¿Y si las hormigas tuvieran sentimientos?
Por Francisco Noriega
Publicada originalmente en El Amante #276
Al final resultó ser buenísima Ant-Man. Creo que ninguna otra película de Marvel tuvo tanta presión encima, ni siquiera Guardianes de la Galaxia. Después de diez años de estar a la cabeza del proyecto, Edgar Wright, director adorado por mucho cinéfilo nerd, se bajó a pocas semanas de que empezara el rodaje. Para colmo, su sucesor, Peyton Reed, encargado de cosos mal recibidos como Yes, Man y The Breakup, no fue sino la cuarta opción de Marvel para dirigir la película. Poca gente le tenía fe y se especuló hasta el cansancio con que finalmente llegaría El Primer Gran Fracaso De Marvel. No ayudó, tampoco, que el primer trailer de la película fuera pésimo.
Por suerte todo esto es irrelevante porque Ant-Man, al final, resultó ser buenísima. Marvel se destaca de su competencia, creo yo, porque sus películas tienen corazón y humor. Sabe reírse de sí misma (te estoy mirando a vos, Batman v Superman). Ant-Man no es ninguna excepción y es, quizás, la forma definitiva de ello. En realidad, va más allá. Decir que Ant-Man es una de superhéroes con chistes es un understatement enorme. Ant-Man, evidenciado por su director, sus guionistas y su reparto, es, antes que cualquier cosa, una comedia.
No es casualidad, entonces, que Paul Rudd sea el punto más alto de una película con, de por sí, varios puntos altos. Paul Rudd es capaz de tener química hasta con una hormiga. En este caso, por supuesto, literalmente.
Los demás no se quedan atrás. Michael Peña tiene varios de los mejores chistes de la película (sus anécdotas parecen ser el resabio más claro de lo que habría sido la película si la hubiese dirigido Wright) y Michael Douglas y Evangeline Lilly funcionan muy bien como los straight-men que permiten a Rudd brillar de verdad. Está claro que eso es lo que mejor hacen porque las interacciones entre ellos dos solos son bastante malas.
(Quiero dejar constancia, ya que estoy, que apoyo con alegría el resurgimiento de Evangeline Lilly con esta película y con El Hobbit, una de las pocas, poquísimas cosas rescatables de ese mamarracho. Es linda y buena, la queremos).
La película no se vale únicamente de sus chistes. La historia, chiquita (ay) pero efectiva, tiene la medida justa de sentimentalismo para que nos importe lo que estos payasos están haciendo y no resulte demasiado meloso. Incluso cuando parece que lo será, como cuando Hank le cuenta a Hope la verdad sobre su madre, la película se encarga de meter un chiste sobre la misma situación que lo evite justo a tiempo. Eso es Ant-Man. Un chiste a tiempo para evitar el lugar común.
En realidad, pienso, Ant-Man solo es una película de superhéroes porque sabemos que es de Marvel y que toda la historia es, en realidad, parte de una maquinaria demencial que la supera. Pero el gran mérito de Ant-Man es que podría no ser una película de Marvel. Su personaje es un héroe, bien, pero no es más super que Ethan Hunt en Misión Imposible.
Lo que está en juego en este caso no es el mundo, como en Los Vengadores, sino las relaciones personales de sus personajes. El destino del mundo es una excusa. No queremos que Darren Cross (Corey Stoll) pierda porque está a punto de venderle un coso a unos tipos malos que lo van a usar para dominar el mundo. Queremos que pierda porque mató a Ant-thony, la hormiga compañera del héroe. Scott Lang no tiene que derrotar a Cross porque el mundo dependa de ello, tiene que hacerlo para ser digno del amor de su hija. Por eso el momento más importante del tercer acto no es la pelea final sino lo que sucede después, una vez terminada la misión. La pregunta no es, entonces, ¿podrá Ant-Man derrotar a Yellowjacket? sino ¿podrá Scott Lang escapar y reencontrarse con su hija?
Voy a ser honesto, a mi las películas de Marvel me afectan no solo como espectador sino también como fan de los comics y muchas veces me emocionan cosas que a muchos les puede resultar irrelevantes y/o aburridas. Yo soy, sin embargo, parte de una minoría (una minoría muy vocal, pero minoría al fin) y la amplia mayoría de los espectadores, hasta hace un par de meses, jamás había oído hablar de Scott Lang. Ant-Man logra reunirnos a ambos, a mí, el fanático, y al espectador promedio. Las referencias al resto del universo demencial creado por Marvel y Disney (tanto el prólogo como la pelea entre Scott Lang y Falcon, e incluso la última escena) no solo plantean y dejan en claro que Ant-Man es en realidad parte de algo mucho más grande sino que son, además, funcionales a la historia que se nos está contando. Lejos quedó la época de Iron-Man 2, que le dedicaba demasiado tiempo a una sub trama que buscaba sentar las bases para la futura Los Vengadores sin aportar absolutamente nada a la trama principal de la película. Marvel aprendió de sus errores.
Después de tanto meollo, de tanta especulación, de tanto pesimismo, el Primer Gran Fracaso de Marvel resultó no ser tal, como tampoco lo fue Guardianes de la Galaxia. La gente se equivoca todo el tiempo. Ant-Man, como también lo fueron realmente Yes, Man y (en particular) The Breakup, es una gran película. A lo mejor hay que dejar de ser tan pesimista y empezar a tener un poco más de fe en el mundo. Lo peor que puede pasar es que la película no sea tan buena. Big fucking whoop.