¡Atraco!

Por Juan Manuel Domínguez

Ni la eurocrisis ha permitido la extinción de ese óxido conocido como la coproducción española-argentina que con ¡Atraco! vuelve a carcomer género en pos de una serie de viñetas con más cinefilia que cine. Policial (es un decir) ambientado en la España del Generalísimo (es un decir, o mejor dicho, un grito del diseño de producción), donde dos peronistas, matón él y jovencito el otro, deben recuperar por orden del General (al menos eso creen) las joyas de Evita. Un Francella que juega al peronoir y no es otra cosa que Pepe Argento bocetado en una servilleta de Mickey Spillane, y un Cabré que se confirma sarpullido catódico que se ve mejor impreso en Paparazzi que en fílmico son la invertebrada columna vertebral de una serie de remedos cinéfilos que creen ser una narración y se acercan a una mímesis con un presupuesto considerable. Viñetas-parches de “una de pareja despareja” (la fórmula que incita lo jodón-patova en Francella para con el bobalicón personaje de Cabré), de “una de amor”, de “una sobre el peronismo” y cientos de trapos que ni un sentido Frankenstein adquieren gracias a la torpeza y eyaculación precoz narrativa de Cortés. Épica sin sentido a la hora de la amistad, del amor, de la oscuridad, del drama son algunas de las piezas de bijouterie que tiene el ¡Atraco! de pacotilla de Cortés.

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