El rincón del Viejo Canalla

VICTORIA MORAN. Por el camino. Edición independiente.

Quince años demoró Victoria Morán en grabar su segundo disco, luego de su notable y juvenil primer trabajo, Aquellas cartas, publicado en el año 2000, algo que no hace más que testimoniar las dificultades que encuentran muchos artistas que no están dispuestos a negociar su repertorio y que cultivan un perfil bajo para poder establecer un contacto regular con el público a través del disco. Ya lo dije, pero no tengo ningún inconveniente en repetirlo, que Victoria es uno de los secretos mejor guardados entre las cantantes femeninas de tango. Vocalista de una notable afinación, perfecta dicción y gran expresividad, su estilo está impregnado, por una parte, del estilo de las grandes vocalistas de los años 30 y, por otra, de la figura señera de Nelly Omar, su gran mentora. Sin embargo, y este es su gran mérito, ha conseguido dotar a sus interpretaciones de una impronta marcadamente personal que la hace reconocible apenas se escuchan unas pocas frases de su voz. En este CD, como también lo hace en sus esperadas presentaciones en vivo, ha optado por un acompañamiento austero e intimista, a cargo de Pablo Fraguela, uno de los pianistas más completos del medio y el excelente guitarrista Ramón Maschio. Como es su característica, la cantante optó por recorrer un repertorio de títulos, en su mayoría, poco transitados, en el que se alternan títulos de clara estirpe ciudadana, con otros más ligados a la música criolla y los tangos camperos. Pero tal vez la mayor sorpresa sea el debut de Victoria Morán como compositora, a través de cuatro títulos que la muestran muy competente también en ese terreno. Así, dentro de una veta romántica, cabe destacar sus versiones de Pobre corazón, En un beso la vida y el inoxidable Cuando tú no estás, en este caso con la participación de otra gran cantante, Lidia Borda. Dentro de la vertiente campera son excelentes sus versiones del tema que da título al disco, Remolino, un antiguo éxito de la orquesta de Alfredo de Angelis y Nido gaucho; asimismo, la cantante trasmite con notable intensidad la desolada poesía de No te apures, Carablanca, en este caso con Víctor Hugo Morales recitando en la introducción un poema de Victoria. La siempre vigente poesía de Homero Manzi está presente en Cornetín y el clásico Manoblanca y acompañada del guitarrista Pablo Budini, el disco culmina con un bello tema folclórico, Tiempo de partir. Pero hablábamos de las virtudes de Morán como compositora, algo que se puede apreciar en el lirismo de La musa cantora, que canta solo acompañada por Fraguela y los delicados valses, Nostalgias del andén, Las notas de un vals y La negadora. Pero tal vez el pico más alto del excelente CD sea el pequeño bloque que integran Viejas alegrías, en el que la hermosa melodía de Charlo y los profundos versos de Cadícamo son vertidos por la cantante con gran sentimiento y la manera en que trasmite la profunda melancolía de Adios felicidad, de la cubana Ella O´Farril que inmortalizara el gran Bola de Nieve. Solo cabe agregar que valió la pena esperar tanto tiempo para que en este bellísimo disco Victoria Morán –una artista que como queda demostrado en el film que le dedicara recientemente Juan Villegas integra sin dificultades el canto con la vida- desplegara su espléndida madurez como vocalista y que es de esperar que el lapso hasta su próxima grabación sea mucho más corto. Jorge García.

ESTE DISCO SERÁ PRESENTADO EL 18 DE JULIO Y EL 15 DE AGOSTO A LAS 21 HS. EN LOS CHISPEROS, CARLOS CALVO 240.

 

 

 

MOSALINI/TERUGGI CUARTETO. Tango hoy.

OLIVIER SENS/JUANJO MOSALINI. Discrete Time.

He aquí dos discos importados que se pueden conseguir en el mercado a través de la distribuidora Site Music.

