a pagar la entrada de vuelta para volver a ver una película que no entendía; si no la había entendido, adiós. Ahora tenés la facilidad de verla, de tenerla en tu casa, y por eso las películas no se gastan en ser entendidas de una, porque están dirigidas hacia otro espectador que no tiene problemas en retroceder la película.

JPF: ¿Y vos qué películas de hoy decís que no se entienden? Porque, digamos, no es lo mismo decir que “no se entiende” El año pasado en Marienbad que una con ambiciones populares.

JC: Claro, estamos hablando de una película narrativa mal contada.

JPF: ¿Cuáles serían ésas?

JC: Bueno, El origen es una. Yo a esa película no pude terminar de verla. Me quedé dormido. La verdad es que no sabía adónde conducía, adónde me iba a llevar. Me pasa a menudo eso. Películas como Avatar, también.

JPF: Pero ésa está contada de forma clásica.

JC: ¿Sí?

JPF: Sí, con El origen coincido en que es confusa, pero Avatar

JC: Y también lo que veo hoy es que se ha degradado mucho el cine de terror, se pasó de un cine bastante sutil a otro que de sutil no tiene nada. Tomemos por ejemplo El bebe de Rosemary (del 68). Todo clima, todo insinuaciones, hasta el último minuto no sabés si la mujer está loca o si realmente hay una conspiración. Y eso no existe más. Ahora está todo este cine como El juego del miedo. Además de todo eso hay herederos… todas mutilaciones, sadomasoquismo al pedo, falta de clima. Yo no entiendo, me parece que es un poco la negación del género.

JPF: El público que miraba thrillers más bien clásicos tipo El escritor oculto era un público que antes era muy numeroso y ahora está desapareciendo. Y el público más masivo que queda es el público adolescente que mira Actividad paranormal 2.

JC: Bueno, yo voy a veces al Arteplex de Caballito, que es una especie de club, porque es toda gente más o menos de mi misma edad. No encontrás un joven ni por casualidad para ver películas europeas, belgas… los jóvenes no van más al cine.

JPF: Van, pero a ver Actividad paranormal 2, Harry Potter… ¿Quién llena Actividad paranormal 2? Los jóvenes. Lo que pasa es que antes las películas que podía ver el público que hoy iría al Arteplex Caballito podían estrenarse en salas de 1.000 personas, y ahora con una sala para 200 ya te alcanza, si ese público de esa edad está yendo cada vez menos al cine.

 

4.

JPF: Para vos, ¿la profesión de crítico de cine se extingue, se reformula…?

JC: Primero hay que preguntarse si va a haber medios que le permitan a una persona vivir de la crítica de cine. Porque ahora la letra impresa está muriendo con la llegada del digital. Yo igual creo que siempre va a haber un público muy acotado de gente que sigue las críticas de cine en los diarios y otro mucho más acotado que lee las revistas especializadas. Después la gente en general no lee las críticas. Se mueve por el gusto, por el instinto, por el olfato, que son los parámetros que hacen que hoy la gente vaya al cine. Yo no creo que un crítico pueda definir hoy el éxito de una película.

JPF: Truffaut decía que ningún chico querría ser nunca crítico de cine. ¿Qué querías ser cuando eras chico? Vos, por ejemplo, escribiste un libro de cuentos cuando eras muy joven.

JC: Yo quería ser cuentista, y escribí un libro más o menos a los 23 años. A mí me gustaba el cine, pero no fantaseaba con ser crítico. Me acuerdo que cuando era pibe me gustaban mucho los musicales de la Metro, me volvían loco, y yo no decía nada porque en mi época los musicales eran para putos. Los chicos miraban las de cowboys, y las nenas, los musicales que contaban historias de amor. Pero a mí me encantaban las de Astaire y Kelly. Y luego todo ese género musical se terminó. El último gran musical para mi fue All That Jazz. Ahora ya es un género en extinción.

JPF: Extinguido, te diría; más que el western, incluso.

JC: La única que queda es el refrito de los musicales de Brodway. Pero volviendo al tema de cómo me volví crítico de cine, yo llegué a ese oficio con noticias, cuando un amigo, Nicolás Casullo, me dijo que había un nuevo proyecto con una línea política fuerte en la que iba a estar en la parte de cine. Pero yo hasta ese momento había hecho crítica literaria.

JPF: ¿Vos también colaboraste en la revista Crisis?

JC: Sí, colaboré. También en los 60 saqué con Zito Lema una revista literaria que llegó a los seis números, que se llamaba Cero.

JPF: Zito Lema después estuvo en Crisis.

JC: Sí, y después tuve una etapa en Crisis.

JPF: ¿Y cómo fue tu etapa en noticias, el diario de los Montoneros?

