De las cuatro primeras películas del jovencísimo director canadiense Xavier Dolan me gusta tan solo una, Laurence Anyways. Con la quinta, Mommy, ha alcanzado por fin la competición de Cannes, algo a lo que parecía predestinado. Mi impresión sobre su cine no ha variado por ello: solo me sigue gustando Laurence Anyways. Y eso pese a que su nueva película es la que más se acerca a aquella, al menos en cuestiones superficiales: la duración de la película, la ausencia de Dolan como intérprete, el sentido musical de muchas de sus secuencias o el mismísimo formato. En Mommy Dolan recurre a un extraño 1:1 que mantiene a lo largo de toda la película, excepto en dos momentos muy concretos, escenas de felicidad del personaje protagonista. En la primera, cuando suena el Wonderwall de Oasis, es el propio personaje el que, mientras se desplaza en monopatín, abre con sus manos, literalmente, el encuadre hasta el estándar panorámico de hoy en día. Su función metafórica lo reduce a una mera anécdota, un efectismo que, eso sí, es muy celebrado en la sala. Pero Dolan vive de esos caprichos, como el de ambientar su película en un futuro inmediato (2015), una licencia para proponer una suerte de (gratuita e innecesaria) ucronía.
Clouds of Sils Maria, último título presentado a competición, es una película de montaña, como las de Arnold Fanck. La mención no es gratuita. Olivier Assayas incluye imágenes de una película de Fanck de los años 20 sobre el fenómeno natural de la “serpiente de Majola” que en su película tiene una presencia más metafórica (algo así como el rayo verde de la película de Rohmer) y que también da título a la obra teatral que ensaya la protagonista. Pero por mucho que se desarrolle en los Alpes suizos, Clouds of Sils Maria no guarda otra relación con el cine de Fanck. En todo caso tiene mucho más que ver con All About Eve o Persona, pues Assayas nos habla de la relación entre una actriz veterana (Juliette Binoche) y una mujer mucho más joven, que ahora se divide en dos personajes (Kristen Stewart y Chloë Grace Moretz). Como muchos de los cineastas consagrados, Assayas ya solo parece poder hablar de gente como él: actrices, novelistas, dramaturgos y artistas famosos, a los que persiguen los paparazzi, dejando caer referencias y citas cultas que certifican su vinculación con la alta sociedad. La primera parte de Clouds of Sils Maria se articula en torno al homenaje a un reconocido autor teatral, mientras que en la segunda el personaje de Binoche y su asistente (Stewart) ensayan su obra, lo que permite el consabido jugo especular. La película se atiene a la letra del guión, sin que Assayas se atreva a introducir esos elementos (oníricos, sexuales, fantásticos) que podrían haber imbuido su película de un mayor misterio. Es más, los mejores momentos son los que corresponden al personaje de Moretz, en especial los provocadores clips rescatados de You Tube o la escena de una película tipo X-Men a la que debe la fama entre el público adolescente. Hace 15 o 20 años, esa sería la película que, a su modo, Assayas habría querido realizar.
La Semana de la Crítica acabó premiando la película ucraniana The Tribe, de Myroslav Slaboshpytsky, que una vez pasado Godard se convirtió en la película de la que todo el mundo hablaba. No solo eso, tres de los premios que se conceden en la Semana fueron a parar a sus manos, incluido el principal. The Tribe es la típica película que arrasa en festivales. Lo tiene todo para ello. Protagonizada por sordomudos, está hablada en lenguaje de signos, sin subtítulos y sin que eso suponga ningún impedimento de cara a la acción; al contrario, la gestualidad de las manos dota a los planos de una agitación incesante (por momentos parece una película de artes marciales). Slaboshpytsky filma en planos secuencia con escenas perfectamente coreografiadas, a veces de un gran virtuosismo. Si alguien ha asociado ya a los sordomudos con un punto de vista condescendiente por parte del director, que se vaya olvidando de ello. Ambientada en una residencia para sordomudos, The Tribe es una película de una violencia por momentos intolerable. Los jóvenes han formado una especie de organización gangsteril que lleva a cabo asaltos y robos, prostituye a dos de las chicas de la residencia y, por lo general, se sirve de una violencia ritual que modula las jerarquías dentro de la organización. Que el público abandone la sala en una cruda escena de un aborto es la mejor publicidad para una película que necesita llamar la atención a toda costa.
Jaime Pena