Snowpiercer

Cine a toda máquina
Publicada originalmente en El Amante #265
Por Emiliano Andrés Cappiello

Durante Julio y Agosto se estrenaron varias películas de 2012 y 2013, aprovechando las salas que los grandes tanques de la temporada dejan sin ocupar. Lamentablemente no fue este el caso de Snowpiercer, la película más reciente de Joon-ho Bong.

 

Bong, director versátil que ya se animó a la comedia, el policial y el horror, incursiona ahora en la ciencia ficción post-apocalíptica. En el futuro cercano, varios países ponen en marcha un plan para revertir el calentamiento global soltando un agente refrigerante en la atmósfera. Pero les sale un poco mal y congelan el planeta entero. Cosas que pasan. 17 años más tarde, lo que queda de la humanidad se reduce a un tren que circula constantemente el globo transportando una sociedad distópica donde las clases sociales están separadas por vagones y son lideradas y vigiladas por Wilford, maquinista y creador del tren.

 

El elenco de la primer película de Bong en habla inglesa es liderado por Chris “Captain America” Evans y cuenta con varias figuras importantes: John Hurt como su mentor, Ed Harris como el Big-Brother-sobre-rieles, y Tilda Swinton como su representante a bordo del tren. Lo completan Song Kang-ho y Go Ah-sung, quienes ya trabajaron con Bong en The Host.

 

La distribución del film en USA corrió a cargo de la compañía de los Weinstein, quienes quisieron modificar la duración final y agregar un prólogo y un epílogo más explicativos. Bong se negó, y el estreno inicial fue limitado: sólo 8 salas en todo el país que, tras una buena respuesta del público tanto en las salas como en las redes sociales, se expandieron a unas 350.

 

En los papeles, vista desde afuera, Snowpiercer tiene todo lo que puede dar un éxito comercial. Nombres conocidos, ciencia ficción, acción, efectos visuales. Pero Bong no se limita a una película mecánica que cumpla cierta cantidad de requisitos. En el transcurso del viaje de los protagonistas a lo largo del tren, Bong aprovecha los vagones para plasmar un gran número de ideas visuales y narrativas. Desde el combate a oscuras hasta el acuario donde sirven sushi dos veces al año, cada segmento demuestra una gran inventiva. Como los irremplazables engranajes de la locomotora, todo lo que sucede en la travesía explica el universo del film y construye hacia el desenlace final. El niño secuestrado, las drogas que junta Minsoo, el avión estrellado, las historias de levantamientos previos. De la mano de un gran narrador, la historia fluye con naturalidad y propósito durante las más de 2 horas del film. Bong organiza la película en un serie de instancias consecutivas, cada una con su propio atractivo y, al mismo tiempo, su lugar funcional en la trama mayor. Esta separación en instancias, además, ayuda a manejar el amplio rango de tonos de la película, que logra exitosamente pasar de escenas con acción y humor a escenas dramáticas como la que muestra al protagonista, ni más ni menos, reconocer haber comido gente en los comienzos de la debacle. “Sé que los bebés son los más sabrosos” dice nuestro héroe, en una película que no se condiciona por el sistema de ratings y a los reconocimientos de canibalismo agrega dos personajes drogadictos (padre e hija) sin caer en bajadas de línea o momentos pedagógicos al respecto.

 

Snowpiercer es una travesía perfecta, llena de talento e ideas visuales, narrativas, poéticas y políticas. Con los elementos que poseía, Bong podría haber apostado a lo seguro y hacer un producto de fórmula que pagase su entrada a Hollywood. Pero lejos de ser un conformista, Bong hizo la obra que quería, y el resultado final merece ser celebrado.

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