Revisionismo histérico y lo que Jesse y Celine vieron después del link

Por Daniel Alaniz

 

“Yo, Richard Collier, estoy ahora en el Hotel del Colorado, a 19 de Noviembre de 1896. Yo, Richard Collier, estoy ahora en el Hotel del Colorado, a 19 de Noviembre de 1896. Yo, Richard Collier, estoy ahora en el Hotel del Colorado, a 19 de Noviembre de 1896.

 

Hoy es 19 de noviembre de 1896.

Hoy es 19 de noviembre de 1896.

 

Elise McKenna se encuentra ahora en el hotel.

 

Cada minuto me acerca más a Elise.

 

Ya es 19 de noviembre de 1896”.

 

La cita es del libro En algún lugar del tiempo (1980), de Richard Matheson, a quien nunca está de más homenajear, menos ahora, y que viene al pelo en esta nota, ya que trata de un escritor que, en algún año de la década del 70, ve en un hotel la foto de una actriz de la que se enamora irremediablemente. Así las cosas, decide viajar en el tiempo (cuando se propone algo lo hace) para conquistarla. La repetición de las frases es un sistema de concentración mental que lo llevará al punto del tiempo donde se encuentra la actriz. Al 19 de noviembre de 1896 y al amor, Richard Collier llega a través de las palabras, su propia máquina del tiempo.

 

No sería una revelación decir que la trilogía de Linklater es sobre las palabras, más específicamente sobre el diálogo, además de los otros temas que camina. Antes del amanecer empieza con una subjetiva del tren europeo mientras suena Dido y Eneas y se inscribe en los títulos el nombre de Richard Linklater (un apellido genial para ese comienzo, para la trilogía y para lo que acá queremos escribir), un por entonces joven y nuevo director independiente norteamericano. Ya dentro del tren, una pareja se pelea en alemán y, gracias a ella, Jesse y Celine se conocen. Que él se llame Jesse James, como se presenta a sí mismo, y ella Celine (Louis-Ferdinand), es también una conversación en sí. En una disquería en Praga, donde todos los discos que se ven son americanos, Jesse y Celine se enamoran sin saber que en quince minutos de película ya viajaron juntos por tiempo y espacio, recorriendo la historia de la cultura occidental, eso que a ellos les interesa. Como son cultos, se conocen a través de una conversación en alemán (idioma que Celine, que al menos domina dos idiomas, dice no tenerlo demasiado aceitado) y se seducen a través de sus lecturas (Bataille y Kinski) y de su capacidad para hablar con encanto, gracia y velocidad, porque la palabra es, para ellos también, su DeLorean.

 

Volver al futuro es una trilogía claramente conectada a las Antes…, no solo por su temática, si no por su título. Esa paradoja de volver a un lugar que todavía no existe es la que recorren los personajes de Linklater durante toda la trilogía. Si Volver al futuro viajaba al pasado cuando en su título se proponía viajar al futuro, la historia cronológica de amor de Jesse y Celine también. Es la psicología inversa del revisionismo histérico. Después de Francia, el director americano necesita ir a Grecia (la madre del borrego) para terminar de madurar “una historia de amor que derriba las barreras del tiempo”, como promociona la edición berreta del libro de Matheson. Como Marty y el Doc, Jesse y Celine (¿se referirá a ellos el título del libro Los Trotamundos que Jesse sueña leer?) viajan en una trilogía de aventuras por el espacio continuo (so cute), con y sin ropa, para hacer lo que básicamente se hace en las películas de aventuras: salvarse la vida. Pero también para preservar lo construido y evitar la inevitable paradoja que todo lo destruirá. El legado y la huella humana diversa son para Linklater algo esencial en su cine; por eso conviven en sus películas Virgilio, los monjes tibetanos, el baseball y Los Ramones. Y por eso es tan desesperante para Jesse no poder tener a su hijo consigo, porque hay un legado que debe ser compartido.

 

En un almuerzo en la casa del escritor anciano a quien van a visitar Jesse y Celine, este habla directamente del fin del mundo. Dice que sabe que todas las generaciones piensan que viven el Apocalipsis, pero que cree que tal vez esta sea verdaderamente la época en la que lo vivamos. Y en esa misma charla hablan de las máquinas, de la cada vez más automática vida de los humanos y de la evolución de una tecnología que ya está empezando a sentir físicamente. Y una señora, en un momento particularmente emotivo, cuenta que hasta sus recuerdos sobre su marido fallecido comienzan a borrarse. Es por eso tan importante volver a los viejos relatos y a todo lo que consideramos como propio (los amigos, las parejas, la familia, los libros, las películas, Los Ramones) y abrazarlo lo más fuerte que se pueda antes de la medianoche.

 

¿Cómo no va a ser universal esta trilogía si, además de ser sobre el Amor, así con mayúscula, lo es sobre el tiempo y la cultura occidental toda? ¿Y cómo no va a ser un clásico apocalíptico Antes de la medianoche si es, sobre todo, una película sobre el fin del mundo? Y sobre el fin de los tiempos, porque a diferencia de en Antes del atardecer, ya no hay un solo tiempo (real).

 

Jesse y Celine miran la puesta del sol y ella repite (como Richard Collier) que el sol todavía está ahí, hasta que se va y Celine lo dice también. Los dos están tristes, pero no porque eso sea una metáfora barata del apagón de la llama amatoria, si no porque saben que eso representa un final mucho más grande que el de una pareja que no está en juego. Y repiten las palabras, para que el sol se quede ahí, Grecia se quede ahí, y todas las cosas bellas de la Historia y el mundo se queden ahí; para quedarse ellos juntos ahí también. Del amor entre ellos dos nunca hay que dudar. La película es sobre otra cosa. Es sobre qué viene después de tantos textos y de esta época en la que solo nos queda linkear.

 

Jesse, que sabe de ficción, se pone al final de la película el traje de Trotamundos y le dice a Celine que viene del futuro a buscarla porque tienen algo que solucionar. Pero es necesario que ella esté con él para eso. Ella accede y le pregunta si es necesario viajar desnuda en esa máquina del tiempo, porque lo histeriquea sí, pero también porque vio Terminator. Una tormenta está viniendo y Jesse y Céline son los únicos eternautas capaces de salvarnos.

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