Draft Day

Jugarse todo
Por Emiliano Andrés Cappiello

Siempre me generó una mezcla de tristeza e indignación la costumbre de cierto público general de prejuzgar películas en base a su contenido. Es en gran parte por culpa de eso, creo, que Draft Day no pasará por los cines locales. La película de Ivan Reitman ocurre en el mundo del fútbol americano, deporte que en nuestras tierras no es negocio. Pero como todo el verdadero cine, como todo el verdadero arte, el fútbol americano en Draft Dayes solo una excusa, una ambientación para un relato que combina la claridad y economía de la narrativa clásica con el ritmo y los recursos visuales de la moderna. Y si hablamos de combinar clasicismo con modernidad, qué mejor actor que Kevin Costner.

 

Draft Day es una película sobre oportunidades, y sobre las decisiones que implican. Sonny Weaver (Costner) lleva dos años como manager de los Cleveland Browns. El primer año heredó un equipo ya formado, en el segundo su jugador estrella se lesionó. Esta es su última oportunidad para probar que puede armar un equipo ganador y salvar su carrera, pero el futuro del equipo, de sus miembros y de los jugadores potenciales también depende de esta decisión. Además de estar a cargo del destino de tanta gente, Sonny carga con el peso de sus propias decisiones personales, tanto pasadas (la de despedir a su padre) como futuras (la de ser padre él mismo). En las 12 horas que cubre el film, Sonny tiene que navegar la red de intereses y manipulaciones que componen el sistema de la NFL mientras lidia con sus propios dilemas.

 

Algo clave: si una película deportiva no sabe explicarle al espectador que no conoce dicho deporte las reglas necesarias para seguir el relato, y a su vez hacerlo de forma que no lo interrumpa, la película no funciona. Draft Day arranca con un reloj en cuenta regresiva. 12 horas. Un comentador deportivo explica lo que sucede durante el día titular y su relevancia. Dada esa introducción, Draft Day no pierde un segundo. Cada escena del film progresa con fluidez construyendo personajes y entregando información constantemente a través de grandes diálogos y un uso inteligente de la pantalla dividida. Cuando la narración se mueve a otra ciudad, un plano aéreo nos muestra el estadio y nombre del equipo local. De ciudad a ciudad, de personaje a personaje, el relato avanza mientras Sonny intenta descifrar el misterio del jugador a elegir.

 

Draft Day es una historia de pasión, de seres que aman su vocación, con gente que grita y golpea y llora, y por eso si la película deja mal parado a alguien es a aquel que engaña y sólo presenta una pose. No hay lugar para tibios en el equipo de los vencedores. “La fortuna favorece al intrépido” dice el dicho, y y la película asiente: sólo aquellos que no transpiran la camiseta, los fríos y calculadores, quedan como derrotados. Porque Draft Day es también sobre América y su sueño, sobre hacerse cargo del propio destino y tener la tenacidad para abrirse camino hacia el éxito.

 

Leo críticas americanas al film, que promedia un triste 54 en Metacritic. La gran mayoría cuenta la trama y la juzga en base a lo fiel, o no, de la representación del verdadero sistema de la NFL. Y si, Draft Day es una película sobre fútbol americano. Pero también sobre mucho, mucho más.

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