Día a día el festival nos va marcando la agenda: competencia, un certain regard y poco tiempo para sumar algo más. En general hay escasas posibilidades de ver las joyitas recuperadas por Cannes Classics (La posada del dragón, de King Hu, por ejemplo) o hacerse algunas escapadas a la Quincena o la Semana de la crítica. Pues bien, que la única oportunidad de ver una película surcoreana que me pintaba muy bien era hoy a la mañana, así que por ahora hasta pronto Tommy Lee Jones y hola Kim Seong-Hun. Y qué bien que estuve. A hard day: dos horas de acción, una narración convencional pero perfectamente aceitada y una historia de policías corruptos y la trama que ronda un asesinato, plagada de vueltas de tuerca y mucho humor. De esas películas que sí podrían durar unos cuantos minutos más y uno seguiría disfrutando.
Después, también en la Quicena de los realizadores, la premier de Refugiado, de Diego Lerman. Hace unos años con Leo D’espósito habíamos visto aquí mismo La mirada invisible (y nos había gustado, cuestión que llevó a algún maledicente en este pasquín a preguntarse si las películas se veían mejor en Cannes o algo por el estilo). Pues bien, me parece que la nueva película del director de Tan de repente se acerca con recato y solidez a un tema que se las trae como es el de la violencia de género. La elección de no regodearse en el shock, dejando al agresor fuera de campo, lleva a la película a transformarse en una especie de road movie de huida de una madre con su hijito de unos 12 años. La madre es interpretada por Julieta Díaz, que si en Corazón Valiente había demostrado lo que puede dar al cine, aquí también cumple con creces en un rol muy difícil, en un registro totalmente distinto El trabajo del pibito es perfecto, y una vez más la arquitectura, la elección de las locaciones juega un rol fundamental en el cine de Lerman.
Cosas que pasan en este Festival, cuando no se aquietó aún el ruido generado por la presentación de Relatos salvajes (con alguna pasada incluso durante este día), hoy tienen su premier tres películas más de directores argentinos. La citada Refugiado, de Diego Lerman, El ardor, de Pablo Fendrik (la veré mañana) y Jauja de Lisandro Alonso. Tras el consabido showcito de Thierry-te-hablo-todos-los-idiomas-Frémaux y Viggo Mortensen con un cartelito reclamando el campeonato para San Lorenzo, o algo así, asistimos al aterrizaje de un OVNI en La Croisette. Lisandro Alonso no es igual a nadie y Jauja es posiblemente su obra más lograda. Mucho más cerca de Liverpool que de Fantasma, Jauja está filmada (o así fue proyectada, por lo que pude hablar con Alonso) en el formato más cuadrado que remite a los orígenes del cine y con una fotografía y composición que literalmente nos dejan sin aliento. Esto de escribir en caliente, en un rato, a más de la dos de la mañana y casi a las corridas, tiene lo bueno de eso, la falta de filtros e influencias, la apertura a ciertas sensaciones más primarias. La película de Alonso me ha dejado sin palabras. Y esto es algo bueno. Literalmente fascinado, espero verla de nuevo para decir algo que (en las medidas de mis modestas posibilidades) esté a la altura de esta película.
Última del día y despedida. Hermosa juventud, de Jaime Rosales. Estuve a punto de no verla porque La soledad y Tiro en la cabeza no sólo no me habían gustado sino que hasta me habían ofendido un poco. Pero siempre hay que estar dispuesto a sorprenderse. Esta mirada sobre la juventud actual en España, la protagonista femenina brilla de manera inhabitual, en un marco en que todos los personajes tienen una carga de potente verdad. Hermosa juventud, da cuenta de que, si Rosales no se queda en sus ensayos de una sola idea o en los onanistas ejercicios de estilo, tiene mucho para dar al cine español.
Fernando E. Juan Lima