Festival de Cannes 2015. Día 9.

PorFernando E. Juan Lima

Teníamos mucha desconfianza respecto de la última película de Hou Hsiao-Hsien. La cooptación por parte del modelo del cine arte trasnacional viene quitando lo que de vida e individualidad tenían muchos directores, y de hecho su última producción había llevado a algunos a advertir que Hou iba por ese camino (de Café Lumière en adelante). Esta vez, por excepcional y extraño que sea, pareciera que teníamos razón en eso de no entrar en la lógica que a veces lleva a endiosar a un realizador para luego defenestrarlo (ya sabemos: eso de que mejor esquivarle a los extremos). Tambien era cierto que habíamos terminado teniéndole que dar la razón a quienes dos o tres películas antes que nosotros nos decían que Kim ki duk o Wong Kar Wai, por ejemplo, y para quedarnos en ese lado del planeta, cada vez más se hundían en el auto-plagio e indulgencia. Pero The assassin confirma eso de que cada película habla por sí misma, que cuando se apaga la luz y comienza la proyección todos los filmes son iguales y está en nosotros encontrar el camino para acercarse a ellos sin que los prejuicios y preconceptos sean tan fuertes como para no poder ver la obra (aun cuando de ellos nunca podremos separarnos del todo). Este Wu xia comienza en blanco y negro y, tras el prólogo, los colores estallan sin quedarse por ello en el regodeo cromático y brilloso de, por ejemplo Héroe y La casa de las dagas voladoras de Zhang Yimou (otro director que hasta ahí defendíamos y el tiempo dio la razón a quienes sostenían lo contrario). Los colores algo empastados, las tomas en su mayoría nocturnas o en lugares cerrados, el encuadre a través de puertas y ventanas, los velos a través de los cuales vemos la acción, producen una sensación de intimidad a la que estamos accediendo que, lejos de aminorar el costado mítico de la historia, le añade carnadura y verismo. Deriva de internas palaciegas entre el poder central y una provincia, la mirada se dirige al componente familiar detrás de ellas y se centra en la asesina del título, máquina perfecta de matar con el solo defecto (según su  mentora) de no haber dejado de lado los sentimientos. La construcción de los personajes suma a ese aliento épico y las escenas de lucha son de una belleza y una perfección que nos dejan anonadados. Sin dudas, esta gran película debería llevarse un premio mayor.

Salimos de ver esta película en la medianoche del miércoles y las colas para entrar a la sala donde se proyectará Love, de Gaspar Noé son las más extendidas de las vistas hasta ahora. Pasamos de eso. Lo mismo ocurre en la primera función del día siguiente: muchísimos acreditados se quedan sin poder acceder a la proyección. Volvemos a los prejuicios: creemos que no vale la pena tanto esfuerzo para ver esta película. La tercera es la vencida, y sin colas agotadoras accedemos a este producto que resulta entre desabrido e innecesario. Sí hay bastante sexo explícito y es cierto que no es habitual ver en esas escenas algo de compromiso desde que el video se hizo cargo del porno y todo se reduce al mete y saca. El problema es que los actores resultan solo algo creíbles cuando están cogiendo o cuando tienen la boca ocupada en algo que no sea hablar. Hay que reconocerle además a Noé su habilidad para generar eventos; creo difícil que alguien defienda demasiado esta película que no da ni para enojarse con ella. Pero ya está, ya la invitaron a Cannes (claro, y no a Tag de Sion Sono), ya la vimos, ya venderá en su momento algunas cuantas entradas ayudado por el «escándalo». Es así nomas.

En Un certain regard vemos Treasure, de Corneliu Porumboiu. El director de Bucarest 12:08, Cae la noche en Bucarest y la genial Policía, adjetivo se hace fuerte como de costumbre en esas situaciones aparentemente anodinas con las que va construyendo la progresión de una historia en este caso particularmente pequeña. Dos vecinos con problemas económicos se asocian para contratar un detector de metales e intentar encontrar algo de dinero, metales preciosos o joyas que la familia de uno de ellos habría escondido en un pueblo cercano a Bucarest. Cada paso va pintando una realidad que tiene que ver con la idiosincrasia de un pueblo y con los rastros que en él dejó su historia: en las relaciones de pareja y con los hijos, en el trabajo, en la contratación de un servicio, en la atención por parte de la policía. La narración que comienza con el padre queriendo hacerse pasar por Robin Hood para zafar del reto de su hijo porque llegó tarde a buscarlo al colegio, puede leerse como un cuento cargado de amor paternal.

En la misma sección, The other side, de Roberto Minervini se acera a eso, al «otro lado» de los Estados Unidos de Norteamérica que habitualmente vemos. De la deriva vital de un junkie que tiene una pequeña cocina de drogas a quienes se están armando previendo que la ONU «invadirá» EE.UU. para imponerle políticas, tal como ese país hace en todo el mundo. Si bien al principio pueden molestar algunas imágenes destinadas a shockear al expectador (la bailarina y striper embarazada que vemos pincharse en primerísimo plano; los sucesivos picos en los lugares más insólitos del cuerpo), cuando la película se detiene en las relaciones familiares o sale del ámbito cerrado de la pareja central, gana en humor y también en interés. Muy buena escena de fellatio realizada por una mujer con la careta de Obama, por cierto.

La fiesta del final, película ideal para programar en alguna trasnoche del BAFICI o Mar del Plata: Yakuza Apoalypse, de Takashi Miike. Presentada en una única función especial y con la sala totalmente llena, el director no pudo estar presente pero mandó unas imágenes, vestido como geisha y disculpándose por no haber viajado a Cannes por cuanto estaría aplicándose en ese momento unas prótesis en los pechos. Para resumir lo inresumible, la película viene de vampiros yakuza; disparate ideal para el lucimiento del Miike más desatado, cómico y violento. Ese que extrañábamos un poco de los tiempos de la saga Dead or alive o The happiness of the Katakuris. Nos gustan mucho estas películas que nuncar irán a la Competencia Oficial de Cannes o la sección Un certain regard.

Publicada el 22/02/15

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