Juanjo Mosalini, hijo de Juan José y bandoneonista como su padre, desde niño se educó en un ambiente musical y ha desarrollado toda su carrera en Francia; una muestra  de su música se puede percibir a través de estos discos, absolutamente divergentes entre sí. Excelente instrumentista se ha interesado tanto por la tradición tanguera como por la experimentación, algo que se puede apreciar en estos dos trabajos. Tango hoy remite a aquella tradición, aunque a través de arreglos muy modernos que escapan a los clisés y convenciones habituales. El cuarteto está integrado por Juanjo en bandoneón, Luciano Teruggi en contrabajo, Romain Descharmes en piano y Sébastien Surel en violín y desarrolla un repertorio en el que se alternan obras clásicas con composiciones de los dos líderes. Así el disco comienza con Mi refugio, de Juan Carlos Cobián, uno de los más grandes compositores de la historia del tango donde, tras una introducción del bandoneón, van entrando los otros instrumentos y una extensa versión, de casi ocho minutos, de Don Agustín Bardi, un gran tema de Horacio Salgán en el que hay destacadas participaciones del piano y el contrabajo y una notable cadenza, de bandoneón. Malandraca, una obra seminal de Osvaldo Pugliese, es objeto de un gran arreglo, en tanto que la vertiente más melódica se puede apreciar en los bellos acorde de En esta tarde gris, de Mariano Mores, con una gran introducción a cargo del bandoneón y el piano, en Ojos negros, de Vicente Greco, una obra precursora del mejor tango romántico y en el no demasiado interpretado Ensueño, de Luis Brighenti. Entre los temas propios destacan Voline, con una gran introducción de violín y Tango Spell, con un trabajo obsesivo del piano, ambos de Teruggi y entre los de Mosalini, la milonga lenta Encandilan y Juan y su luna violeta, donde aparece un ritmo de baguala. Un gran disco de este excelente cuarteto.

 

En el dúo con el contrabajista e intérprete de instrumentos electrónicos Olivier Sens, aparece la vertiente más experimental de Juanjo Mosalini, expuesta a través de piezas que dan lugar a improvisaciones muy libres en una suerte de formato electroacústico donde entre cada tema se intercalan breves interludios. Se alternan en el disco –compuesto en su casi totalidad por obras propias- temas con un espíritu más tanguero (Sens des mots, Toma toca), otros de carácter más enjundioso (Como loco), alguna milonga lenta (A milonga), obras de carácter decididamente experimental (Rayado,  algún solo de Sens) y una breve versión de la Milonga del ángel, de Astor Piazzolla. Un disco muy atractivo que muestra la innegable versatilidad de Juanjo Mosalini. Jorge García.

 

 

 

JORGE RETAMOZA. Colores del otoño. PAI 3259.

Con una trayectoria bastante extensa y varios discos en su haber, Jorge Retamoza es un pionero en introducir el saxo como instrumento fundamental en formaciones tangueras. Si bien hay un ilustre antecedente como el disco que grabaron Astor Piazzolla con Gerry Mulligan, Retamoza en cada uno de sus trabajos se renueva, incorporando a la estructura de los temas marcadamente tanguera, elementos provenientes de la improvisación jazzística y de la música clásica contemporánea, en este caso dentro de un concepto claramente camarístico de tríos, cuartetos y quintetos. En su último CD, el saxofonista –también responsable de los originales arreglos y autor de la casi totalidad de los temas- interpreta principalmente el barítono pero en algunos temas también ejecuta el tenor y  está acompañado por un grupo de excelentes músicos, como los bandoneonistas Nicolás Enrich y Matías Rubino, los pianistas Gastón Harasquiry y Alejandro Kalinovsky y el contrabajista Roberto Seitz, más la presencia de varios invitados de muy buen nivel. Así, dentro de las características apuntadas  y con el saxo barítono como instrumento líder, se pueden escuchar temas intensos y expresivos como El cuarto, el rugoso Estudio 1, Aquel nueve, con muy buena participación de la guitarra de Julián Graciano y El tema del uno, en el que se destaca el bandoneón de Enrich. En una línea más introspectiva, hay que resaltar el tema que da título al disco, con un muy buen solo de violín de Javier Weintraub y el lírico Otra lluvia, en el que se destaca Haraskiry. En los tres últimos temas, Retamoza desenfunda el saxo tenor y con formaciones más atípicas ofrece los arreglos más originales del CD, como en el melancólico Patita, en el que se luce Ezequiel Finger en vibrafón y Solo en la multitud, una gran obra del hoy casi olvidado y genial Eduardo Rovira, interpretada en trío de saxo tenor, guitarra y contrabajo. El excelente CD culmina con Algo así, otro atípico trío de tenor, marimba (muy buen trabajo de Marcos Cabezaz) y contrabajo (el eficiente Seitz). Un disco que confirma el talento y la personalidad de Jorge Retamoza.