JC: Yo ahí trabajaba como periodista pero no era militante, aunque sí había mucha gente que escribía y que pertenecía activamente a Montoneros. Un clima muy especial. Por lo pronto, entré por la puerta grande del periodismo: Rodolfo Walsh, Juan Gelman, Horacio Verbitsky… jugaban todos en primera. Y ahí aprendías un montón sobre el periodismo. Además no favorecía el ego, porque las notas ni se firmaban, todo era la opinión del diario. Y pasaban cosas muy graciosas. Por ahí uno estaba escribiendo, era pleno cierre del diario, y venía el jefe y decía: “Bueno, compañeros, tenemos noticias de que va a venir un grupo de la Marina que va a venir a atacar el diario. Así que el que quiera puede retirarse”. Y ahí, por una cuestión de cariño al periódico, no se movía nadie hasta que no cerrara el número, aun cuando todo el mundo estaba cagado en las patas. Y a veces te ibas después del cierre y te encontrabas con patrulleros; el tema es que no sabías si esos patrulleros estaban para protegerte o para reventarte. Estaban las esquinas cerradas, podían ser las cuatro y media de la noche. Y a veces pasaba que llegabas al diario y habían puesto una bomba en la redacción la noche anterior. Y uno, por cariño, entraba a donde había explotado la bomba y se ponía a trabajar en una redacción llena de polvo. Vivías esos climas y formabas parte del espacio de la época.

JPF: ¿Y cómo siguió después tu carrera?

JC: Mirá, lo de la redacción de los Montoneros duró lo que un embarazo: nueve meses. Hasta que lo clausuraron. Y aparte incluso los que no éramos militantes teníamos mucha bronca, porque uno al diario igual lo quería y veía que lo estaban rifando porque cada tapa era una invitación a la censura. Y bueno, al final pasó que lo clausuraron. Y ahí estuve unos meses en banda. Y después estuve un año y medio en El Cronista Comercial. Y también fue una suerte eso, porque El Cronista Comercial era toda una usina de periodistas intelectuales, todos de primera.

GN: ¿Vos ahí hacías cine, nada más?

JC: Ahí escribía de todo, incluso cine. Pero hacía otras cosas. Mabel Itzcovich me metía a recorrer teatro para niños. Ahora, en marzo del 76, cuando cambió la mano en El Cronista, echaron a varios bien indemnizados y me quedé en banda unos meses hasta que entré en La Semana.

JPF: Lo que sería ahora la revista Noticias.

JC: Claro. Y no sabés cómo funcionaba eso. El viejo Fontevecchia tenía unos talleres en Barracas donde sacaba tres revistas de fútbol: Esto es Boca, El Ciclón y Racing. Y al hijo se le ocurrió sacar una revista para competir con Gente. Y esto cuando todavía no tenía Perfil, no tenía editorial, no tenía nada. Y los periodistas de La Semana empezábamos a trabajar en el fondo de la imprenta, en un quincho con cuatro o cinco máquinas de escribir. Y ahí se empezaron a elaborar los primeros números de La Semana. Y yo me acuerdo de que parecía que los primeros números no iban a poder competir nunca con Gente, eran en blanco y negro… y este pibe Fontevechia tenía un ímpetu empresario tan grande que llegó a construir una editorial. Algo que el padre nunca pudo haber hecho. Y ahí es cuando quedé como crítico de La Semana por unos años, hasta que me sacaron para poner a Leo Sala. Ahí pasé a El Observador.

GN: Era más de lectura.

JPF: Sí, con letras medio góticas.

GN: A mí me encantaba esa revista.

JC: Sin fotos. Puramente hecha para leer. Y era bueno para ganar guita, porque podías colaborar en muchos medios diferentes. Ahora no, el que labura en Noticias no puede laburar en Caras, hay exclusividad. Pero antes uno podía colaborar en muchos lados. Luego, en los noventa, La Semana se convirtió en Noticias.

JPF: Y, de hecho, la revista se llama Noticias de la Semana. O sea que en cierta medida conservó el título. Y la numeración es la misma que la de la La Semana.

GN: O sea, vos estabas en Perfil antes de que existiera Perfil.

JC: Sí, soy un histórico.

JPF: Y pasaste del diario de los Montoneros a Perfil, de noticias a Noticias.

JC: Sí, yo en la primera época estaba adentro haciendo todo tipo de cosas, pero cuando empecé a ver que te llamaban a cualquier hora para hacer una exclusiva me dediqué únicamente a la página de cine. Cuando le dije esto a Fontevecchia, él me dijo que lo piense bien, que la revista estaba creciendo y demás. Y yo no quise. Y la verdad es que me perdí una oportunidad importante, porque, como me había dicho Fontevecchia, la revista estaba creciendo mucho. Y capaz si me hubiera dedicado a todo tipo de noticias en La Semana, hoy sería parte del directorio como fueron algunos. Pero hice bien en no terminar formando parte, porque de pronto formar parte de la familia Perfil podía significar que en un momento te dijeran que tenías que ir a dirigir la revista Caras de Chile, y ahí tenías que armar las valijas e irte. O como Caras Brasil, que fue la gran fuente de ingreso de Perfil. Después hice algo en televisión y también estuve en radio, todo gracias al nombre que había hecho en Noticias. Yo siempre me acuerdo de que D’Amico, cuando era director de Noticias, decía que a los críticos de cine había que pagarles poca guita, porque esto para ellos era una buena vidriera para conseguir otros laburos. Y tenía razón. En Canal 7, por aparecer en un programa mañanero unos minutos, me pagaban más que por lo que hacía en Noticias o en otro lado.

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