Cannibalismos 7

BlacKkKlansman, Spike Lee (Sección Oficial)
En guerre, Stéphane Brizé (Sección Oficial)
The House That Jack Built, Lars Von Trier (Sección Oficial, fuera de concurso)

Por Jaime Pena
15/05/2018 

Que un negro se infiltre en el Ku Klux Klan es una premisa tan improbable como poderosa para una comedia. Lo verdaderamente gracioso es que eso sucedió en realidad en la persona de Ron Stallworth. De forma inevitable, BlacKkKlansman, la nueva película de Spike Lee y la primera en mucho tiempo que se lanza con todos los honores, tiene mucho de comedia, incluso cuando uno no está seguro de que lo pretenda. Y aunque esté ambientada en los setenta, Lee quiere hablarnos de hoy en día, de cómo el racismo en América no es una cosa del pasado. Esa era también la pretensión de Kathryn Bigelow con Detroit, pero comparar ambas películas puede resultar nefasto para la película de Lee, que hay que celebrar antes por lo que tiene de (tímido) renacimiento que por sus virtudes verdaderas. En realidad, estas no provienen de la propia historia de Stallworth sino más bien de los añadidos del propio Lee, desde el prólogo en el que Alec Baldwin interpreta a un líder racista americano hasta el final con las imágenes de los recientes sucesos de Charlottesville y las aceradas críticas contra Trump, pasando por un impactante montaje paralelo de Harry Belafonte explicando a un auditorio negro el suceso que derivó en la anécdota central de El nacimiento de una nación y los miembros del KKK celebrando una proyección de la película de D.W. Griffith.

 

Si BlacKkKlansman es una película que nace de la rabia, el origen de En guerre de Stéphane Brizé es más difícil de entender. Brizé nos habla de las negociaciones entre sindicatos y empresarios para evitar el cierre de una fábrica. Para ello se sirve de un estilo documental en el que se reconstruyen asambleas, reuniones y negociaciones. Digo “reconstruyen” cuando en En guerre no hay ninguna reconstrucción. Por lo que parece, la película no se inspira en ningún suceso real, lo que hace más cuestionables algunas de las decisiones de guión. Aunque el principal inconveniente no es otro que haber elegido a un actor como Vincent Lindon para el papel principal. ¿Puede una película de estilo “documental” ser interpretada en su papel principal por una estrella del cine francés? No es solo un problema ético, es también una cuestión de verosimilitud que da al traste con todo el dispositivo montado por Brizé. De otra índole es su final, tan inmoral como irresponsable, una llamada a que los huelguistas se inmolen a lo bonzo si quieren conseguir lo que reclaman.

 

Todo el mundo esperaba el nuevo escándalo Lars Von Trier y este no llegó, como mucho fue magnificado por algunos medios que escribieron que en la función de gala hubo un abandono en masa. Pura propaganda. La película busca la polémica, sí, pero por otros medios. The House That Jack Built es la historia, mejor diríamos, la confesión de un asesino en serie, interpretado por Matt Dillon (candidato al premio al mejor actor si la película estuviese en competición). Jack, ingeniero que ejerce de arquitecto, confiesa a Verge (Bruno Ganz) algunos de sus crímenes, en concreto cinco “incidentes” (en algún caso con varias víctimas). Los crímenes van ganando en complejidad a medida que Jack se recrea en ellos y sus confesiones son ilustradas con reflexiones sobre el asesinato y las artes (El asesinato considerado como una de las bellas artes se cita explícitamente), sirviéndose de Glenn Gould (un documental en el que lo vemos ensayando), David Bowie (Fame) y una parodia del Subterranean Homesick Blues de Dylan filmado por D.A. Pennbaker como leit-motivs. La película reconstruye los asesinatos con tanta minuciosidad como humor y cinismo. Los comentarios sobre las artes (por ejemplo, sobre la construcción de las catedrales) conforman digresiones que recuerdan las taxonomías de las primeras películas de Peter Greenaway o, directamente, apuntan a las polémicas personales del propio Von Trier (Hitler, la misoginia). Por supuesto, en el centro de The House That Jack Built hay un ánimo polémico que tiene mucho que ver con el egocentrismo de su autor: el asesino es el propio Lars Von Trier, más allá que sus “asesinatos” se computen solo en forma de películas y declaraciones.

 

 

 

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