ESTE DISCO SERA PRESENTADO EL 23 Y 30 DE JULIO A LAS 21 HS. EN NOTORIOUS, CALLAO 966.

 

 

 

JORGE TORRECILLAS ENSAMBLE. Indigo. Site Music 162.

Como muchos músicos de distintos géneros, los comienzos de Jorge Torrecillas estuvieron ligados al rock, entrando luego en los territorios del jazz. Saxofonista de un sonido intenso y robusto y también, de acuerdo a lo demostrado en este disco, competente compositor, aquí aparece al frente de un cuarteto que completan el muy joven y talentoso Franco Espíndola en trombón, Pablo Vázquez, contrabajista del grupo de La cornetita y el baterista Marcelo Blanco presentando un repertorio integrado en su totalidad, salvo un tema, por obras de Torrecillas que oscilan entre el hard bop y la improvisación más libre del free jazz. Entre las primeras destacan La vertiginosa huída de Marcel Dubois , con cambios de tiempo y un muy buen solo de tenor y Circulación vertical, con atractivas participaciones de Espíndola y Vázquez y el potente y enjundioso Tu virtud te condena. Dentro de estructuras más libres corresponde resaltar el grave y severo La noche más larga, con una gran introducción de Vázquez en arco y un notable solo de trombón, 4 4 2, en el que tras una muy buena entrada de la batería, el saxo alto desarrolla frases  cortas y agresivas y el introspectivo El jardín de los niños muertos, con una gran cadenza de Torrecillas y excelentes solos de Espíndola y Vázquez, otra vez con el arco. El muy buen disco finaliza con un atractivo arreglo de Pannonica, el clásico de Thelonious Monk. Jorge García.

 

 

 

MARINA QUIROGA. Taciturna. Edición independiente distribuida por Site Music.

Son numerosas las voces femeninas jóvenes que hoy se dedican a cantar jazz con un alto nivel de calidad pero no es tan fácil encontrar las que se destaquen por un estilo y un fraseo auténticamente personal. Este es el caso de Marina Quiroga, quien también presenta arreglos muy originales de los temas que canta. Lo notable es que el repertorio está integrado por obras que han tenido numerosas versiones, pero las interpretaciones de la vocalista –con acompañamientos ascéticos y un tono que responde adecuadamente al título del disco- las hace aparecer frescas y renovadas. Así Round Midnight, el bello tema de Thelonious Monk, está expuesto en una emotiva versión, solo acompañada por el piano de Adrián Mastrocola y Caravana ofrece un muy personal arreglo, solo con el clarinete bajo de Juan Ignacio Caino y la batería de Germán Bocco. Sweet Georgia Brown, con Bocco y el contrabajo de Federico Palmolella, comienza vocalizada en tiempo medio para luego acelerar violentamente y Good Bye Pork Pie Hat ofrece también un arreglo muy original con contrabajo y la trompeta de James Suggs. Twisted  es un claro homenaje a la hoy casi olvidada cantante Annie Ross y en  All of Me, Quiroga está  acompañada por el contrabajo con arco. Pero hay también un par de temas de la cantante, Garrasong, donde vocaliza acompañada de Santiago Hernández en garrahand y Vida, en el que Marina ofrece una intensa improvisación vocal. Un excelente y sorprendente disco de una cantante a la que habrá que seguir con gran atención. Jorge García.

 

 

 

SANDALO ORQUESTA. Edición independiente.

La zona Oeste del gran Buenos Aires ofrece, como una de sus características en el terreno de la cultura, la presencia de un valioso grupo de músicos que trabajan en diferentes terrenos de la música popular (vg, Soema Montenegro y Gustavo Nasuti, de quienes se han comentado trabajos en este espacio). A ese grupo pertenece el bandoneonista Jorge Sottile quien, al frente del octeto denominado Sándalo Orquesta presenta una serie de obras de su autoría dentro de un estilo difícilmente clasificable, ya que en ellas se perciben influencias tan diversas como el tango, el rock, la improvisación jazzística y algún toque de ritmos folclóricos. Con una instrumentación atípica que incluye instrumentos no demasiado frecuentes como el clarón, el vibráfono y la mandolina y con los creativos arreglos de su director, la formación desarrolla un programa en el que tampoco faltan referencias a la música circense y la referencia a las bandas de sonido cinematográficas (en varios pasajes, la música de Sottile me trasladó al universo de Leonardo Favio). Un disco en el que se puede paladear cada una de las obras individualmente o ser escuchado como una suite con movimientos muy diversos y que es una apropiada muestra del talento de Jorge Sottile. Jorge García.

 

 

FLOR BOBADILLA-IGNACIO AMIL. Cipsela. Edición independiente.

La proliferación de intérpretes que se dedican a cultivar un repertorio de temas folclóricos de nuestro país y Latinoamérica ha dado lugar en muchos casos a una producción adocenada y carente de originalidad. No es el caso de este dúo integrado por la cantante y actriz Florencia Bobadilla y el pianista Ignacio Amil quienes, con la participación de varios músicos provenientes de la escena jazzística como invitados, han conseguido un disco de gran interés. Bobadilla es una intérprete expresiva y de muy atractivo timbre y en cuanto a Amil, se muestra como un instrumentista dúctil y con gran capacidad para la improvisación. Con creativos arreglos a cargo de ambos líderes del grupo, el disco ofrece un repertorio de temas, en su mayoría muy poco escuchados, que son objeto de muy personales versiones. Es así que el disco comienza con Ñanderu, un antiguo canto de la comunidad Mbya, vocalizado por la cantante, acompañada por un grupo de clara extracción jazzera al que se suma el bandoneón de Martín Sued. La vertiente más intimista se puede apreciar en los dúos de Florencia e Ignacio, tal el caso del bonito y poco conocido tema de Ramón Ayala Volver en un cuento, Ekathe, de Luis Spinetta y la lírica guarania Tus lágrimas. Una vertiente más afín con el jazz se puede apreciar en las versiones de En la frontera y el tema instrumental de Amil El añadido, en el que el pianista y Pablo Moser en saxo soprano, se lucen en  excelentes solos. Roxana Amed participa como invitada en la sentida Vidala del dolor y la música del continente se hace presente en Meio de campo, del brasileño Gilberto Gil y en el ritmo venezolano Sabana, de Simón Diaz. El disco finaliza con una gran versión de  la Zamba de Juan Panadero, de la genial dupla Leguizamón-Castilla. Un muy atractivo debut de este dúo. Jorge García.

ESTE DISCO SERA PRESENTADO EL 4 DE AGOSTO A LAS 21 HS. EN CAFÉ VINILO, GORRITI 3780.

 

 

FULANAS TRIO EN FORMACION DE CUARTETO. Zanja del mar. Edición independiente.

Con una trayectoria de casi quince años trabajando sobre un repertorio de música folclórica argentina y sudamericana, Fulanas trío (en este caso, como lo indica el nombre del disco, con una integrante más) presenta su tercer trabajo dentro de esas pautas. Integrado por sus fundadoras Cecilia Picaroni y Silvina Cañoni, más Victoria González Scotti y el agregado en este caso de Victoria García (todas caracterizadas por ser vocalista y multi-instrumentistas), el grupo presenta un ecléctico repertorios compuesto por obras en diferentes ritmos de compositores de nuestro país y del continente, en el que se puede apreciar la ductilidad de todas sus integrantes. Así se puede escuchar una muy buena versión de Deja la vida volar, de Víctor Jara, el bonito tema que da nombre al disco, donde se luce García en el acordeón y un excelente arreglo para órgano y voces de Te abracé en la noche, del uruguayo Fernando Cabrera. El ritmo de cumbia se hace presente en El ángel de la bicicleta y el folclore negro colombiano en Graciela, la tamborera, en tanto que son muy buenas las versiones del Huaynito del olvido, de la salteña Sara Mamaní, donde se lucen el piano y el charango y de Conmigo, de Hugo Fattoruso, con otra buena participación del acordeón. El atrayente disco finaliza con la bella habanera Serenata del 900, del Cuchi Leguizamón. Jorge García.

 

 

 

MADRE TIERRA. Traigo. Epsa 1755.

Formado en el año 2009 y con residencia en España, este dúo integrado por Silvina Tabbush en canto y caja chayera y Manuel Lavandera en guitarra, bombo y arreglos ha desarrollado una prolífica trayectoria en el continente europeo. En este, su segundo trabajo, continúan ofreciendo un ecléctico repertorio de música argentina y latinoamericana que incluye algunos clásicos de la música del continente y varias obras propias y en el que ocasionalmente participan algunos invitados. Tabbush es una muy buena cantante, de afinada voz y perfecta dicción, mostrándose además como una talentosa compositora y Lavandera aparece como un sobrio instrumentista y muy interesante arreglador. El dúo propone un muy variado repertorio dentro de diferentes ritmos en el que se puede apreciar su gran versatilidad. Dentro de un nivel interpretativo muy parejo corresponde destacar las versiones de Amanecí en tus brazos del mejicano José Alfredo Jiménez y de La flor de la canela, de Chabuca Granda. Son también muy buenas las interpretaciones de la canción popular mejicana La bruja y del clásico Antiguos dueños de flechas y entre los temas de Tabbush, el que da nombre al disco, Lluvia de otoño y Milonga de las preguntas. El muy interesante CD finaliza con cuatro breves bagualas en las cuales la cantante se luce ampliamente. Jorge García.

 

 

 

RUDI FLORES/ERNESTO MENDEZ. Sonido junto. Shagrada Medra 052.

CECILIA PAHL. Litoráneo. Shagrada Medra 056.

LUZ DE AGUA. Otras canciones. Shagrada Medra 057.

FERNANDO SILVA. Miro por la ventana. Shagrada Medra 047.

 

Destinado a difundir principalmente música del litoral en sus distintas variantes, ya sean estas de un cuño más tradicional o abiertamente renovadoras, el sello Shagrada Medra es uno de los más interesantes emprendimientos discográficos independientes del país. He aquí cuatro ejemplos que ratifican lo expuesto.

 

No es muy común que dos guitarristas de excelente nivel compartan un disco; sin embargo, este es el caso de este trabajo en el que Rudi Flores y Ernesto Méndez desarrollan una serie de bellas improvisaciones sobre chamamés de distintas épocas. Rudi con su hermano Niní, excelente acordeonista, ha formado un memorable dúo que le dio a la música del litoral, sin renunciar a la tradición, un toque muy moderno y en cuanto al entrerriano Méndez, es uno de los mejores instrumentistas de la joven generación. Lo primero que hay que señalar es la perfecta simbiosis que consiguen ambos músicos, sosteniendo un tono marcadamente introspectivo y alejado de cualquier atisbo de virtuosismo gratuito, aun cuando hay buen espacio para la improvisación. En el disco se intercalan sabiamente grandes clásicos del género con temas más nuevos, algunos de los mismos intérpretes. Así entre los primeros hay excelentes versiones de obras inoxidables como La calandria, de Isaco Abitbol, Alma guaraní, de Damasio Esquivel, Peoncito de estancia, de Linares Cardozo y Viejo Caa Catí, de Alberico Mansilla, Dentro de las obras contemporáneas cabe destacar el bonito Dos hermanos, de Méndez, el melancólico A Salvador Sena, de Nini Flores y Refugio de soñadores, de Rudi. Un excelente disco a cargo de dos grandes músicos que permite disfrutar la enorme riqueza de uno de los ritmos más populares de nuestra música folclórica.

 

Cecilia Pahl es una joven cantante que hasta el momento se ha abocado de manera excluyente a la música del litoral (su primer trabajo, dedicado a la obra de Ramón Ayala, fue comentado en este espacio). Vocalista de voz agradable y bien timbrada, aquí está acompañada  por Matías Arriazu en guitarra, también responsable de los atractivos arreglos, Sebastián Macchi en piano, Fernando Silva en contrabajo y Mariano Cantero en percusión, a los que se suman algunos invitados de primer nivel, en un repertorio dedicado esencialmente a la obra de compositores actuales. Dentro de un disco atractivo cabe resaltar las versiones  de Jazmín, un chamamé lento de Guillermo Klein, Canción para Mateo, una lírica canción de cuna de Teresa Parodi, la guarania De fuego, de Coqui Ortiz, con buena participación del pianista Carlos Aguirre, el rasguido doble Yarará, con una bella letra de Jorge Fandermole y Leyenda, otra guarania de Coqui Ortiz.

 

El paisaje y la vida cotidiana en el litoral son el sustrato principal del trío Luz de agua. Integrado por Sebastián Macchi en piano y teclados, Claudio Bolzani en guitarras y mandolina y Fernando Silva en contrabajo, violoncello y guitarras (los tres también cantan y utilizan diversos accesorios percusivos) más la presencia de algunos invitados, el trío ofrece un programa integrado por obras propias, la mayoría de Macchi. No es casual que el disco (de un hermoso formato de presentación) esté encabezado por un poema de Carlos Aguirre en el que se reflejan los contrastes entre el paisaje bucólico y el ruido de la gran urbe ni que los versos del primer tema, el bello Crepúsculo en el camino de Gualeguaychú, desgrane la elusiva poesía de Juan L. Ortiz, obras que, de algún modo, caracterizan el tono marcadamente lírico que predomina en la placa. Cabe también resaltar la labor de los músicos en los temas instrumentales (Los viajes, Mayo), en los que se agrega, con destacada participación, el flautista Juan Pablo Di Leone y el excelente nivel de los versos de Sebastián Macchi  (Otro atardecer, Ceibas, Lourdes). Un muy buen CD que hace aguardar con expectativas próximos trabajos de este trío.

 

El disco de Fernando Silva vendría a ser una versión ampliada del trío anterior, al que se suman numerosos músicos en diversas formaciones, con clara predominancia de los arreglos instrumentales, ya que las letras de los temas que la llevan son muy breves (incluido el inicial, que da título al disco,  otra vez de Juan L. Ortiz). Silva, aparte de ser un excelente contrabajista, se muestra como un muy interesante compositor y aquí propone una suerte de “aggiornamiento” de la música litoraleña aunque, paradójicamente sin que esta nunca pierda su esencia, a pesar de la inclusión de instrumentos eléctricos y algunos timbres poco habituales. Hay además en el muy atractivo CD abundante espacio para la improvisación y muy buenos solos. Un disco que tal vez para tradicionalistas contumaces pueda sonar herético pero que será bien recibido por todos aquellos que muestren oídos bien dispuestos para escuchar una propuesta poco habitual. Jorge García.

 

 

 

OSVALDO PEREDO EN VIVO EN EL FARO.

¿Puede un cantor de tango que va a cumplir 85 años y que grabó su primer disco cuando tenía casi 80 convertirse en un ícono para las nuevas generaciones tangueras? Osvaldo Peredo nos permite dar una respuesta afirmativa a esta pregunta. Es que este vocalista nacido en el barrio de Boedo allá por los 30, que a lo largo de su vida fue, entre muchas otras cosas, futbolista, albañil, cuidador de coches y encargado de un edificio, representa uno de los últimos bastiones del tango de la época de oro en estado puro (y digo uno porque hoy todavía cantan intérpretes mayores que él, vg. Juan Carlos Godoy a Alberto Podestá pero ninguno ha logrado conectarse como él con los exponentes actuales de la música tanguera). Si bien desde muy chico se interesó por el género y supo actuar de joven en Colombia y Venezuela, recién empezó a ser conocido en nuestro país a fines de los 70, cuando actuaba en El rincón de los artistas del barrio de La Paternal, antro que albergaba en ese entonces la presencia de grandes figuras. Pero fueron sus apariciones en el boliche de Roberto del barrio de Almagro en los 90 las que lo convirtieron casi en una figura “de culto” entre los jóvenes bohemios, muchos de estirpe rockera, que trasnochaban en ese lugar. Allí desgranaba sin micrófono títulos emblemáticos de la mitología tanguera y fue ahí también donde se puso en contacto con los fundadores de la típica Almagro, con quienes grabara su disco más reciente (el segundo de su carrera, aunque parezca mentira). Ahora bien ¿cuál es el secreto de Osvaldo Peredo, que le ha permitido convertirse en un referente de cantantes de distintas generaciones (pero principalmente de los jóvenes)? Creo que la respuesta es la intensidad con que interpreta cada tema, extrayendo de manera total y completa la esencia más profunda de cada uno de ellos, trasmitiendo con precisión los estados de ánimo que cada obra requiere, a lo que hay que agregarle su permanente voluntad de acercarse a los músicos noveles, algo no demasiado frecuente en los intérpretes veteranos. Además hace un año Osvaldo logró trascender nuestras fronteras, cantando en un festival en  Paris, donde también supo cautivar y conquistar al público.

Este prolongado introito viene a cuento por la presentación que realizara Osvaldo Peredo en El Faro de Villa Urquiza, el mítico bar que todos los viernes convoca a tangueros de esa y otras zonas y que tiene su eclosión máxima en las presentaciones mensuales de Hernán “Cucuza” Castiello. Allí estuvo el cantante, acompañado por Leandro Nikitoff en guitarra (su compañero en las actuaciones en lo de Roberto) y la bandoneonista Cindy Harcha quienes consiguieron una perfecta simbiosis con Peredo. La velada fue larga ya que el vocalista interpretó no menos de veinte temas, que permitieron ratificar lo expuesto más arriba. Seguramente habrá cantantes con una técnica más depurada que Osvaldo, o que tengan su voz en un momento de mayor plenitud. Pero seguramente, casi ninguno de ellos logrará trasmitir su feeling tanguero, esa “mugre” que solo los elegidos pueden incorporar a cada uno de sus interpretaciones. No tiene sentido hacer un listado de los temas que interpretó, pero sí cabe señalar que sus versiones siempre tuvieron la dosis justa de intensidad y emoción. Y tal vez tampoco detenerse, pero sí mencionar, los numerosos invitados que estuvieron presentes (Cucuza, desde ya, Luis Filipelli, en el mejor momento de su dilatada carrera, el Tape Rubin, entre los más importantes compositores de la actualidad, la muy arrabalera Lulú, la promisoria Natalia Martínez, un par de alumnos de OP, y hasta un parroquiano que se cantó un par de tangos). Pero el homenaje y la auténtica fiesta fueron de Osvaldo Peredo, un reconocimiento merecido y ampliamente celebrado por el numeroso público presente, no solo a sus dotes de intérprete, sino también a la importancia que su figura ha alcanzado en los últimos años entre tangueros del más variado pelaje. Jorge García.

 

 

 

 

 

 

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